Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
Política migratoria, de lo sublime a lo canalla
Los refugiados y los desplazados enriquecen nuestras vidas. La tolerancia hacia ellos abrirá nuevos mundos y hará que sean bienvenidos dondequiera que vayan: Kofi Annan, exsecretario de estado de EEUU
CIUDAD DE MÉXICO, 8 de septiembre de 2021.- Recién tomaba posesión, Andrés Manuel López Obrador, el 1 de diciembre de 2018, anunciaba una innovadora política migratoria humanitaria, de apoyo a quienes huían de sus países por causas de guerras civiles, desastres naturales, persecución política, búsqueda de mejores oportunidades de vida y desarrollo, acosados por la delincuencia organizada y demás motivos posibles.
AMLO, el humanista congruente con sus promesas de campaña fue omiso al aplicar su sentido de realidad como gobernante, ignoró la complejidad del fenómeno, los principios de política exterior nuestros y los del poderoso vecino del norte, además de las leyes en la materia.
La nueva política migratoria de López Obrador generó una avalancha humana, y como era de esperarse, la mayoría de de los integrantes del éxodo fueron centroamericanos, quienes desde hacía más de medio siglo cruzaban de forma individual o en grupos reducidos hacia el norte para huir de la inestabilidad de sus naciones, la pobreza y, en las últimas décadas, de la violencia.
El presidente López Obrador ordenó al Instituto Nacional de Migración (INM) otorgar visas humanitarias con duración de un año a quienes llegaran a México con la idea de quedarse o sólo quisieran permanecer en forma transitoria pues su objetivo era llegar a los Estados Unidos.
Según un estudio sobre la política migratoria de López Obrador, realizado por estudiantes de postgrado del Centro Robert Strauss para la Seguridad y Ley Internacional y el Instituto de Estudios Latinoamericanos Teresa Lozano Long, de La Universidad de Texas, en Austin, la nueva política comprendía un plan integral de desarrollo en Centroamérica, financiado por México y los gobiernos de la región, además del apoyo a los migrantes en territorio nacional.
Bajo ese concepto la Secretaría de Gobernación entregó más de 11 mil Tarjetas de Trabajador Fronterizo –temporales– entre 2019 y 2020 a guatemaltecos y beliceños que les permitían acceder a los estados de Campeche, Chiapas, Tabasco y Quintana Roo, en tanto que a salvadoreños y hondureños se les ofrecieron Tarjetas de Visitante Regionales. De estas últimas se entregaron 125 mil entre migrantes centroamericanos.
América central se ha convertido en un expulsor de migrantes debido a que las principales bandas: La Mara Salvatrucha y Barrio 18, surgidas en Los Angeles, California y cuyos integrantes fueron condenados y presos por diversos delitos en Estados Unidos, fueron parte de las 46 mil personas de origen centroamericano que el gobierno de ese país decidió liberar y deportar a El Salvador, entre 1998 y 2005, sin ningún trabajo ni consideración previos. La mayoría desarraigados o, de plano, desconocían ese país.
En 15 años, los habitantes de Guatemala, El Salvador y Honduras tuvieron que sumar a la pobreza e inestabilidad política el sufrimiento a causa del flagelo a que los sometieron los grupos delincuenciales que se adueñaron de sus territorios y los extorsionan con cuotas permanentes, secuestros, violaciones, acoso y un sinfin de vejaciones, incluidas la coptación o la muerte.
Dentro de esta realidad, en Centroamérica se agudiza la problemática que afecta a México y la mayoría de países de Sudamérica, los grupos más vulnerables son las mujeres, y en esta zona existe una de las tasas más altas a nivel mundial de feminicidios e impunidad, desaparicion, explotación y trata.
También los menores -niñas, niños, adolescentes- están en peligro de ser víctimas de trata, pornografía, pederastía, y a partir de los 13 años son requeridos para integrarse a las bandas; la comunidad lésbico gey (LGBTQ +) , los pueblos indígenas y los afroamericanos, son quienes sufren más discriminación, racismo…
Las caravanas, desde octubre del 2018, hasta hoy, nos han mostrado un triste espectáculo que involucra en los abusos a elementos de la Guardia Nacional, incapacitados para convertirse en agentes migratorios, quienes actúan sin protocolos humanitarios para someter a familias enteras padres e hijos, mujeres embarazadas, madres con bebés, hombres y mujeres peleando por salir de los centros o refugios migratorios. Imágenes dolorosas y canallas.
Los migrantes encerrados en los centros migratorios se quejan de la reclusión y con frecuencia huyen para regresar al único lugar donde poder descansar, aun sin condiciones higiénicas, alimentarias, sin servicios de salud ni asistenciales. Triste espectáculo ver cómo la desesperación crece entre quienes esperan tarjetas humanitarias y llevan meses y hasta años malviviendo en México, y entre quienes no encuentran cómo avanzar hacia el norte.
Claro, no faltó el negocio para los delincuentes que también se integraron a las caravanas y cobraron por incorporar a quien pague la cuota y «facilitarles» la incierta y a veces terrorífica aventura por un México bronco, con presencia de bandas del narcotráfico violentas y armadas que secuestran, esclavizan y asesinan a propios y, por qué no, también a migrantes.
La nueva política migratoria esperanzadora y humanista duró muy poco, para mayo de 2019 al primer manotazo de Donald Trump (tuitazo amenazando con cobrar aranceles a los productos mexicanos) AMLO tuvo que recular, un mes después -en junio- se dejaron de dar las anheladas visas humanitarias a los migrantes.
Además, México instaló de inicio a 6 mil 500 elementos de la Guardia Nacional en la frontera sur, y a más de 15 mil en la frontera con Estados Unidos. Lo sublime y humanitario dio paso a las escenas abusivas. Qué se logró en estos años de la Cuarta Transformación (4T), sólo decepción y crear un nuevo conflicto de dimensiones mayúsculas en territorio nacional.
Enmedio de la pandemia por Covid-19, los últimos meses han sido de control de daños para evitar confrontaciones con nuestro principal socio comercial, primero Donald Trump condicionó los tratos comerciales a que México contuviera a los migrantes en su frontera sur, además de atender en la frontera norte a quienes deben esperar en nuestro territorio el resultado de sus solicitudes para poder acceder, si son aceptados, como refugiados o asilados en los Estados Unidos.
Actualmente, con Biden hay que aplicar la ley en materia migratoria, así que con mayor violencia se reprime y persigue a quienes oyeron en canto de las sirenas emitido por AMLO, quien además hizo compromisos imposibles de atender con los exiguos recursos disponibles en una Administración con un programa de austeridad, esta insuficiencia afecta al INM, con la precariedad de sus instalaciones e insuficiente personal, también a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), donde existen 54 funcionarios para atender más de 54 mil solicitudes de refugio.
Para resarcir daños y enfrentar la problemática dependemos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, organismos multilaterales y organizaciones sociales y ciudadanas.
Varias organizaciones recomiendan: retornar a la Secretaría de Gobernación de México el control de la política migratoria del país, fortalecer el compromiso del INM con los derechos humanos y reducir el papel de la Guardia Nacional en la aplicación de justicia.
Agregaría que es urgente que la Comisión Nacional de Derechos Humanos deje de ser un florero que sirva de adorno al jefe del Ejecutivo y se ocupe de sus tareas, como cuidar el respeto a los derechos humanos de migrantes -nacionales y extranjeros-presionar para que se apliquen sanciones a los infractores, así como exigir que el gobierno cumpla con capacitar y supervisar a sus guardias, agentes y funcionarios, y coadyuvar a crear una cultura de respeto a las personas vulnerables, como son los migrantes y refugiados, y que se proscriban las conductas racistas y xenófobas en México.
Luego de ver las más recientes escenas de horror contra migrantes haitianos, parecen tan lejanas las páginas en que la diplomacia mexicana fue reconocida a nivel mundial por dar refugio y asilo de calidad a judíos perseguidos por el nazismo en la Segunda Guerra Mundial o cuando llegaron los exiliados republicanos españoles huyendo del fascismo de Franco o de los chilenos, luego de la caída de Allende. Sin duda, los migrantes aportaron riqueza y diversidad cultural a México.