Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
La violencia racial, de género, sexual y otras formas de discriminación y violencia, no pueden ser eliminados sin cambiar la cultura.-Charlotte Bunch.
MORELIA, Mich. 21 de abril de 2021.- Acaban de registrarse en Zacatecas, en mítines políticos, sendos actos de candidatos a gobernador y a diputado de la coalición «Juntos Haremos Historia», que no pueden ser sólo anécdotas de lo arraigada que está en nuestra cultura la idiosincrasia del mexicano machista. Son manifestaciones públicas de violencia contra la mujer, a las cuáles no podemos darles carta blanca de normalidad.
Me refiero a la conducta en que incurrió el candidato a gobernador por Zacatecas por los partidos Morena, Verde, Nueva Alianza y el PT, David Monreal Ávila, al pasar por detrás y pellizcarle los glúteos con la mano derecha, a María del Rocío Moreno Sánchez, candidata a la presidencia municipal de Juchipala, en las calles de esa localidad en actos de proselitismo político.
La candidata Moreno Sánchez lanzó un inverosímil mensaje en donde asegura: «…no voy a permitir que nuevamente dañen al movimiento (sic). El licenciado David Monreal es una persona respetuosa y nunca me ha faltado. Basta de calumnias, basta de utilizar los videos para dañar nuestras imágenes”.
Un día antes, durante un mitin también de la coalición «Juntos Haremos Historia» con asistencia de David Monreal, cuando música y baile estaban muy animados, uno de los candidatos, Marco Flores, líder de la Banda Jerez, candidato a diputado plurinominal, lanzó al micrófono: “arriba las pinches viejas“.
Estos actos fueron condenados por las candidatas de los otros partidos por la gubernatura quienes se dijeron ofendidas: de Movimiento Ciudadano, Ana María Romo; del Partido Encuentro Solidario (PES), Guadalupe Medina Padilla y de la alianza PRI PAN PRD, Claudia Anaya Mota.
El acoso sexual es una violación a los principios de igualdad y no discriminación, y perpetúa el estatus subordinado de las mujeres al reforzar estereotipos de género y relaciones desiguales de poder.
Combatir y sancionar el acoso sexual contra las mujeres no solo hará que la política sea más incluyente, sino que fortalece nuestros valores humanos y democráticos.
Si vamos al fondo del asunto, no resulta desproporcionado condenar tales conductas en un país donde la violencia contra la mujer y el feminicidio es asunto cotidiano. Cuando menos las mujeres zacatecanas al emitir su voto deben recordar la falta de empatía hacia su problemática y sus requerimientos que exhiben estos aspirantes a ocupar cargos de poder político.
No se trata de novatez, al menos en el caso de David Monreal Ávila, quien ya fue coordinador de campañas, senador y alcalde de Fresnillo, y este es su segundo intento por la gubernatura. En 2016 perdió contra el actual gobernador, Alejandro Tello.
En la política, como en otras actividades públicas y privadas, ya hemos constatado por la difusión de movimientos (como #MeeToo y #MeTooCongress) y numerosos estudios académicos y de organizaciones sociales que las mujeres en diferentes lugares del orbe pueden sufrir acoso sexual, la mayoría de las veces por parte de hombres en posición jerárquica superior.
Juliana Restrepo Sanin, en su estudio sobre Machismo y violencia contra las mujeres en el mundo político, sostiene: «Las mujeres que se dedican a la política viven situaciones de acoso sexual y de violencia machista. En un ámbito históricamente ocupado por varones, resulta urgente erradicar las manifestaciones sexistas y modificar los patrones que reproducen el discurso patriarcal».
El amplio estudio, que analiza los ámbitos políticos de países como Estados Unidos, algunas naciones europeas y sudamericanas, incluido México, recomienda la creación de leyes y códigos de conducta para sancionar el acoso sexual en todos los espacios políticos, así como proteger a la víctima de posibles represalias o sanciones políticas y sociales.
En la Declaración de las Naciones Unidas se define la violencia de género como «todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública y en la privada».
En México la violencia política en contra de las mujeres por motivo de género está tipificada en la Ley General en Materia de Delitos Electorales, se adicionan los artículos 20 Bis y 20 Ter., donde se establecen XXII incisos para comprender las posibles conductas sancionables.
Lo anterior es parte de un decreto presidencial publicado el 13 de abril de 2020 en el Diario Oficial de la Federación, que comprende reformas y adiciones a diversas ordenamientos.
Aunque ya existía la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), antes quedaba a la interpretación de las autoridades calificar los casos de violencia política contra la mujer.
Con base en estadísticas de este órgano especializado se concluye que muchas víctimas de estos delitos terminan renunciando o actúan en contra de su voluntad, haciendo que los procesos electorales sean subvertidos y anulados.
Como afirma la periodista Jessica Valenti, el hecho de que tantos hombres exitosos sean descubiertos como acosadores sexuales en serie, no es un accidente, sino que es una consecuencia de las características que son vistas como deseables en los hombres políticos: agresividad y dominancia.
En muchos casos, la conducta de los acosadores es exaltada por el poder que tienen, por eso urge cobrar consciencia en que no es posible seguir premiandolos otorgándoles mayor poder.
Este problema ocurre en nuestro país desde hace muchos años, lamentablemente existe amplia bibliografía y un anecdotario periodístico vasto sobre el tema. ¿Quién no recuerda a aquél candidato presidencial que metía mano a las edecanes? ¿O al líder sindical que encumbró a una delegada estatal con sólo pedir “traiganme a esa flaca”?
Si queremos ser una mejor sociedad, en lugar de promover el abuso de poder optemos por distinguir las conductas de candidatos que promuevan la igualdad, el respeto, la inclusión, el diálogo abierto y el intercambio de ideas, valores fundamentales para la democracia.
Más allá de las cuotas de género -existentes en algunos partidos políticos y en el poder Legslativo-, se trata de que la sociedad avance en crear conciencia desde la niñez sobre la no discriminación hacia la mujer, avanzar en la igualdad y justicia para las féminas en todos los ámbitos, tanto privados y públicos.
Es necesario que en México se impulsen campañas de difusión y educativas que permeen a la población desde el aula, la familia, la política, a fin de cambiar las estereotipos existentes sobre los roles de género, pues la violencia de género no sólo afecta a las mujeres: tiene consecuencias nefastas para la sociedad.