Economía en sentido contrario: Banamex
OAXACA, Oax., 31 de agosto de 2020.- El ciclo escolar ha comenzado.
Con pronóstico reservado, las clases virtuales iniciaron este mismo lunes en todo el país.
Pocos momentos en nuestra historia reciente nos han mostrado de manera tan nítida, la existencia de dos o más Méxicos dentro de un mismo país.
Dos Méxicos regresaron a clases. El de quienes conviven cotidianamente con la tecnología y el de los que no.
Y es que educar y educarse en medio de esta monumental desgracia llamada COVID19 es más que un desafío.
Me atrevo a decir que a todos nos tomó desprevenidos. A los gobiernos, a los maestros, a los alumnos y a los padres de familia.
El primer día de clases, falló la plataforma zoom a nivel mundial y vimos a más de un docente sucumbir a las exigencias de las nuevas tecnologías de la comunicación.
Es indiscutible que la interacción maestro-alumno en el aula es insustituible.
Pero también es innegable la utilidad de las nuevas herramientas digitales para que nuestros niños y nuestros jóvenes aprendan más y mejor.
Dicho todo esto, los retos son inmensos. Pero hemos dado el primer paso.
Me duele decir que sin la pandemia de por medio, ese doloroso paso no se hubiera dado.
Los nuevos modelos educativos deberán tener en el centro del proceso formativo a la competitividad.
Debemos tener alumnos competitivos que se formen para ser ciudadanos, profesionistas, empresarios, servidores públicos, artistas o prestadores de servicios competitivos.
En estados como Oaxaca el reto es todavía mayúsculo. Nuestra condición histórica de retraso económico y social, conlleva el retraso tecnológico y digital.
El reto más urgente es la conectividad universal para que todas las regiones del estado puedan tener acceso a internet, y después que todos los estudiantes puedan tener computadoras, tabletas o teléfonos inteligentes que sirvan como herramientas de primer orden en el proceso enseñanza aprendizaje.
Nuestras y nuestros maestros tienen también que entrarle y entender que, no importando edad, origen o ideología, tienen que aprender a usar y aplicar las nuevas tecnologías para la educación digital.
Reitero: el papel del docente es insustituible. También lo es el de los padres de familia.
Pero la tecnología y las bondades que se puedan rescatar de este nuevo modelo cuando pase la pandemia, llegaron para quedarse.
Tenemos que hacer que las nuevas herramientas jueguen de nuestro lado.
Seguirá siendo para muchos una transición dolorosa, atropellada y hasta tortuosa y frustrante.
Pero al final habrá valido la pena.
Nunca es tarde para aprender cosas nuevas.