Día 21. No maten al mensajero; prensa sin seguridad democrática
OAXACA, Oax., 24 de agosto de 2020.- Más que cualquier otra coyuntura, la pandemia marcará un antes y un después en nuestras vidas. Es un parteaguas.
Cuando esto pase, muchas cosas volverán a ser como antes, pero muchas otras ya no.
A través de la dolorosa experiencia de enfermedad, muerte y secuelas, la Covid cambiará la vida de mucha gente en lo individual, aunque algunos otros, los que nunca se cuidaron y no tuvieron mayores complicaciones (que los hay) seguirán sus vidas con los mismos hábitos y la misma indolencia.
Pero el cuerpo social, la comunidad política sí que cambiará porque la pandemia ha traído consigo transformaciones en prácticas y procesos institucionales que antes eran poco atractivos para los tomadores de decisiones y para la misma ciudadanía.
Esas transformaciones vienen de la mano de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación que nos permiten, valga la redundancia, la comunicación y la toma de decisiones a distancia.
Videoconferencia, webinario, zoom, educación a distancia, conferencia en línea, son términos que, sin ser todos neologismos, han llegado para quedarse.
Nuevamente la necesidad y la fuerza incontestable de la realidad reforma nuestras prácticas.
Hoy quiero referirme brevemente a uno de los rubros que han sido tocados, desde mi punto de vista para bien: la educación.
La educación a distancia no va a remplazar el insustituible papel del maestro mexicano. No en el México de hoy. Ni en el corto ni en el mediano plazo. No sabemos que nos depare el futuro lejano, pero hoy por hoy los maestros, sobre todo en estados como Oaxaca, son misioneros que llegan donde casi nadie y casi nada (ni las computadoras y a veces ni las televisiones) llega.
Por ello me parece particularmente importante el acuerdo que Alejandro Murat amarró con Esteban Moctezuma y que firmaron y votaron todos los gobernadores, la gobernadora y la jefa de gobierno de la Ciudad de México, que subraya el papel insustituible de los profesores y que garantiza la vigencia de sus derechos, en tiempos donde muchos vieron en la nueva modalidad de educación a distancia, una oportunidad para desplazarlos.
Nuevamente la visión de Oaxaca se volvió a poner al centro.
Educar hoy a distancia me parece una iniciativa loable, aunque reactiva. Me resulta una decisión bien intencionada para no abandonar completamente a su suerte, a los niños y sus padres en el proceso formativo.
Y de cara al futuro dejará sembrada la semilla para que la tecnología se convierta masivamente en un poderoso auxiliar en la formación de todo aquel que se eduque, no importando el nivel, la edad o el lugar en donde viva.
La tecnología debe jugar de nuestro lado e indudablemente, con ella, las posibilidades de aprender y aplicar conocimiento son inmensamente más grandes que antes. Tenemos que aprender a convivir con ella para que saque lo mejor de nosotros.
Este nuevo programa dentro de la política pública de educación obliga a tomar otro tipo de decisiones gubernamentales que posibiliten el acceso universal efectivo a la internet y la cobertura paulatina de dispositivos como computadoras, tabletas y teléfonos celulares en todas las zonas de México para que se incorporen, también poco a poco, al proceso formativo.
Es una realidad innegable. Cada generación nace y crece diferente. Incluso he observado que cada generación nace diferente y no podemos ocultar a nuestros hijos de los avances tecnológicos.
Nuestra obligación es conocer esos avances nosotros como padres para vigilar su uso responsable y pertinente.