¿”Se oye bonito” o Plan de San Diego y Telegrama Zimmerman?
En la vida cotidiana y sobre todo en eso que llaman “la política” se ha vuelto un lugar común, perverso y pegador en una mayoría desempoderada, desinformada y omisa con su responsabilidad social, el crear enemigos ficticios o en el mejor de los casos inflados para que quien los pregona y difunde pueda reposicionarse, aparecer como víctima y de disminuir la imagen adversa que se procuran en el ejercicio unilateral, abusivo y prepotente del poder sin que necesariamente importe o sea definitoria la posición política, el partido, la ideología o al grupo de poder al que pertenecen y se deben. Aunque hay una gama amplia de ejemplos y motivadores, los que más se utilizan como señuelos son los accidentes, supuestos atentados, las denominadas conjuras, los ataques de enemigos inventados o inflados bastante alejados de la realidad y en ciertas épocas sobre todo del populismo y fascismo, los enemigos de lo que llaman patria, pueblo o quienes a los que el que lo promueve los califica, magnifica y procura como los buenos de los cuales no solo forma parte sino que el es el alfa y el omega y en consecuencia quien los encabeza y los representa mejor que alguien.
En la pasada administración en que los personajes que gobernaron que es un decir, eran los responsables de todos los males habidos y por haber, hubieron y proliferaron estas motivaciones que solo baste hacer referencia de tres de ellos: El litio como la panacea que nos iba a convertir en una potencia mundial y que envuelto en la bandera nacional cual Juan Escutia uno de los inventos de la historia oficial hechiza y maniquea, el ejecutivo en turno salió por todos los rincones del País a predicar y espetar que siendo patrimonio del “pueblo mexicano” en que por supuesto no estaban ni están incluidos una buena cantidad de mexicanos “aspiracionistas”, iba a declarar constitucionalmente producto soberano de ese pueblo que como parte sustancial de la manía por cierto bastante aspiracionista del grupo en el poder junto con considerar casi cualquier cosa que hacían y hacen como histórico, están llevando cualquier tema o asunto que necesitan validar y esperar que nadie pueda cambiar a la Constitución de la República que la han convertido después de tantos cambios y parches en una especie de dosier de cosas inútiles o listado superfluo de caches y cachivaches.
Ahora los informados y los especialistas que lo han sabido desde hace tiempo, están compartiendo el proceso nada sencillo para poder explotar el litio, las cuantiosas inversiones que tienen que tenerse y asignar para iniciar sin llegar a la explotación, para tener prospectivas de utilizar los yacimientos con los que se cuentan sobre todo en el norte del país que en comparación a los yacimientos en China, en los Estados Unidos y en Sudamérica donde hasta ahora se encuentran los mayores yacimientos mundiales, son ínfimos y con la penosa acción de haber creado una empresa gubernamental para explotar una quimera si no es que una balandrona. La “defensa” masiosare del maíz nativo que con argumentos ideológicos y nativistas me recuerdan a la corriente antropológica de los setenta del siglo pasado en que se creó una corriente inflamada de nacionalismo étnico en que una buena cantidad de temas fueron clasificados con el prefijo “etno” para que tuvieran ese halo de combate y bandera localista, y que como era lógico y visto, fue rechazado por el panel respectivo del TMEC sin que los “defensores” masiosares de la administración en turno tengan alguna estrategia para de verdad si pretenden apoyar la conservación y producción de los maíces nativos, apliquen medidasconcretas y sobre todo científicas para que además de conservarlos, eviten a la brevedad que por los costos del maíz transgénico que no causa los daños que señalan, predomine en la siembra y cultivos de los campesinos pobres que todavía se dedican al campo.
La reactivación de la fallida Mexicana de Aviación como una buena cantidad de las obras emblemáticas de la pasada administración, improvisadas, sin la manifestación del impacto ambiental obligatoria, de ocurrencias y sobre todo sin un plan de negocios específico, es otro fracaso claro y contundente con la gran carga que se ha financiado con dinero público para además de haber transportado hasta ahora poco más de 300 mil pasajeros con vuelos con no más de tres pasajeros ante los índices de otras líneas en México de más de 24 millones de personas y ahora en los últimos días cancelando la mitad de sus rutas concesionadas y quedándose con ¡dos aviones! en su flota. Por si algo faltara, habrá que agregar el anuncio con bombo y platillo de la administración en turno que en breve se asignarán ootra vez recursos públicos, para producir los primeros vehículos eléctricos sin que tengamos la infraestructura necesaria y aceptando sin conceder que ya probaron con suficiencia que no van a ser corto circuito o balines.
Gerardo Garfias Ruiz