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Tigres de Arena
El próximo 22 de diciembre se cumplirá un aniversario luctuoso más del sacrificio de José María Morelos y Pavón en San Cristobal Ecatepec.
En este marco, es relevante recordar los juicios que se le instauraron al prócer y que al día de hoy continúan siendo comentados por profesionales y aficionados a la historia.
José María Morelos y Pavón fue capturado rumbo a Temalaca, un 5 de noviembre de 1815, de acuerdo a un parte emitido por el teniente realista Manuel de la Concha.
Desde su captura hasta su llegada a los calabozos de Santo Domingo transcurrió una gran travesía en condiciones deplorables y de máxima secrecía, en función de la peligrosidad que representaba para el gobierno virreinal.
A Morelos se le instauraron juicios ante tres tribunales: el de la Jurisdicción Unida, el del Santo Oficio y el militar.
El primero, fue un juicio político que intentó justificar la actuación de las autoridades coloniales ante el rey de España y legalizar la última pena al acusado. En el mismo se contrastaron las posiciones jurídicas, políticas e ideológicas entre España y América.
El segundo, el de la Inquisición, se adentra en la vida del héroe, es decir, sus estudios, patrimonio, relaciones personales, lecturas y se le enjuicia por causa de sus convicciones filosóficas y políticas y eventualmente condenarlo por herejía.
Finalmente, durante el tercero, que fue el militar, se cuestionó al vallisoletano sobre sus campañas, estrategias, contactos en el extranjero y planes para vencer en dicha guerra.
De los tres procesos han quedado un gran número de interpretaciones académicas, mismas que han generado versiones historiográficas que han puesto en cuestión la figura del héroe y su carácter mítico. Aquí no se pretende defender ni una ni otra visión sino simplemente rememorar lo acontecido.
Desde lo estrictamente jurídico, el juicio eclesiástico no debía habérsele instruido en función de haber renunciado él a su ministerio desde el momento en que se calzó las botas de guerra cuando abandonó Carácuaro. En el imaginario popular, al igual que con su maestro Miguel Hidalgo, persisten las ensoñaciones de un clérigo en rebeldía y no la de un generalísimo, cabeza de una nación emergente.
En los dos primeros juicios se proyectó defenestrar la posición ideológica de Morelos y dejar plasmado en las actas la supuesta retractación del cabecilla y sedicioso, según autoridades peninsulares. Dentro del eclesiástico, se le hace firmar al acusado una abjuración —que no tuvo efectos— para justificar el actuar del tribunal inquisitorial.
En el tercer juicio se buscó siempre obtener declaraciones comprometedoras y debilitar su posición y liderazgo desde lo político y militar. Aquí se expone el polémico Plan de Pacificación y el estado que guardaba la nación insurgente.
A lo largo de los juicios hubo inconsistencias, alteraciones, pruebas de mala fe y momentos que no fueron registrados. Fuera de los procesos, asimismo, se mantienen en la memoria romántica los relatos alusivos a la virreina intercediendo por la vida de Morelos, al de la visita del virrey al calabozo del acusado y al del proyecto de suicidio del prisionero.
Más allá de lo interpretado y estudiado a partir de lo generado fuera de actuaciones judiciales, este episodio histórico ha generado numerosas versiones y perspectivas sobre la figura del Siervo de la Nación. Sin haber sido dotado de “avíos de escribir” formalmente para plasmar su forma de pensar, los documentos más controversiales son aquellos a los que las autoridades virreinales consiguieron colocar su firma para lograr así construir una versión de Morelos que sepultara el entusiasmo entre sus adeptos.
Quedan aún cientos de horas de estudios y acercamientos académicos para ampliar la comprensión de uno de los capítulos más importantes de la historia nacional.
Sirva este último artículo del 2023 para rendir humilde homenaje a la memoria de José María Morelos y Pavón, quien como todos los 22 de diciembre cumple un aniversario luctuoso más.
Cierro citando a mi desaparecido amigo José Herrera Peña, quien siempre fue referencia en esta temática: “El héroe no necesita defensa. Es el espejo de la nación, una de las expresiones mejor logradas de nuestro pueblo y un personaje lo suficientemente grande y fuerte para defenderse por sí mismo a través de los tiempos.”
Nota: Este columnista regresará el miércoles 10 de enero. Felices vacaciones a quienes han tenido la gentileza de seguir este espacio.
Bismarck Izquierdo Rodríguez
Secretario de Cultura del CEN del PRI
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