Dos meses de huelga, miles de asuntos pendientes
CIUDAD DE MÉXICO, 5 de septiembre de 2018.- La construcción de una nueva república o de una 4ª transformación requiere de una destrucción del viejo modelo priísta de sistema/régimen/estado, pero López Obrador y Morena sólo han definido hasta ahora la misma república priísta.
Los sistemas/regímenes/estados no pueden inventarse con los mismos políticos del pasado que se quiere destruir.
De ahí el concepto de transformación que ha usado López Obrador, en luchar de una nueva república o de plano una cuarta revolución.
De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, transformar tiene cuando menos tres acepciones: cambiar de forma, transmutar como convertir algo en otra cosa o mudar como remover algo.
Del triángulo del poder en México sistema político, régimen de gobierno, estado constitucional, el primero es el que determina los otros dos.
Y el sistema político mexicano es, por estructura y equilibrios de poder, priísta.
En el 2000-2012 Fox y Calderón prefirieron trabajar con el sistema priísta porque el PAN no era un partido-sistema.
Como se ha configurado con la pedacería del viejo priísmo, Morena tampoco va a construir un nuevo sistema político.
Ahí se localiza el desafío de república y transformación: construir un nuevo sistema político.
Sin embargo, los primeros indicios formales revelan que López Obrador va a mantener el viejo sistema político priísta, sólo que ahora con el nombre de Morena.
Aunque el sistema político priísta se creó antes de la teoría de los sistemas políticos y supo de su existencia muy tarde y el teórico canadiense del sistema político en 1953, David Easton, no conocía de la existencia del sistema priísta, el caso es que los dos se han complementado a posteriori.
Para Easton el sistema político es el espacio en el que se dan interacciones entre los participantes en la vida política y existe una fuerza que distribuye de manera autoritaria valores y beneficios.
Las tres características del sistema político de Easton son: el espacio de interrelaciones, la existencia de valores y la distribución autoritaria; al primero le llama caja negra, al segundo los beneficios y al tercero el poder supremo.
Aplicados al sistema mexicano, la caja negra es el PRI, los valores como riqueza y el poder que reparte es el presidente de la república.
Ahí están los tres pilares que señaló Daniel Cosío Villegas –sin citar y sin conocer el modelo de Easton– en su ensayo El sistema político mexicano de 1972: el PRI, el PIB y el presidente, ahora definiendo el modelo que viene: Morena, el presidente y el presupuesto-PIB.
Por tanto, en la realidad no existe ninguna nueva república muñozledista y la 4ª transformación es en realidad la única que ha tenido México desde la Constitución de 1917: el sistema político presidente-partido.
Y ello ocurrió en el docenato panista, porque la clase política es la misma que encontró en la caja negra sistémica las posibilidades de su supervivencia como clase política dominante.
Lo que las élites priístas y sus relevos panistas y ahora morenista y hasta priístas-no priístas tampoco han entendido es que la dinámica de la sobrevivencia del sistema priísta se localiza también en el propio sistema.
Este modelo se llama, a partir de los organismos vivos, autopoiesis: los sistemas mutan por sí mismos y obligan a las élites a mutar para no morir.
Por eso Morena y el nuevo presidente de alternancia de élites van a mantener por supervivencia en el poder del mismo sistema político priísta ahora como Morena.
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