Día 16. Por qué Trump tiene altas posibilidades de ganar
LA X EN LA FRENTE
Alguien dijo -no se sabe bien si fue Aristóteles – que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla.
Desde ahí viene probablemente la tradición de la importancia de conocer la historia.
En la escuela recibimos lecciones de historia del universo, del mundo y de los países.
Y la historia patria ocupa un lugar de privilegio.
Pero la historia oficial es la que se enseña. Y bien sabido es que “la historia la escriben los vencedores”.
En México, como en la gran mayoría de los países de latinoamérica, la historia se enseña como una novela.
Es un relato de permanente tensión entre dos fuerzas antagónicas: buenos y malos.
Así, su comprensión y memoria viene en binomios: aztecas contra el resto de los pueblos originarios; españoles contra pueblos originarios, criollos contra peninsulares; criollos contra meztizos; meztizos contra indígenas, liberales contra conservadores; federalistas contra centralistas; monárquicos contra republicanos; políticos contra tecnócratas y un largo etcétera que pervive hasta nuestros días.
La historia de México es entonces una dialéctica ente buenos y malos a la que los historiadores han contribuido de una manera decisiva, especialmente los que escriben novela histórica.
La historia no se estudia y no se enseña desde una perspectiva crítica, sino desde un programa político ideológico oficial. La historia se convierte en doctrina. Y así es hasta nuestros días.
Uno de los últimos debates que muestra con elocuencia cómo la historia oficial es plástica, es el relativo al 12 de octubre.
Todos quienes estamos leyendo este texto participamos de diferentes formas de lo que hasta hace poco era tenido unánimemente por una gran celebración.
Era el Día de la Raza. Y hoy mismo, en algunas instituciones educativas se siguen suspendiendo clases ese día.
Una de las pocas cosas que teníamos que saber obligadamente era quién descubrió América. Y los más aplicados se sabían incluso el año del descubrimiento y el nombre de “las tres calaveras”.
Había venido siendo una gran celebración. Incluso, el equipo de fútbol más popular de México tiene su nombre y la celebración de su fundación inspirado en esta invención cívica.
Y no es cosa menor. El fútbol es todavía el deporte nacional de México y el América el club que más pasión sigue despertando.
¿Qué se celebraba el 12 de octubre? Nunca lo supimos bien a bien. Como muchas cosas que hacemos los mexicanos, inconscientemente recibíamos el día de asueto y celebrábamos el asueto mismo.
Desde que la centro izquierda llegó a la Presidencia de México, la consideración de la política como discurso volvió a brillar.
Para el nuevo gobierno desde 2018 las palabras volvían a ser importantes y la “transformación” tenía que ver -antes que con cualquier contra cosa- con la realidad que vive en el lenguaje.
Fue la primera ves que le exigimos, en voz de nuestro Jefe de Estado, a España una disculpa pública por la “conquista”.
Y a partir de ahí, la conquista dejó de serlo para convertirse en invasión, saqueo, explotación, enfermedades, muerte y destrucción.
A partir de ese momento dejábamos, en el discurso oficial, de ser hijos de España e iniciábamos, junto con la cuarta transformación, una tercera independencia.
España dejaba de ser la “Madre Patria” porque ya no había peligro de orfandad. Volvimos a reconocer maternidad indiscutible y volvimos a ser hijos absolutos de nuestros pueblos originarios.
Reinventamos nuestro linaje y justificamos la incompatibilidad de lo español con los indígena cerrando el círculo de nuestra dialéctica permanente: lo bueno es lo indígena; lo malo es lo español.
Seguramente así se empezará a contar, desde las escuelas, la historia oficial a nuestros niños, y el 12 de octubre poco a poco se irá diluyendo entre los restantes 364 días.
Probablemente algún día terminemos cambiándole de nombre al continente y hasta al equipo de futbol.
Una muestra más de la importancia de las palabras, especialmente cuando se usan desde el poder.
*Magistrado Presidente de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca