La Constitución de 1854 y la crisis de México
CIUDAD DE MÉXICO, 8 de marzo de 2020.- Las marchas que se realicen este día en México y en el mundo, por el día internacional de la mujer, serán cruciales en el repunte de un movimiento que exige lo que la sociedad le ha robado a las mujeres a lo largo de épocas. Pero no serán completas, si a ellas no se suma el otro género, el que es señalado con el dedo índice como el culpable de esa degradación. Dejarlos a un lado es enfrentar una lucha que de hecho se libra contra los que perdieron hace mucho el valor humano de la vida y se ensañan contra el otro género. Con todas las cargas que lo poderes, las iglesias, las leyes, les adjudicaron, hay grandes sectores masculinos que han asumido un cambio y otros, -sobre todo los jóvenes-, que reflexionan sobre el llamado acuciante que les hacen las mujeres. Y no es para menos, esa otra parte, está inserta indefectiblemente a sus vidas: son sus padres, sus hijos, sus hermanos, sus nietos, sus amigos. Los gritos, las injurias, la posible violencia, que esperamos que no se de, solo exacerbará un acto que requiere ya, de calma, congruencia y propuestas reales, aunque la indignación de tantos siglos contenida, se suba hasta el cuello.
Las marchas serán fundamentales frente a un paro que será pasivo
La presencia, las voces, las consignas emitidas a gritos, serán fundamentales este día, que por primera vez se celebrará en medio de la exaltación colectiva. En gobiernos anteriores, que deidificaron desde el poder la supremacía del hombre en sus leyes, puestos y predominio permanente, no se daba porque la concepción femenina ya instalada desde tiempo atrás, no tenía tantos asideros. Hacía falta un gobierno abierto, contra el que ahora se lanzan sin la reflexión necesaria, porque solo en un sistema abierto se puede luchar más ampliamente. Puede ser contradictorio, pero es en los gobiernos progresistas y socialistas y verdaderamente democráticos, en los que la protesta es más amplia porque hay más permisidad.
Pese a su lucha las mujeres no han cambiado el mundo. Hoy lo harán
Con ejemplos en todas las épocas de mujeres que rompieron el molde de la pasividad, es en el siglo 19 en el que las primeras propuestas rebasan los ámbitos tradicionales. Mucho se ha escrito sobre ello, pero es en el arte en el que impusieron su presencia no solo como creadoras, sino como modelos, inspiradoras y en determinados momentos orientadoras de artistas que trascendieron gracias a ellas. Pero aún así, su papel era secundario. En Mujeres de artistas (Diana 1994), libro anecdótico de Jean- Paul Clébert, se abordan desde la antigüedad hasta el siglo anterior, los muchos casos de mujeres notables que inspiraron, pero a la vez tomaron la batuta en la pintura, la literatura, la poesía, la música. El repunte que se ve en México en las universidades, en los medios de comunicación, en el ámbito de la salud, para poner unos ejemplos, ya se vislumbraba desde hace mucho pero era acallado ante una sociedad que privilegiaba -y privilegia -al hombre. El libro cuya portada ostenta el Desayuno en la hierba de Edouard Manet hace un recorrido entre sirvientas, protectoras, mecenas, mediadoras, musas y otros tipos, frente a muchos casos de esposas pasivas que eran reducidas a lo doméstico del artista. La reacción se daba, según se desprende de algunos señalamientos del autor, en la permanencia vital, que ejercían no solo en cuadros, letras y música, en las que ya mostraban de esa manera el poder femenino en la vida del hombre. La portada del libro, ya plantea el reconocimiento que buscan plenamente las mujeres de hoy: “En ese brillante ensayo de Jean Paul Clébert basado en una sólida investigación histórica, las rehabilita ubicándolas en el lugar que realmente ocuparon”