
Batallas
OAXACA, Oax., 29 de abril de 2018.- La violencia en nuestro país se ha vuelto señora, de tal suerte que se le teme y se le respeta.
La señora se contonea y se señorea por nuestras calles, pueblos y ciudades, con su coquetería embruja y manipula a los más ignorantes y a los más pobres.
Ella es tan real que está creando todo una cultura basada en ella, en sus contornos, en su naturaleza, canciones, literatura, cine, modos de vida, su ideología envuelve a los ciudadanos mexicanos.
La violencia, de tanta compañía, se ha vuelto comparsa indispensable en nuestras relaciones sociales, políticas, culturales y económicas.
La tienen las y los que la sufren y las los que la combaten, pero es tan poderosa que también ha idiotizado a las propias autoridades.
Como el hombre es malo por naturaleza, es pecador, lo dominan las pasiones, la violencia es parte de ellas, estar en una sociedad en donde la violencia se ha internalizado en nuestras vidas, al tocar al hombre apasionado, encuentra su lecho natural, encuentra su morada, su nicho, su casa.
Por estas razones, se expande como la peste, se multiplica, por fin ha encontrado su lecho natural: el hombre. La modernidad y la modernización han combatido las instituciones, las creencias, las normas, los principios y las ideas que limitaban la violencia en el hombre.
La religión le establecía límites, por el temor de ir al infierno, la muerte de Dios significa libertinaje a secas.
Las fuerzas de coacción del Estado también se han limitado, por el temor de ser enjuiciados por violación de los derechos humanos.
La creencia muy bien difundida por la sociedad de consumo, de que la libertad no tiene límite, orilla a los hombres a cometer las peores acciones que nacen precisamente de esta supuesta libertad, hasta de matar, de alguna manera, los permisos amplios para portar armas va en este camino.
Las normas jurídicas se han relajado en virtud de los derechos de la persona y de sus garantías constitucionales, incluso otorgan ya permiso para delinquir. En medio de tantas normas, maraña de ellas, el delincuente siempre encontrará un resquicio para su impunidad.
El liberalismo, el existencialismo, todas las filosofías que hacen del sujeto el centro de todo, mucho tienen que decir del auge de la violencia.
La sociedad líquida es el lugar más natural para la nutrición de la violencia.
La voluntad de poderío subsume al ser humano hasta el éxtasis. Todo ser humano de hoy en día se asemeja a Zaratustra. Algunos sueñan en Hitler, en superhombre, todo lo pueden, no es extraño que las películas y series de matones tengan tanto éxito.
Recordando a Hobbes, hoy el hombre es el lobo del hombre, o a Spinoza que dijo que está en la naturaleza humana el dominio de sus pasiones.
Los nuevos teóricos del Estado, del gobierno, de la Administración Pública, no cesan de abogar por el Estado mínimo, por el gobierno constreñido, por una administración raquítica y desnutrida.
Estos teóricos son precisamente los culpables del aumento de la violencia, de la misma manera los servidores públicos supuestamente preparados en el extranjero, en Harvard, o en las universidades nacionales como el Tecnológico de Monterrey o en el ITAM, con la idea de la austeridad del Estado destinan exiguos presupuestos para la acción coactiva del Estado, ellos también llevan en sus hombros la muerte de miles de mexicanas y mexicanos.
Las corrientes teóricas sobre el Estado, la sociedad y la ley también matan, de eso puede estar usted muy seguro.
Estos teóricos sociales se comienzan anidar en las universidades mexicanas desde los años cuarenta, por fin, de tanto picar piedra, florecen en la década de los ochenta, encuentran lugar ante el decrecimiento de la ideología de la Revolución.
Adquieren personalidad, nombre, prestigio, invaden todo el gobierno y la administración pública, declaran la muerte a su principal enemigo: el Estado.
No es casual que los principales portadores de esta ideología sean los De la Madrid, los Salinas, los Zedillo, se recrudece esta ideología con la llegada del derechista Partido Acción Nacional al poder con Fox y Calderón.
No es casual que bajo estos gobiernos panistas, el Estado se reduce al mínimo, de esta manera, por lógica aumenta la violencia.
A la señora violencia que nace en las entrañas de la sociedad y en la naturaleza humana, se le debe combatir a partir de la reconstitución de un nuevo Leviatán, del Estado, quien por cierto debe de tener el monopolio de la violencia, de su ejercicio en territorio determinado, y no estar en manos de los criminales y de los violadores de la ley.
Reconstitución del Estado de derecho social debe ser el proyecto más inmediato de los mexicanos so pena de ver en el futuro próximo, cómo la sociedad se autodestruye a sí misma por la falta de orden jurídico que al final es el Estado, el Leviatán.