Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 1 de enero de 2019.- Con el nuevo año y un nuevo gobierno, muchas cosas deberían de cambiar de fondo.
Una de ellas es el alcance de las universidades mexicanas.
Por ejemplo, los niños han sido escasa materia de su ocupación, pese a que la extensión universitaria debe abarcar toda lo que se mueve en un país.
La existencia de un sistema educativo primario ha sido la justificación.
Quizá por eso uno se sorprende de ver de que manera instancias de alto nivel de algunas universidades, se ocupan de los infantes.
En este caso me refiero a la fundación que tiene el Colegio de Posgraduados (Colpos) de la Universidad Autómoma de Chapingo (UACH) cuya editorial ya hemos mencionado en estas crónicas.
Desde hace tres años creó un programa para impulsar en los niños el conocimiento de la ciencia con métodos desligados de la educación tradicional respecto a la cual, hay una postura crítica.
Se trata de ediciones que cumplen entre otras, dos funciones primordiales: destacar la calidad científica y los exponentes que tiene el país en algunos sectores, así como la vinculación que puede haber entre aquellos y una niñez que empiece desde temprano a penetrar en la importancia de la ciencia.
La idea se antoja extraordinaria y el futuro científico que esperaría a México, si todas las universidades cumplieran realmente sus funciones.
LAS UNIVERSIDADES DEBEN CUMPLIR SU PAPEL
No fue muy fuerte lo ocurrido recientemente con la disminución de los presupuestos, pero desde luego el zangoloteo si caló en algunas universidades.
Los presupuestos dan paso a equivocada aplicación, a ciertos lujos que no se pueden dar en momentos tan precarios -ni en los otros-, y a un cuestionamiento que es más profundo: ¿están la universidades a la altura del desarrollo académico y científico que necesita el país, es urgente plantear un nuevo modelo o revisar el que se tiene?
Las funciones fundamentales de las universidades, academia, investigación y extensión, ¿se cumplen realmente a todos los niveles?
Hubo protestas que más bien se centraban en el dinero, pero ante el revire del actual gobierno al fijar un presupuesto similar al del año anterior, previo recorte en otros rubros, hizo aparecer el tercer punto que mencionamos y la reflexión se instaló aunque de manera lenta: ¿están las universidades mexicanas a la altura de lo que necesita el país?
MUJERES EN LA CIENCIA EN EDICIONES PARA NIÑOS. CIENTIFICOS A NIVEL HUMANO
La Colección Cuete a la Luna dada a conocer desde 2016, fue impulsada por el editor general de la Fundación Colpos, doctor Said Infante Gil, también maestro adscrito al colegio, quien lanzó un sistema sencillo para acercar a los científicos de esa universidad, a la infancia mexicana.
Un niño hipotético hace preguntas a un grupo de científicos especializados en Agronomía, Biología, Historia, Matemáticas/Estadística, Sociología, Bioquímica, Microbiología y Química y va penetrando en sus vidas, en los niños que fueron hasta llegar a los doctorados que ahora dominan, la esencia de cada disciplina y su importancia en la vida de un país.
Se presenta la idea en forma amena, al grado de que nos enteramos de las travesuras que cometían en su niñez sesudos e importantes hombres y mujeres de ciencia.
La primera edición La ciencia y yo tuvo tanto éxito que en 2018 se lanzó el tomo 2 ( cuatro de Cuete a la luna) del mismo género, con mayor número de científicos verdaderos, en la entrevista del niño hipotético.
De este tomo hemos seleccionado a dos mujeres, Yolanda Salinas Moreno, doctorada en Fisiología Vegetal y Emma Zavaleta Mejía, bióloga con posgrado en Fitopatología y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias desde 1994.
Lo singular en el primer caso de una mujer que tiene maestrías y doctorados, es que su especialización la dedicó a investigar la calidad del maíz ¡para hacer tortillas!.
En ese caso vemos como la ciencia se acerca a lo más común y sencillo de la vida del mexicano, la elaboración de ese pan de maíz que es parte de la alimentación diaria de los pueblos.
En el segundo caso, Zavaleta, maestra emérita del colegio, ha dedicado su actividad científica a la Fitopatología, la enfermedad de las plantas y ha trabajado durante décadas no solo a nivel práctico sino a formar maestros especializados en ese tema para defender la gran riqueza que el país tiene en su vida vegetal.
Dos mujeres científicas, extraordinarias, en un nuevo año que promete mucho.