Economía en sentido contrario: Banamex
CIUDAD DE MÉXICO, 13 de enero de 2018.- ¿Puede llamarse democrático un país en donde los niños empiezan a trabajar desde los tres años? Acapulco, la bahía esplendorosa que en otro tiempo impresionó al mundo, es hoy el centro de trabajo de una multitud infantil que sin duda forma parte de los 93 mil 513 niños que CONEVAL señala que viven en pobreza extrema en ese lugar. El puerto guerrerense, motivo de canciones y poemas, tiene ahora la población más pobre y los niños acapulqueños en situación extrema representan el 12.1 por ciento de la población de la entidad. Se les ve descalzos en las playas, desnutridos, buscando congraciarse con el presunto cliente, agitando abanicos, presumiendo sus mercancías, conversando. A ellos se suman otros infantes que vienen de la sierra y que aprovechan la temporada alta para vender baratijas para luego regresar a sus tierras y sumarse a la siembra del maíz. En algunas regiones son utilizados para extraer la goma del opio, para lo que se necesitan personas de menor tamaño por la delicadeza del procedimiento. Según datos publicados, alrededor del 42 por ciento de la heroína que recibe Estados Unidos, proviene de Guerrero y es procesada en buena medida por niños. Ellos forman parte de un alto porcentaje de los más de 3 millones y medio que integran la población, orillados a dejar sus hogares o expulsados por el hambre en busca de un turismo nacional que en lo general , se muestra omiso. Adultos de todas las edades -algunos ancianos-, recorren la playa bajo el rayo del sol, para vender sus propias artesanías, pero la limitación de los visitantes, los contiene. Hemos visto personas a punto del llanto por la sequía de sus ventas. La violencia que se expresa en los pueblos -a principios de enero fueron asesinados once guardias comunitarios y todos los días hay muertes violentas- agudiza la situación de un estado que está en el tercer lugar de pobreza en el país. Desolación, dolor, ¿podrá alguien decir con voz demagógica que estamos en un mejor país?
POR EL MAR DEL (PACÍFICO) ANDA UN BARCO DE PAPEL
Las riberas de Acapulco están en el Pacífico, pero aquel libro que Nicolás Guillén (1902-1989) le dedicó a los niños está en el Caribe. En la pluma universal del gran poeta de la negritud, caben también todos los niños acapulqueños y en general los guerrenses, morenos, alegres en su pobreza, ansiosos de cambiar al país como me dijeron algunos de ellos; ante todo, el lindo Obed de 8 años. Por el mar de las Antillas anda un barco de papel (Editorial Gente Nueva, Habana Cuba, 1982) fue escrito por el Poeta Nacional de Cuba, cuando tenía 45 años. Pero fue en 1979, en la celebración del Año Internacional del Niño, cuando los 34 poemas que integran la edición iluminaron al mundo con su belleza y ritmo y desde entonces, grandes artistas del diseño, dibujo y la canción la han retomado para expresar a su vez, su propio talento. Dos de ellos han sido los artistas argentinos Horacio Elena y la cantante Marina Baggio. Recuerdo haber visitado al poeta a principios de los ochenta del siglo pasado, cuando convalecía en un hospital de la Habana. Era un hombre tierno que en primer lugar se interesó por la situación de nuestro país. Por ese entonces, el actor Claudio Obregón solía declamar en actos públicos uno de Los poemas del alma, de Guillén dedicado a la Revolución cubana, que les había permitido a los niños y a los negros otra perspectiva de vida. El poema se llama Tengo, “Tengo, vamos a ver, tengo lo que tenía que tener…” En el libro que nos ocupa, pueden encontrarse expresadas en poesía, adivinanzas, sones, canciones y fábulas. Y son de un colorido extraordinario los dibujos y diseños de Horacio Elena en la edición de Salamanca, Loguez Ediciones 1984.
Comparto los dos primeros versos de,
UN SON PARA NIÑOS ANTILLANOS (que dedico a los niños guerrerenses)
Por el mar de las Antillas
anda un barco de papel
Anda y anda el barco barco
sin timonel
De la Habana a Portobello
de Jamaica a Trinidad
anda y anda el barco barco
sin capitán.