La Constitución de 1854 y la crisis de México
CIUDAD DE MÉXICO, 30 de octubre de 2019.- Aquí no sabemos si la supuesta detención de Karime Macías es parte de una traición del presidente López Obrador –traición de su gobierno–, a su aliado Javier Duarte.
Tampoco sabemos si el proceso en libertad de la señora Karime Macías es una simulación para declararla inocente, junto con su esposo, el ex gobernador de Veracruz.
Lo que si sabemos, sin embargo, es que el presidente López Obrador no suele traicionar a sus aliados sino que, al contrario, paga con creces a todos aquellos que lo ayudaron a llegar al poder presidencial.
En algunos casos, incluso, a políticos y empresarios les ha pagado con jugosos negocios, todos sin licitación; a otros pago con importantes puestos, como regalar a sus esposas un lugar en la Suprema Corte o con una secretaría de Estado para la pareja y, en el extremo, el presidente Obrador llegó a pagar con impunidad, como es el caso de Manuel Bartlett.
Por eso resulta no sólo sorpresivo sino desconcertante que –a petición de la leal Fiscalía General–, el gobierno de México haya solicitado la detención de la esposa de Duarte, con fines de extradición, como si se tratara de una peligrosa criminal.
Pero no, que nadie se alarme, la detención de Karime Macías en Londres no necesariamente es una noticia negativa para el aliado del presidente, el ex gobernador de Veracruz.
En realidad se trata de un procedimiento que busca cerrar el caso para que, muy pronto, los aliados veracruzanos del presidente Obrador puedan gozar de su fortuna sin ningún remordimiento y sin la molesta persecución de la justicia.
¿Cerrar el caso para dejar en libertad a Duarte y a su esposa?
En efecto, son muchos los indicios de que la Fiscalía General, de Alejandro Gertz Manero, se prepara para cerrar el “caso Duarte”, como se lo pidió su jefe, el presidente Obrador, una vez que el ex gobernador de Veracruz cumplió a cabalidad los compromisos contraídos.
En efecto, como lo dijimos aquí desde el 2 de febrero de 2016, el entonces gobernador de Veracruz, Javier Duarte, se comprometió a financiar no sólo el nacimiento de Morena en esa entidad sino pagar su participación en la campaña morenista al gobierno estatal de ese año.
Sin embargo, como todos saben, los cálculos políticos de Duarte fallaron y la elección estatal de ese año la ganó el ex priísta vestido de panista, Miguel Ángel Yunes, quien llevó a prisión a no pocos ex colaboradores de Duarte, luego que el propio Duarte fue enviado a prisión por órdenes del gobierno de Peña Nieto.
Como también lo documentamos aquí a lo largo de los años, desde 2016 el entonces candidato presidencial y luego el presidente López Obrador se convirtió en defensora ultranza de Javier Duarte, a quien el hoy presidente le dio calidad de “chivo expiatorio” del gobierno de Peña.
Y fue tal el compromiso de López Obrador hacia Duarte que luego de la victoria de Morena en Veracruz, en la elección de 2018, el nuevo gobernador, Cuitláhuac García ordenó a su llegada la liberación inmediata de todos los colaboradores de Duarte; aquellos que Yunes llevó a prisión acusados de saquear las arcas estatales para financiar al Partido Morena.
¿Por qué la pronta liberación de los cercanos al ex gobernador Duarte?
La respuesta es elemental: porque esos exfuncionarios públicos habrían operado la transferencia de recursos públicos al partido Morena y porque esos apoyos llevaron al poder a Cuitláhuac García y aportaron millones de votos a favor de Andrés Manuel López Obrador.
Pero el verdadero trasfondo de la detención de Karime Macías parece ser una simulación para recuperar la escandalosa caída en los niveles de popularidad y aceptación de López Obrador.
Y es que luego del fracasado operativo de Culiacán, los niveles de aceptación de AMLO cayeron a su nivel más bajo en los primeros 11 meses del gobierno. Según distintas encuestas, la popularidad ya cayó abajo del 60 por ciento, mostrando variaciones entre 55 por ciento y 59 por ciento.
Es decir, con la detención de Karime Macías no asistimos a una traición del gobierno de López Obrador a su aliado Javier Duarte, sino a la simulación presidencial para detener la caída de la imagen y la popularidad presidencial.
Es decir, se trata de una detención “engañabobos”.
Al tiempo.