Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
CIUDAD DE MÉXICO, 22 de mayo de 2019.- En La Biblia, Libro del Éxodo, se narra cuando Moisés recibió de manos de Dios (o Jehová), las Tablas de la Ley en el monte Sinaí. Son diez mandamientos sagrados para los creyentes y para quienes presumen serlo. El octavo dice “no mentirás”.
Nuestro presidente, hombre de fe, dijo el pasado 9 de abril en Campeche que “mentir es pecado, la verdad es revolucionaria y es cristiana”.
Pero la política, en buena medida, es consustancial a la mentira por más creyentes y devotos que sean los gobernantes.
Si en la vida cotidiana es prácticamente imposible vivir sin mentir varias veces al día (¿Cómo estás? Muy bien, gracias, aunque nos esté llevando una salmonelosis), en el ejercicio del poder la mentira se ha vuelto rutina. Sobre todo en este sexenio.
Tan sólo la semana pasada el presidente nos recetó una colección de mentiras y medias verdades que ilustran esta compulsión, más populista que bíblica, por hacer creer que su palabra está por encima de la realidad.
No me refiero a lo expresado en Palacio Nacional luego de darse a conocer que la economía tuvo un crecimiento negativo en el primer trimestre del año, y el que fustigaba a sus antecesores «neoliberales» por crecer a tasas de dos y tres por ciento, califico de «requetebién» la economía que en sus manos cayó a -0.2 por ciento.
Eso fue hace como 15 días. Hablo exclusivamente de algunas de las que dijo la semana pasada.
Mandó al Congreso, para su discusión y análisis, el Plan Nacional de Desarrollo, que en su primer capítulo, página 14, a la letra dice: “Tal es el propósito de tipificar la corrupción como delito grave, prohibir las adjudicaciones directas…”
Una investigación del diario La Jornada (martes, 20 de mayo, de Fernando Camacho Servín) nos dice que el 75.7 por ciento de los contratos del gobierno en este año se han dado por adjudicación directa.
¿Más datos? De los 52 mil contratos de obra pública y prestación de servicio que han salido este año, 39 mil 397 se han entregado mediante el esquema de adjudicación directa, tres mil 400 por invitación restringida, y sólo el 17.6 por ciento (nueve mil 204) fueron por licitación pública.
¿Qué pasó? ¿A cuál presidente le creemos? ¿Al que prohíbe las adjudicaciones directas, o al que adjudica de manera directa el 75.7 por ciento de la obra pública y prestación de servicios?
Con motivo de la contingencia ambiental en la Ciudad de México, dijo:
«No es por presumir o hacer enojar a mis adversarios, pero cuando fui Jefe de Gobierno sólo en un día hubo contingencia».
Durante su jefatura de Gobierno hubo tres contingencias ambientales en la capital.
El 18 de septiembre de 2002 (con 242 puntos IMECA).
El 25 de diciembre de 2003 (176 puntos), y se levantó el 26.
El 1 de enero de 2005 (181 puntos), y se levantó al día siguiente.
Tales contingencias ocurrieron cuando la Fase 1 se activaba a partir de los 175 puntos IMECA.
¿No mentir?
El martes de la semana pasada anunció que renunciaría a su facultad de condonar impuestos, y asumió «el compromiso que durante el sexenio no hay condonación de impuestos».
Según los datos del SAT, en este sexenio sí ha habido condonación de impuestos.
Durante el primer cuatrimestre el SAT condonó multas por 293 millones de pesos a 463 contribuyentes: 290 personas morales y 173 personas físicas (El Financiero, miércoles de la semana pasada).
Horas después del anuncio de que su gobierno no condonaría impuestos, se dio a conocer en Villahermosa que la CFE le condonaba once mil millones de pesos a 500 mil tabasqueños que no han pagado la luz desde hace 25 años, en protesta por un supuesto «fraude electoral».
Es decir, el presidente que ha declarado la guerra a los que se roban la gasolina, les perdona la deuda a los que se han robado la luz durante un cuarto de siglo.
Tabasco, que apenas tiene el cuatro por ciento de la población nacional, debe el 24 por ciento de la cartera vencida de CFE, y se la perdonan.
¿Hay un presidente que prohíbe las condonaciones de adeudos con el fisco, y otro que perdona adeudos multimillonarios de luz? No, es el mismo.
Desde su toma de posesión el presidente prometió que no favorecería con recursos públicos a aliados ni amigos.
Muy bien, pero… la farmacéutica Lomedic, empresa propiedad de su amigo y súperdelegado del gobierno federal en Jalisco, Carlos Lomelí, ya ha obtenido ocho contratos con gobiernos de Morena, según reportó este lunes el diario español El País.
Otra perla de las mentiras que, dicen, son pecado:
El miércoles de la semana pasada se dio a conocer que en el Presupuesto de Egresos de la Federación hay una partida de 800 millones de pesos para los Centros de Desarrollo Infantil (CENDIS) del Partido del Trabajo.
Así lo informó el senador petista Joel Padilla, quien adelantó que se «están construyendo los lineamientos para que ese programa funcione regularmente».
¿No que no iba a favorecer a aliados ni amigos?
¿El presidente que quita los recursos a las Estancias Infantiles, es el mismo que le da 800 millones de pesos a los CENDIS de uno de los dos partidos que lo llevaron al poder? Sí, es el mismo.
“No mentirás”, dice el octavo mandamiento.