Cortinas de humo
CIUDAD DE MÉXICO, 15 de septiembre de 2017.- Los puntos débiles del PRI para las próximas elecciones van a ser los señalamientos de corrupción no atendidos.
Hasta por sentido de sobrevivencia deberían reaccionar en el gobierno.
Da la impresión de que todavía no calibran el enojo de la población contra la tolerancia a los negocios obscuros y la negligencia no castigada.
Y esto no empezó con el socavón, aunque es parte importante del agua que desde hace rato derrama el vaso.
Todo comenzó con el huracán Manuel, al inicio del sexenio, en que el 80 por ciento de las viviendas afectadas en Acapulco fueron construidas sobre humedales. Un negocio que se hizo en 2003, al pasar el uso de suelo de agrícola a habitacional para que el grupo GEO hiciera viviendas de interés social.
El titular de Sedatu al comienzo de la administración, Jorge Carlos Ramírez Marín, prometió castigo en 40 días para los responsables de la tragedia al autorizar una trampa para miles de familias: el exalcalde de Acapulco Alberto López Rosas y el exdelegado de Conagua en Guerrero, Jorge Octavio Mijangos Borja.
No pasó nada. Fue el banderazo para que cada quien haga lo que le venga en gana. En lugar de mandar el mensaje de que la corrupción tiene nombre y apellidos y no es privativa de un partido, la asumieron como algo natural.
Ahora tenemos nuevamente en escena el tema del socavón en el Paso Express de Cuernavaca, al darse a conocer que la obra que se vino abajo y mató a dos personas se hizo sin un proyecto ejecutivo (igual que la Línea 12 del Metro, otro caso de impunidad), lo que encareció el costo en 714.6 millones de pesos más de lo presupuestado.
Lo anterior lo informó la Secretaría de la Función Pública, es decir el gobierno. ¿Y las sanciones? ¿Habrá que esperar otros tantos meses para tener noticias?
Además, la falta de proyecto ejecutivo explica el encarecimiento de la obra (más carriles que no estaban proyectados), pero no que se haya formado un hoyo en el que murieron por asfixia un padre y un hijo.
No hay nada contra los que debieron cambiar el drenaje que ocasionó la acumulación de agua y en consecuencia el socavón.
Y ante los resultados de la tragedia y hasta con la investigación del propio gobierno, nadie renuncia. Por favor. Nada más se necesitan dos centímetros de tantita vergüenza. Y de no dañar más la imagen del gobierno y su partido que en unos meses estará contendiendo por la Presidencia de la República.
Volvimos al socavón cuando todavía no salimos de la “estafa maestra”, que pudieron haber solucionado desde principio de año y hoy ya no sería motivo de enojo.
El 16 de febrero la reportera Mariana León dio a conocer en El Financiero que tres mil 400 millones de pesos se habían entregado a empresas fantasma, por parte de universidades, que a la vez habían recibido contratos por siete mil millones de pesos de dependencias del gobierno.
¿Por qué no se actuó? Las cifras estaban ahí, publicadas. Y llegó el ramalazo de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, más Animal Político, con el trabajo más investigado y una precisión encomiable, así como una gran difusión mediática que puso al gobierno contra las cuerdas.
¿Por qué no actuaron en su momento? ¿Para qué esperar a que les estalle la bomba?
Y eso que todavía no hablamos de Odebrecht. ¿De veras creen que ya nadie se va a acordar del tema?
Todo va a salir en campaña y aunque cambien los estatutos para llevar al Papa Francisco como candidato la gente le va a cobrar al PRI.
Si hubiesen actuado a tiempo no estaría la sociedad tan enojada como está.
Y ahora no hay fuerza para castigar los escándalos en otros partidos y dirigentes políticos que se presentan como impolutos cuando sólo son intocables por ser de oposición.
Vaya, ni siquiera hay fuerza para aplicarle la ley al delegado en Tláhuac que está hasta la nariz con el narcomenudeo.