Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 6 de febrero de 2019.- De control político saben, y mucho, pero de gobernar no tienen la menor idea.
Fitch le bajó dos grados la calificación a la deuda de Pemex porque ven un mal manejo de la empresa a futuro.
El presidente salió a insultar a Fitch con argumentos de callejón.
No sabe que las calificadoras no evalúan el huachicol ni la corrupción en administraciones pasadas, sino que analizan a los gobiernos y empresas que emiten deuda en los mercados internacionales, y entregan su reporte para información de los inversionistas.
La calificadora no cree en el proyecto del pasante de agronomía que López Obrador puso al frente de Pemex.
Desde el año 2000 Pemex es calificado por Fitch, y es la primera vez que baja la confiabilidad de su deuda.
Si Pemex pierda su grado de inversión, será un problema nacional (hay que pagar).
Pero esto sólo es lo más reciente y ni siquiera lo más importante.
Empezamos con la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México y las pérdidas que se cuentan en cientos de miles de millones de pesos.
Van a destruir lo hecho (un tercio del aeropuerto), que nos iba a poner en la vanguardia de la industria aeronáutica mundial. Esa obra se pagaba sola, salvo que la demolieran. Eso hicieron.
Las grandes obras públicas de este sexenio serán la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, que no van a traer ni ahorrar recursos. Al contrario, habrá que invertirles.
Cerraron ProMéxico, el instrumento del país para atraer inversiones en el mundo, que tan buenos resultados había dado.
Ciento noventa y tres mil millones de dólares en inversión extranjera entraron al país en el sexenio anterior, en parte gracias a la existencia y labor de ProMéxico. El dinero no llega sólo. Hay que pelearlo y atraerlo, porque es empleo, desarrollo económico y tecnológico.
También clausuraron el Fondo Nacional de Promoción Turística, gracias al cual México se convirtió en la sexta potencia turística mundial.
La política de seguridad consiste en militarizar todo el país a través de una Guardia Nacional y, paradójicamente, apostarle a una pax narca.
Al Ejército y a la Marina les impiden actuar contra huachicoleros y narcotraficantes, a pesar de que esos criminales son una y la misma cosa.
El secretario de Marina señaló al Cártel de la Rosa (antagonista del Cártel Jalisco Nueva Generación) como autor de los bloqueos en Guanajuato para nulificar los operativos contra robo de combustibles.
Y el presidente anunció desde Palacio Nacional que no es función del gobierno organizar operativos para detener capos.
¿Para qué quieren la Guardia Nacional, entonces? (Eso será materia de una reflexión posterior).
Va a ser muy costoso, en términos de seguridad y de soberanía, dejarles el país a los grupos criminales a cambio de que no hagan mucho ruido.
Bajó a la mitad la importación de gasolina en los primeros días de enero y hubo desabasto.
Tuvimos 123 muertos, calcinados, por la explosión de un ducto de Pemex en Hidalgo, de esos que dijeron que habían cerrado para evitar el huachicol.
La gente que murió recogía combustible porque no había gasolina en Tlehuelilpan y sus alrededores… a unos cuantos kilómetros de la refinería.
Esa tragedia pudo evitarse, pero no supieron qué hacer no obstante las horas de anticipación con que las autoridades conocieron de la fuga.
El Fondo Monetario Internacional y el Banco de México bajaron el pronóstico de crecimiento para México. El Bank of America lo sitúa en uno por ciento. (Nos prometieron crecer al cuatro).
Durante el primer mes de gobierno el gasto público cayó en 25 por ciento. Y habían dicho que, a diferencia de los neoliberales, el gasto público sería como nunca antes el gran motor del crecimiento.
Más de 145 mil personas perdieron el empleo, luego de que el país había creado, en un sexenio, cuatro millones de nuevos puestos de trabajo, formales.
Se acabó la paz laboral: llevamos 47 huelgas estalladas, que es el doble de las que hubo en todo el sexenio pasado y más que en todo el periodo anterior y ante anterior.
Dijeron que iban a ahorrar y por eso vendían el avión presidencial. No lo han vendido y pagamos al año 417 millones de pesos por tenerlo embodegado en Estados Unidos.
Pusieron a México al lado del dictador de Venezuela Nicolás Maduro, y nos aislamos del mundo al formarnos en la fila de Nicaragua, Cuba, Siria, Rusia e Irán.
Se niegan a aplicar la ley, que juraron cumplir y hacer cumplir, y toleran un bloqueo ferroviario de sus aliados políticos -la CNTE- que hasta el domingo había provocado pérdidas por 20 mil millones de pesos, tres millones de toneladas de mercancías sin transportar y 351 ferrocarriles varados.
Nos va a costar décadas, otra vez, enmendar los estragos del populismo, si es que alguna vez dejan el poder.