Honrar su memoria
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de noviembre de 2018.- Al interior del nuevo grupo gobernante se está dando el primer debate realmente estratégico de la administración que comenzó este 1 de julio: la inseguridad como un asunto de seguridad nacional del Estado o como un problema de policías y ladrones, derechos humanos y relaciones publicas.
El retraso en la presentación del Plan de Paz y Seguridad, la prioridad al concepto de paz que no debe ser objetivo sino consecuencia y las disputas burocráticas de Alfonso Durazo-Olga Sánchez Cordero-Marcelo Ebrard fueron de alguna manera replanteadas por la incorporación tardía de los secretarios de la Defensa Nacional (general Luis Sandoval González) y Marina (almirante José Rafael Ojeda Durán) del gobierno de López Obrador.
El enfoque de seguridad nacional en el análisis de la inseguridad publica y la urgencia de reconstruir la seguridad interior-estabilidad para el desarrollo le dio otro giro a la estrategia de seguridad; paz, sí, claro, por qué no, por supuesto, pero después de garantizar la estabilidad interna de la república.
El Plan de Paz y Seguridad que sustituyó al de Calderón-Peña Nieto logró colocar en el eje central la hegemonía del Estado, porque lo que ha estado en riesgo, en retroceso y en derrotas sucesivas es el Estado como la estructura de existencia de la república.
La primera evaluación del Estado desde el punto de vista de la Defensa-Marina causó preocupación: además de perder espacios territoriales de la soberanía del Estado, el crimen organizado había logrado penetrar las estructuras e instituciones del Estado, desde el asesinato del columnista Manuel Buendía cuando se disponía a publicar las complicidades institucionales con el narco al juicio en Brooklyn de Joaquín El Chapo Guzmán Loera.
Lo que queda por aclarar es si el discurso humanista del gobierno de López Obrador en materia de seguridad –primero los derechos humanos– es coartada o prioridad para saber si el Plan de Paz logrará no sólo contener a las bandas, sino recuperar los espacios territoriales del Estado en manos del narco.
El enfoque militar-marino de la seguridad es el de la hegemonía del Estado, porque la situación actual de la inseguridad habla de un Estado ocupado, un Estado fallido o un Estado rebasado.
Al final de cuentas, López Obrador no podrá gobernar si el crimen organizado sigue invadiendo los espacios estratégicos del Estado. Por eso la inseguridad debe ser enfocado como un problema de Estado, no de derechos humanos, ni de paz, ni de voluntarismo, ni de muertos.
Se trata del Estado nacional, ni más ni menos.
Barandilla
· Los militares y marinos son la ultima línea de defensa del Estado, pero los más ninguneados. Lo bueno de todo es que el sector castrense se mueve por lealtad y no por grillas.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
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