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CIUDAD DE MÉXICO, 10 de febrero de 2020.- Uno de los más grandes constitucionalistas en la historia, Fernando Lasalle, se preguntó en su obra más célebre:
“¿En qué consiste la verdadera esencia de una Constitución?”
Y concluyó que en el espíritu de los pueblos, una Constitución debe ser algo mucho más sagrado, más firme y más inconmovible que una ley ordinaria, porque la Constitución es una ley donde se dan los fundamentos. Es por ello que la llamamos Ley Fundamental.
Acabamos de celebrar un año más de vigencia de nuestra Carta Magna.
Con ella evocamos a mexicanos ejemplares cuya memoria no puede tener como destino el olvido.
Es de justicia recordar a quienes entregaron su corazón y su intelecto esforzado en los debates de aquel Congreso Constituyente representando al pueblo de México que quería, con Carranza, en la nueva Constitución, preservar lo mejor de la herecia liberal de Juárez y sus reformadores de la generación de 1857 y corregir el destino institucional de un país que tenía que consagrar como principios políticos supremos, el sufragio efectivo y la no reelección.
En ese momento histórico estuvo presente Oaxaca en el verbo argumentado de nueve de nuestros paisanos.
Hoy tenemos que contarle a las nuevas generaciones de oaxaqueñas y oaxaqueños que nueve de sus ancestros escribieron, junto con otros mexicanos eminentes, las páginas más importantes de la historia legislativa de México.
Gracias a Don Luis Romero Flores y a su obra “Historia del Congreso Constituyente 1916-1917”, podemos saber que Luis Espinosa, José Gómez, Salvador González Torres, Manuel Herrera, Leopoldo Payán, Celestino Pérez, Crisóforo Rivera Cabrera, Juan Sánchez y Porfirio Sosa fueron los tribunos que hablaron por Oaxaca y por el sur.
Pero hablar de la Constitución del 17 es hablar también de Ricardo Flores Magón quien es, para mí y para muchos, el más grande de los constituyentes que, sin haber sido diputado, ni haber estado presente en los debates, dejó su impronta y la de sus hermanos en nuestra Ley Suprema.
Si la Constitución de México fue la primera Constitución social del siglo 20 fue, en gran medida, gracias a Ricardo Flores Magón.
Los debates sobre la educación, la tierra y el trabajo se los debemos casi enteramente a él, antes que a Mújica, Cravioto o Jara.
Los nuevos artículos 3, 27 y 123 tienen el sello del más grande de los revolucionarios oaxaqueños que fue Cipriano Ricardo.
A 103 años en el tiempo, la Constitución no solamente nos protege como ciudadanos y nos obliga como autoridades.
A 102 años de distancia la Constitución nos inspira.
¿Cuál es el reto en estados como el nuestro? Darle vida, sentido, razón de ser.
La agreste división entre su parte dogmática y la parte orgánica es hoy obsoleta y está ya superada.
La Constitución es un catálogo de derechos que fueron puestos ahí para ejercerse, cumplirse y hacerse realidad.
Y hoy más que nunca se requiere voluntad y compromiso.
Es cierto. Hay que asegurar los derechos frente al poder y limitarlo, pero también hay que encauzar el poder para que todos los derechos sociales se realicen materialmente.
Hoy hemos transitado del legalismo al garantismo jurídico. Ha sido una tortuosa conquista que no debe admitir marcha atrás.
Ese tránsito supone que si el poder no sirve para que todas nuestras familias tengan acceso a la salud, a la educación, a la alimentación, al agua limpia, a un medio ambiente sano o a una vivienda digna, es un poder que pierde sustento.
Haber pasado del legalismo al garantismo quiere decir que si el poder no ayuda a que nuestros pueblos y comunidades indígenas ejerzan plenamente su autonomía, ese poder carece de sentido.
Esa es la principal razón inspiradora en rincones de la patria como Oaxaca.
La constitución no es patrimonio exclusivo, ni materia reservada para los profesionales del Derecho.
Fue hecha para todos los mexicanos. Los invito a conocerla, a estudiarla. En ella están resumidas todas las luchas de nuestra historia y por ello debemos entender que la Constitución es la Patria misma, un legado de debemos mantener vivo y sacarlo de las librerías, las bibliotecas y las páginas de internet.
Don Benito Juárez nos dejó dicho:
“Malo sería dejarnos desarmar por una fuerza superior, pero sería pésimo desarmar a nuestros hijos privándoles de un buen derecho, que más valientes, más patriotas y sufridos que nosotros, lo harán valer y sabrán reivindicarlo algún día”.
@MoisesMolina