Economía en sentido contrario: Banamex
Cipriano Flores Cruz
OAXACA, Oax., 18 de noviembre de 2018.- De verdad existe un proceso de desorden institucional o un proceso de desinstitucionalización en el Estado oaxaqueño cuyas consecuencias son impredecibles pero que nada bueno, para el pueblo, auguran.
Lo peor es que en el horizonte no se observa una fuerza política capaz de corregir el rumbo, ni los morenos garantizan nada.
Veamos en síntesis el panorama que nos debe de preocupar a los ciudadanos: En primer lugar, observamos un Estado débil, incapaz de asegurar una situación de seguridad para la población.
Las personas viven en un estado de temor por sus vidas y de sus propiedades.
Esta elemental y primaria función de todo poder político no es posible ofrecerla por el Estado, las fuerzas extraestatales, como lo son el crimen y la delincuencia organizada, las organizaciones sociales, empresarios, obreros, campesinos e indígenas, tienen a este Estado de rodillas y esto es muy grave, se cuentan por miles las movilizaciones de personas y bloqueo de calles y de carreteras.
El monopolio del ejercicio legítimo de la violencia ya no lo tiene el Estado oaxaqueño y esto es todavía más grave. Desde luego, esto no surgió en el seno de la actual administración; sin embargo, se ha acentuado por desgracia nuestra.
El Estado oaxaqueño navega en medio de un mar enfurecido, en medio de esta gran tormenta ha perdido rumbo y equilibrio, el capitán de este barco es muy joven e inexperto, tampoco sus marinos le ayudan mucho pues viven en borracheras de poder y de corrupción, el cinismo y la superficialidad los define.
La nave del gobierno apenas lleva un tercio de su tránsito y ya está “haciendo agua”, si el capitán, cambiando a todos sus marinos, no endereza la nave, que “Dios nos agarre confesados”, en los próximos cuatro años, es la conseja popular. Nutrir las fuerzas del Estado debe ser una tarea inmediata, hacer posible que sus resortes funcionen también lo es.
El joven capitán del barco debe de demostrar de qué está hecho. Debe de tomar el mando, no puede haber dualidad de poder, él es el responsable, por él votaron la mayoría de los ciudadanos que participaron en la contienda electoral.
No es sano compartir el poder, incluso, todo poder compartido es ineficiente. Algunos ciudadanos apuestan por él, dicen que tiene madera, pero hasta ahora ha sido rehén de las circunstancias y de las desgracias, es la insistencia de la gente que lo justifica.
Necesitamos una administración pública eficaz, vigorosa, enérgica, pronta, responsable, permanente, que acompañe al oaxaqueño desde que nace hasta que muere, aún después de muerto vele por su sueño.
Una administración que si un oaxaqueño al nacer pierde su madre, la administración cual solícita lo cuide y lo eduque; si el oaxaqueño tiene la mala fortuna de llegar a viejo y no tiene a nadie, la administración le tiene un lugar apacible para pasar con felicidad sus últimos años. ¿Es mucho pedir?
Si la mirada la enfocamos hacia el Poder Legislativo, la situación es una verdadera desgracia. Desde varias legislaturas se compite cual es la peor. Corruptas, improductivas, onerosas.
El Poder Legislativo de Oaxaca es una vergüenza, muchos le apuestan a la llegada de los morenos, traen ética, se dice, pero empezaron divididos y a punto de entregarse a las manos de Murat. Para los morenos los tiempos se adelantaron, quieren hacer fiesta grande en la víspera, eso no se puede.
El Poder Judicial ni se diga, huele mal, hiede, en toda su estructura sale pus. Pobre del ciudadano que por mala fortuna cayera en manos de algún juez. Si tiene recursos seguramente no tendrá problemas. Si es pobre, más vale que se haga la idea de estar en la sombra durante muchos años. La Fiscalía está muriendo por inanición.
Los partidos dan pena, el uno demuestra la permanencia de unos depredadores del bien común, en otro es la rebatinga de lo poco que quedó, en el otro es la expresión más lastimera de la subordinación, los otros son sanguijuelas del recurso público.
Los órganos autónomos son proyecta inacabados, algunos nacieron bien pero a través del tiempo perdieron rumbo. Otros nacieron mal, enanos se quedaron.
Otros son juguetes para el placer oligárquico. De los municipios ni hablar, la mayoría es propiedad de voraces empresas constructoras y administrativas. Un fantasma recorre por los montes, costas y valles de Oaxaca, el fantasma de la corrupción.
Si el gobernador tuviera un céntimo de amor por estas tierras, debería iniciar un proceso de reinstitucionalización de los órganos políticos del Estado, antes de que sea demasiado tarde.