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Periodismo bajo asedio
A partir de este domingo, el doctor Raúl Ávila Ortiz nos compartirá su columna Oaxaqueñología, un análisis de Oaxaca, para entender Oaxaca
OAXACA, Oax. 26 de marzo de 2017.- Durante la semana que concluye se mostraron orgullosos grandes símbolos y anhelos de la oaxaqueñidad.
Junto con ellos, continúan las prácticas políticas contrapuestas en torno de la legitimación del gobierno que recién cumplió con sus primeros 100 días de ejercicio.
De un lado, Benito Juárez continúa convocando cada 21 de marzo al pensamiento libre que en esta ocasión, en voz de Saulo Chávez, advierte sobre la demolición que hemos causado a la obra política del Benemérito y la magnitud de los retos para reconstruirla a efecto de garantizar el respeto y la paz entre individuos y naciones.
A tal celebración hay que sumar la tradición renovada de la Samaritana que cada Cuarto Viernes de Cuaresma, recuerda Jorge Bueno, Cronista de la Ciudad, refresca y alimenta el tejido social de los capitalinos en iglesias y templos en clave de fraternidad y solidaridad tan extrañas al individualismo y egoísmo prevalecientes.
A ello hay que agregar, como cada 23 de marzo, la evocación a Luis Donaldo Colosio, destacado político sonorense, quien soñó y trabajó por un México digno, productivo e inclusivo, cuya sangre fue parte de la ofrenda cobrada para consumar la democracia pluralista entre 1994 y los años siguientes.
Pero, del otro, es pertinente hacer notar que el protocolo sexenal de legitimación de los nuevos gobiernos, estatal y municipales, no se diseñan ni aplican con pulcritud y diligencia, y en el juego entre contrarios, no exentos de perversidad, se sacrifican aquellos símbolos.
Muestra del fin del poder moderno, en palabras de Moisés Naím, es que grupos de normalistas y otras organizaciones sociales persistan en el uso de movilizaciones y bloqueos tácticos que, focalizados en medios y redes sociales, devalúan y distorsionan ya sea la arriesgada visita del gobernador Alejandro Murat a Guelatao, o bien su primera audiencia pública instrumentada en el Palacio de Gobierno un tanto confiadamente por su propio equipo.
Si es deber de todo gobernante sentarse bien en la silla y controlar los hilos del poder en un período razonable — aunque no en cien días– sí requiere usar y transmitir desde ya los símbolos de la autoridad de que se halla investido y prever que sus principales colaboradores hagan lo propio con eficacia, ya en el área de seguridad, procuración, desarrollo social y grupos vulnerables, ya, en particular, en las de mujeres, ancianos, jóvenes y niños.
Por ejemplo, en la sede judicial, destacan de inmediato las acciones de evaluación, diálogo e interlocución con los sectores judiciales y jurídicos que ha emprendido el titular del Tribunal Superior de Justicia, Raúl Bolaños Cacho, lo que sin duda coadyuva a la relegitimación del Estado y debe re-energizar la motivación, talento y profesionalización de los abogados oaxaqueños.
En la sede legislativa, iniciativas para regular las marchas, de preferencia en clave de protección y garantía de derechos humanos, o los inminentes temas anticorrupción y electoral, deben ser procesados con corrección y puntualidad.
Otro tanto se nota en el ámbito municipal de la ciudad de Oaxaca, en donde José Antonio Hernández Fraguas convoca a una amplia celebración de un aniversario más de la ciudad, al contrario de otros casos en las regiones del Estado en donde la inexperiencia y el apresuramiento presagian tormentas políticas.
Ante el haz entrelazado de dinámicas para avanzar en transparencia, el caso Nochixtlán, las auditorías a gobiernos pasados y las elecciones extraordinarias en pueblos y comunidades, se mueve la relación estado-grupos y sociedad para favorecer el ejercicio de derechos y contribuir al buen gobierno en un contexto claramente adverso, que el disminuido presupuesto de la UABJO deja en claro.
Que Gerardo Gutiérrez Candiani transmita en voz de Federico Reyes Heroles la desproporción 4 a 1 de avance material de los estados del centro-norte del país en comparación con los del sur, en particular Oaxaca, es indicador del caldo de cultivo en que crece la queja abonada por la corrupción y la impunidad que prepara el terreno para la cosecha opositora que desde Morena y sus nuevos aliados no solo estrechan sino que ya frotan y levantan sus manos a más de un año del dia de la cita con las urnas.
Mucho presupuesto habrá que bajar, inversiones eficaces que promover, mucha política y gobierno planificado que hacer, mucho terreno que recorrer, máxima transparencia y alta eficacia que concretar, si es que el PRI en el gobierno local y desde Los Pinos pretenden todavía competir en 2018.
Poca soberbia que alardear, nada de tiempo que perder, nula ilegalidad e impunidad que tolerar, mucha solidaridad samaritana que aprender y profesar, otros Colosios que construir, rica energía social y cultural que incentivar y encauzar, mucho más Juárez que emular, si es que en verdad se quiere iniciar la recuperación de una entidad federativa y la sociedad oaxaqueña desconsideradas por la Federación a lo largo de los últimos 100 años.