
Graciela Iturbide, Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025
OAXACA, Oax. 23 de mayo de 2025.- Pocas artistas han retratado a Oaxaca con tanta profundidad como Graciela Iturbide. Su cámara fue un puente para conocer un Oaxaca inexplorado en su época.
Desde que en 1979 pisó por primera vez Juchitán de Zaragoza, su destino quedó ligado para siempre al Istmo oaxaqueño, territorio fértil en historias, símbolos y resistencias que marcaron su obra para siempre.
Este 2025, la fotógrafa mexicana del blanco y negro ha sido distinguida con el Premio Princesa de Asturias de las Artes, uno de los máximos galardones internacionales, en reconocimiento a una trayectoria que, en buena parte, ha sido testigo de la vitalidad cultural de Oaxaca.
Fue precisamente aquí donde construyó una de sus series más reconocidas en el mundo: Juchitán de las Mujeres, retratos que después generarían una enorme polémica cuando la escritora Elena Poniatowska habló de la gordura de las mujeres del Istmo, aunque después se disculpó por ello.
Invitada por Francisco Toledo, Iturbide convivió entre 1979 y 1988 con las mujeres zapotecas de Juchitán, en un ejercicio que daría lugar a imágenes que hoy son parte del imaginario visual de México.
La más célebre: Nuestra Señora de las Iguanas, tomada en 1979, donde la vendedora Zobeida Díaz posa con una corona viva de iguanas en la cabeza.
No fue un montaje, fue un momento. Un instante de la vida cotidiana convertido en emblema que perdura.
Otras fotografías de esa etapa, como Magnolia, retrato de una persona muxe con un espejo en las manos, revelan la profundidad con que Iturbide abordó temas como el género, la identidad y la espiritualidad, sin exotismos ni romanticismos.
Su mirada fue íntima, poética y radicalmente honesta. Tal vez por eso su obra se siente oaxaqueña, y a la artista se le quiere y admira como propia.
Más adelante, en 1992, regresó a documentar la región mixteca, donde produjo imágenes como Carmen, La Mixteca, Oaxaca, explorando la relación entre los cuerpos, el paisaje y las formas de vida tradicionales.
En cada encuadre, Iturbide capturó pedacitos de Oaxaca que dejó para la historia, una forma rulfiana de estar en el mundo que la fotografía supo traducir.
En 2017, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca le rindió tributo con una gran retrospectiva, reconociendo en vida su legado y la profunda conexión que mantiene con esta tierra.
La noticia de este nuevo reconocimiento internacional, Oaxaca la celebra como suya.
El Premio Princesa de Asturias de las Artes reconoce su “intensa y coherente trayectoria como fotógrafa” y su “capacidad de tender puentes entre la tradición y la modernidad”.
La ceremonia se llevará a cabo en Oviedo, España, el próximo octubre.
Dicen que algunas mujeres no querían ser retratadas, temían dejar en esa imagen un poco de su alma. Pero en Oaxaca fue al revés: Graciela dejó su alma dispersa en cada una de sus fotografías.