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Los mexicanos perdimos y ganamos en el siglo 19 el siglo 20, que luego pudimos salvar por fortuna En los años que corren nos jugamos perder o ganar el siglo 21. Ese es el reto de la transformación histórica en curso.
Perdimos el siglo 20 en el siglo 19 porque nuestra disputa interna por establecer un proyecto de país y un modelo constitucional nos impidió subir a tiempo al tren de la modernización impulsada por la 1a revolución industrial (la fábrica y sus insumos).
Perdimos el siglo 20 cuando extraviamos el istmo centroamericano en 1822-23 y los territorios del norte en 1848. De la mayor productividad pasamos a la anarquía y casi a la desaparición. Las dos décadas siguientes serían determinantes.
La gesta de los reformistas liberales entre 1848 y 1867 no sólo salvó al país de esa desaparición, al costo de dos guerras civiles y la guerra contra la intervención francesa.
La gesta incluyó separar la ciencia, el derecho y el estado respecto a la religión y la iglesia. Fundar el estado de derecho con un nuevo orden jurídico anclado en la Constitución liberal de 1857. Rescatar la soberanía nacional y sembrar las semillas, en breve, de una economía y sociedad modernas.
La promisoria obra modernizadora del último tercio del siglo 19 derivó en la revolución política y social de 1910, la que no pudo ser estabilizada sino hasta 1929-1933 cuando con base en la Constitución de 1917 se instauró un nuevo sistema político y jurídico que dejó atrás el ciclo liberal individualista gestado por la Reforma.
La Gran Depresión (1929) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) nos cayeron como «anillo al dedo» para aprovechar la 2a revolución industrial (el petróleo) de la mano del presidencialismo, el partido hegemónico y la consolidación de identidad cultural nacional a costa de la pluralidad y la diversidad en el contexto de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Luego de cuatro décadas, entre 1940 y 1980, el gran éxito y las contradicciones del «Milagro mexicano» mas diversas crisis llevaron tardíamente a rebalancear el poder del sector público y el sector social para apostarle al sector privado en un contexto neoliberal internacional signado por la caída de la Unión Soviética (1991] y la firma del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica
Ahora bien, dado que el contexto internacional y los dividendos del nuevo ciclo liberal entre 1982 y 2018 resultaron en mayor riqueza para algunos y mayor pobreza para muchos, si bien supusieron la pluralidad política y la democracia electoral, a cambio produjeron la debilidad extrema del estado y la polarización social por lo que, la reorientación de la estrategia general del país se ha visto como indispensable.
A la combinación de la 3a (informática) y la 4s revolución industrial (biotecnología, nuevas fuentes de energía, digitalización) le corresponde un replanteamiento estrategico y tactico del papel del estado y el derecho en gobierno, economía, sociedad y cultura de modo que podamos aterrizar en el siglo en curso, recargar autoridad y despegar otra vez.
Ante el nuevo litigio estratégico global, esta vez en Oriente y Occidente, China mas Rusia y los Estados Unidos, conviene pensar en que si en el siglo 19 perdimos y luego recuperamos en parte ell siglo 20, debemos posicionarnos dentro y fuera del país para ganar mas de lo que podamos perder en los decenios por venir.
Transformar la vida pública no es un tema de un partido y mucho menos de un solo hombre.
Es el trabajo de al menos una generación que sea capaz de leer el pasado y actuar en el presente para preparar un mejor futuro.
Es un compromiso de todas y todos para garantizar a México en el siglo 21