La Constitución de 1854 y la crisis de México
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de abril de 2019.- No es una casualidad que todas las formas de la violencia criminal se hayan desatado en el primer trimestre de 2019, justo al arranque del gobierno de López Obrador.
Y no es casual porque en política –y en casi todos los eventos sociales–, nada es producto de una bendición divina o de una maldición terrenal. Lo cierto es que todo o casi todo tiene su origen en una decisión política, certera o equivocada, de quienes conducen los destinos de un pueblo.
Así, por ejemplo, muchos ingenuos suponen que el estallido de violencia que hoy vivimos en todo el territorio nacional al arranque del gobierno de Obrador, es parte de una decisión unilateral de las bandas criminales que orquestaron una suerte de bienvenida al nuevo presidente.
Es decir, que según los maromeros de Morena –aquellos que a toda torpeza presidencial encuentran una explicación ideal–, y los fanáticos del nuevo gobierno, creen que los criminales están calando a Andrés quien dotado de una sabiduría infinita no persigue al crimen para no provocar un baño de sangre.
Otros defensores de Obrador –quizá los más bobos–, suponen que cuatro meses es un suspiro para terminar con el cochinero que dejaron 40 años de gobiernos neoliberales, en una suerte de premonición de que Obrador gobernará durante otros 40 años para acabar con tal cochinero.
Lo cierto es que, les guste o no a unos y otros, el origen de las matanzas por todo el país, del trimestre más violento de la historia y, en general, la causa del estallido incontenible de la violencia la conoce bien el presidente López Obrador quien, incluso, a través del pensamiento napoleónico, en su momento fustigó al gobierno de Peña Nieto.
Dijo Obrador en un mensaje de su red social de Twitter –el 13 de mayo de 2017–: “Napoleón decía: ¨si el crimen y los delitos crecen, es evidencia que la miseria va en aumento y que la sociedad está mal gobernada¨. Aplica”
Y por supuesto que hoy aplica el diagnóstico certero de Napoleón, pero aplica en el propio gobierno de López Obrador quien ayer exigía al gobierno de Peña Nieto lo mismo de lo que hoy carece el gobierno de Obrador; eficacia en la lucha contra el crimen.
Sin embargo, lo que no dice y menos reconoce el presidente mexicano es que en su gestión no sólo se incrementó la ineficacia gubernamental sino que los criminales fueron perdonados aún antes de que Obrador llegara al poder, de manera formal.
¿Qué quiere decir lo anterior?
Que si hacemos memoria recordaremos que desde los tiempos de campaña el entonces candidato Obrador anunció por todo el país que brindaría protección a los criminales mediante una amnistía unilateral del gobierno.
Desde todos los frentes –políticos y sociales–, y en todos los tonos se le advirtió al candidato Obrador sobre los peligros de ofrecer amnistía a las bandas criminales; un perdón adelantado, unilateral y sin condiciones.
Como saben, la respuesta de López fue la soberbia y la delirante esperanza en la buena fe de los criminales a quienes, ya como presidente en funciones, prometió no perseguir. López Obrador perdió cinco meses de transición en promesas y milagros engañabobos.
Dicho de otro modo, resulta que en los hechos, el nuevo presidente mexicano entregó la plaza a las bandas de narcotraficantes, secuestradores, tratantes de personas, ladrones de combustible y, en general, al crimen organizado.
Y la respuesta está a la vista de todos.
Vivimos el trimestre más violento en la historia; se contabilizaron casi 12 mil muertes violentas de diciembre de 2018 a marzo de 2019, el secuestro se disparó a más de 50% en todo el país, se producen matanzas por donde quiera y, en los hechos, se legalizó la venta, consumo y distribución de droga. Sin contar con infiernos como los de Veracruz, Guanajuato y Tamaulipas, por citar sólo tres casos.
Por eso obliga preguntar: ¿Por qué los criminales habrían de abandonar los rentables negocios del crimen? ¿Cuál es el incentivo? ¿Servirán de algo los salmos bíblicos, llamados de buena voluntad y promesas de que los criminales serán intocables?
No, la única manera de combatir al crimen es con la fuerza del Estado, les guste o no a los conservadores del gobierno de Obrador.
Al tiempo.