Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
OAXACA, Oax., 18 de septiembre de 2016.- En nuestro artículo anterior planteamos la necesidad de restructurar el control territorial vigente del Estado oaxaqueño para efectos de gobernabilidad. La principal institución a reconstruir fue el municipio.
Para terminar con el tema es necesario, para efectos de control territorial, que en el territorio se cuente con un centro estratégico, es decir, un corazón y un cerebro del territorio. Desgraciadamente el Estado oaxaqueño no ha contado con este centro estratégico.
La ciudad de Oaxaca no ha podido constituirse como la Capital de los oaxaqueños. Así como Francia no se puede explicar sin París, Inglaterra sin Londres, Italia sin Roma, la ciudad de Oaxaca no ha logrado desempeñar un papel central para el buen vivir oaxaqueño.
En el territorio oaxaqueño existen varios centros de atracción pero que no logran dar el salto cualitativo para constituirse en polos de desarrollo, más bien atrofian los intentos de la ciudad de Oaxaca. Una ciudad que no ha podido terminar sus supercarreteras con el Istmo, la Costa y la Cuenca, no puede considerarse como Capital, mucho menos como polo de desarrollo y crecimiento económico.
Que Veracruz, Acapulco, Puebla, sean atractivos para los oaxaqueños que habitan esos territorios habla del gran fracaso de la política de población del régimen político oaxaqueño.
En consecuencia, habría que impulsar la transformación de la ciudad de Oaxaca como la gran capital de todas las nacionalidades que integran el Estado y constituirla como una ciudad global. El gobierno del Estado y el gobierno municipal no pueden seguir con políticas tradicionalistas, necesitan romper paradigmas referentes a la política y a la administración de la ciudad.
Siguiendo con nuestro análisis de las instituciones que ya no sirven para la gobernabilidad, tenemos al:
Poder Legislativo: En su idea original, el Poder Legislativo era una institución que evitaba, limitaba y controlaba la concentración del poder político en una sola persona, en este caso, en manos del monarca, porque, además de la nobleza, estamento que tenía su poder en relación al rey, surgieron otros grupos sociales que manifestaron su deseo de participar en la distribución del poder político.
Así, el Poder Legislativo expresó, desde el inicio, los poderes de la división del poder del monarca. Para poder gobernar los regímenes políticos tuvieron que dividir el poder del rey en tres poderes fundamentales: El poder de pensar lo mejor para la sociedad y el Estado, es decir, el poder de hacer las leyes.
El poder de ejecutar las leyes, llevarlas a lo concreto, de aterrizarlas de manera sistemática y detallada a través de la administración. Por último se constituye el poder de resolver los problemas a través de las leyes, de la aplicación de la ley, es decir, el Poder Judicial. Para mi gusto necesitamos instituir el Poder Electoral para dictar las normas, reglas, condiciones, principios y procedimientos para acceder al poder político y separarla de manos de los otros poderes.
Si el Poder Legislativo es la expresión de las distintas fuerzas que existen en la sociedad y es el mecanismo institucional para que puedan converger o en su caso aceptar la hegemonía de alguna de esas fuerzas, si esto no es así, este poder ya no está siendo útil al régimen político.
El reconocimiento de la ciudadanía como la unidad básica de la democracia, ciudadanía que esconde, maquilla, enmascara, las diferencias económicas, sociales, políticas y culturales de los hombres y mujeres que habitan en un territorio determinado, pocas posibilidades se tienen para resolver los problemas que le aquejan al ser humano.
Por otro lado, este proceso de ciudadanización transforma el carácter de clase de los partidos políticos, ubicándolos como simples representantes, a lo mucho, de los ciudadanos, olvidando que la sociedad sigue siendo clasista. Los partidos políticos son el medio de dominación de los regímenes enmascarando el carácter clasista de la sociedad. Son el gran engaño de la representación política.
Para muchos, los partidos políticos ya ni a la representación ciudadana acceden, son en última instancia, medios de acceso de camarillas políticas al poder público, camarillas con intereses familiares, de grupo o personales.
La presentación de las clases como un proceso de ciudadanización y de la transformación de los partidos, negándose a sí mismos como representación de las clases sociales de la sociedad, poco se puede esperar de un Poder Legislativo integrado constituido de esta manera.
Como era de esperarse, este Poder se transforma en el campo de batalla de las camarillas, sin llevar ningún signo de interés de clase o por lo menos de amplios sectores sociales. La corrupción, el interés personal, el interés inmediato de la camarilla permea en el quehacer legislativo.
Cada vez más la Cámara legislativa es el gran centro para hacer negocios económicos y políticos. Los diputados, pronto se convierten en los grandes empresarios de la gestión pública.
Su ausencia de representatividad y de legitimidad como poder soberano, el Legislativo se ha convertido en problema de gobernabilidad y no la solución. Es necesario transformarlo como la solución de una parte de la gobernabilidad que necesita el Estado.
En primer lugar, debemos de determinar a quién representa y de cómo debemos de integrar esa representación. Parece ser que el proceso de ciudadanización es inexorable por así convenir a los intereses de los poderosos, pero si podemos establecer la ciudadanía diferenciada en virtud del reconocimiento de la pluriculturalidad, se reconoce que toda persona es en relación a otras personas y se forma una identidad con base en las interacciones que sostiene en su vida.
Si a los partidos se les determina la necesidad de representar a la gran diversidad social y no a un abstracto ciudadano, estaremos en posibilidad de poder transformar al Poder Legislativo en un verdadero Poder de representación de la naturaleza constitutiva de la sociedad.
Es evidente que en Oaxaca los cerca de tres millones de indígenas no tenemos representación en la Cámara Legislativa. Los zapotecos, mixtecos, mixes, chatinos, chinantecos, etc; merecemos estar representados, porque no solamente somos ciudadanos oaxaqueños, sino que somos pueblos con la necesidad específica de estar representados por la condición de desigualdad en que vivimos en relación a las otras personas.
Lo mismo sucede con las mujeres, por las condiciones de desigualdad en que viven merecen los espacios necesarios de representación.
Los grandes grupos sociales que necesitan estar representados, además de los mencionados, son los negros, los ancianos, los trabajadores del campo y la ciudad, las trabajadores domésticas etc., transformar al Poder Legislativo en la gran expresión de la composición social de Oaxaca será una manera de darle legitimidad y ser un vehículo de gobernabilidad que tanto necesita nuestro Estado.
Detener el deterioro de este Poder es un imperativo moral del próximo gobierno oaxaqueño, montarse solamente en la lógica ciudadana es una manera de seguir mostrando las debilidades del ser humano cuya expresión en el Poder Legislativo es una manera de seguir negando a los oaxaqueños el acceso a la justicia y a la democracia.