Economía en sentido contrario: Banamex
Café para todos
CIUDAD DE MÉXICO, 12 de julio de 2016.- Acostumbrados como estamos a ver que en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) las decisiones simplemente se acatan y no se discuten, provoca cierta sorpresa que en el proceso de relevo del nuevo presidente de esta formación política que ha gobernado al país desde 1929 -con una pausa de 12 años que culminó con Enrique Peña Nieto-, se haya cuestionado la nominación de Enrique Ochoa Reza, hasta hace unos cuantos días director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Manlio Fabio Beltrones había presentado su renuncia el pasado 20 de junio, tras la derrota del PRI en las elecciones de hace un mes, la peor desde el 2000 y Ochoa Reza fue ungido oficialmente este martes como su sucesor.
En el auditorio Plutarco Elías Calles del PRI, el Consejo Político Nacional del PRI lo designó como nuevo dirigente tricolor hasta agosto de 2019; recibió su constancia y rindió protesta acompañado de varios ex presidentes, entre ellos Roberto Madrazo Pintado, Fernando Ortiz Arana, Pedro Joaquín Coldwell, Humberto Roque Villanueva, César Camacho y José Antonio González Fernández. Ahí mismo, se pronunció por establecer una Comisión Anticorrupción al interior del su partido.
Su entronización estuvo precedida por una serie de manifestaciones de inconformidad encabezadas por el ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, quien fue el operador electoral de Roberto Madrazo Pintado y provocó cierto estupor que justamente quien enarboló esa oleada fuese uno de los exponentes del viejo PRI.
“Con sorpresa que raya en la indignación, los priistas estamos siendo testigos de cómo, una vez más, se secuestran las decisiones más importantes para el partido”, dijo Ruiz en un comunicado difundido la semana pasada, apenas se dio a conocer que Ochoa Reza había sido destapado como el candidato para encabezar al PRI.
Ulises Ruiz criticó las formas “arcaicas” del proceso para elegir a un nuevo presidente de la organización y agregó que “la reducida cúpula, encumbrada por la militancia, no es capaz de voltear hacia ella para permitirle expresar libre y abiertamente su opinión”.
Otro personaje que rechazó la propuesta de Ochoa, 43 años, fue el ex diputado federal y ex líder del sector juvenil del PRI, Hugo Díaz-Thomé, quien solicitó su registro para el mismo cargo. Se trata de una figura menor en el PRI que sólo contribuirá a legitimar la elección, surgido quizá para guardar las formas.
Es cierto que -de acuerdo a algunos analistas y críticos-, designar a un joven hasta cierto punto inexperto en política, tecnócrata y amigo cercano al presidente Peña Nieto no parece ser lo más aconsejable.
Sin embargo, hay muchos argumentos que llevan a la conclusión de que Ochoa Reza representa una opción preferible, que poner a un hombre con experiencia, pero anclado al pasado y con un historial que podría ser un obstáculo ante los electores.
En primer lugar, Ochoa Reza es una figura joven (tiene 43 años) que vendría a refrescar el enrarecido ambiente en un partido que está mucho más que oxidado.
En segundo término, él forma parte del equipo cercano a Peña Nieto y esa puede ser una ventaja. Ya se vio cómo un experimentado veterano como Manlio Fabio Beltrones, provocó la derrota del PRI en las elecciones del 5 de junio, donde perdió en 7 de las 12 gubernaturas en juego.
Ochoa Reza ha sido director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), y tiene dos carreras: una de economista por el ITAM y otra de abogado por la UNAM, estudió las maestrías de ciencias políticas y filosofía política y un doctorado en ciencias políticas por la Universidad de Columbia, Estados Unidos.
Pertenece también al equipo de Luis Videgaray, secretario de Hacienda, a quien se acusa de haber bloqueado a Beltrones, por lo que si alguno pensaba que aquél era un cadáver político, ya se sabe que está más fuerte que nunca.
Desde el momento en que surgió su nombre en los medios políticos, Ochoa Reza ha dicho que sería el mayor honor de su vida dirigir a esta organización. Luego manifestó “tenemos que cambiar, escuchar a la ciudadanía, ser más transparentes y atender todas las solicitudes de las personas que quieren un mejor país”.
Es cierto que se han generado fuertes resistencias al interior del PRI, que se reflejaron en versiones de que él no reúne los requisitos marcados en los estatutos para aspirar al cargo (una militancia mínima de 10 años, entre otros). Una vieja credencial de Ochoa Reza de 1991 no le ha bastado para disipar inconformidades.
Para quienes le reprochaban carecer de experiencia política, se dio a conocer que es especialista en derecho y temas electorales y que fungió como candidato al Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
En 2012, encabezó la oficina de proyectos especiales en el equipo de campaña, cuando Peña Nieto fue candidato presidencial, pero se sabe que es un joven muy preparado con sólidas credenciales políticas.
“No es un improvisado, es conocedor del sistema electoral, además de ser un funcionario honesto y extremadamente eficiente”, señalaron fuentes gubernamentales.
Ochoa Reza fue designado a los 24 años, asesor del secretario de Energía, Luis Téllez, cargo que ejerció entre 1997 y 1999, antes de irse al extranjero a hacer sus maestrías y su doctorado. En diciembre de 2012 fue designado subsecretario de Hidrocarburos. Además, es uno de los artífices de la reforma energética aprobada en 2013 por el Congreso.
Entre 2012 y 2014 fue miembro del Consejo de Administración de Pemex, y a partir del 5 de febrero de 2014, fue designado director general de la CFE.
Según los primeros análisis, Peña Nieto quiso con esta designación ejercer un contrapeso de Ricardo Anaya, quien es también un dirigente muy joven y se ha convertido en la estrella en ascenso de la derecha mexicana.
La pesada misión asignada a Ochoa Reza no es sencilla. Tendrá que remar a contracorriente para lograr recoger los escombros del partido, cuyas paredes se vinieron abajo en las pasadas elecciones.
Aunque el PRI aún gobierna 15 estados que concentran el 45 por ciento de la población nacional, son 4 entidades menos que antes de los comicios de hace un mes y además podría ser el preludio de pérdidas aún mayores que le pavimentarían el camino a la oposición.
Muchos inclusive ya dan por perdidas las elecciones presidenciales del 2018 y mencionan que si no gana Anaya o la ex primera dama Margarita Zavala, podría ser la hora de Andrés Manuel López Obrador y su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Al registrarse como candidato, Enrique Ochoa Reza señaló que el PRI necesita una reestructuración basada en una discusión abierta con la ciudadanía de todo el país.
A Ochoa Reza le espera una difícil labor, pues necesita rápidamente realizar una operación cicatriz, para tratar de dejar atrás el sentimiento de amargura y derrotismo que invade a muchos de sus seguidores en los estados donde el PRI fue aplastado.
Una vez que se inyecte en los militantes una mentalidad ganadora entonces requiere de organizarse para competir en mejores condiciones en las elecciones del próximo año.
Quizá muchos se hayan quedado con la idea de que un político experimentado, con una larga trayectoria y un perfil de hombre del sistema como Beltrones sería la solución providencial para la crisis que arrastra el PRI, pero los resultados de los comicios del 5 de junio echaron por tierra ese mito, y hoy lo que queda es aceptar que es necesario trabajar duro si el partido quiere recuperar la fuerza del pasado.
Ante todo, necesita recobrar esa credibilidad que perdió y que ha llevado a considerarlo como la peor opción política para los ciudadanos. Encuestas recientes han señalado que al menos 4 de cada 10 personas ha dicho que nunca votaría por el PRI.
Sin embargo -para tratar de recuperar el lugar que alguna vez tuvo en el corazón de un amplio sector de los mexicanos-, el tricolor quizá realmente necesite de algo más que un simple cambio de dirigente, pero ante la emergencia hay que empezar por el principio, para seguir con lo demás.
Finalmente Ochoa Reza podría no resultar una mala opción, sino la menos peor de todas.
GRANOS DE CAFÉ
A nadie sorprende que diversas organizaciones sindicales y “civiles” financien a la CNTE -lo mismo con dinero de sus agremiados que con una muy amplia variedad de productos que les permiten cubrir necesidades y gastos-, para mantener sus movilizaciones, plantones y bloqueos, con los que pretenden doblegar al gobierno federal y al de los estados del sureste en los que han sentado su dominio.
Según reveló el 10 de julio el periódico “El Universal”, en Oaxaca -donde los bloqueos carreteros han lastimado profundamente a la población más marginada de la entidad y el país entero-, paradójicamente han recibido el mayor respaldo de movimientos como Comuna Oaxaca, que encabezan Flavio Sosa y César Mateos, así como del Frente Popular Revolucionario (FPR), el Frente Amplio de Lucha Popular, el Movimiento Agrario Indígena Zapatista (MAIZ), el Frente Popular Democrático, la Coalición Obrero, Campesina y Estudiantil del Istmo (COCEI) y la Asamblea Popular del Pueblo Juchiteco.
Pero igual ha trascendido el respaldo económico y en especie que le proporcionan a la CNTE diversos sindicatos universitarios, como el SUTUNAM, lo que queda del de electricistas, el de telefonistas y algunos organismos sindicales burocráticos como el sindicato de salud de Chiapas y, en general, los que se rigen con iguales criterios de intransigencia, como lo prueba la permanencia de los bloqueos carreteros en Oaxaca, a pesar del acuerdo logrado la noche del lunes con la Secretaría de Gobernación para instalar tres mesas de diálogo, que lleven a encontrar vías de solución.
La instalación de tres mesas paralelas de negociaciones -política, educativa y social- que anunció el propio secretario Miguel Ángel Osorio Chong, no modificó en nada el llamado “plan de acción” de la CNTE y la exigencia de que se satisfagan las tres demandas planteadas ante la dependencia federal: suspensión permanente de la Reforma Educativa, crear un modelo integral de educación y reparación inmediata de los efectos nocivos de la reforma, esto es volver a disfrutar de las canonjías y prebendas que le permitió a esta camarilla magisterial, enriquecerse y tomar la ley en sus manos.
Aunque no se dijo luego del encuentro en Gobernación, el traslado del líder de la Sección 22 de la CNTE, Rubén Núñez al penal de Miahuatlán, en Oaxaca, junto a los también dirigentes Heriberto Magariño, Francisco Villalobos y Aciel Sibaja, pudo ser parte de los acuerdos.
Los líderes sindicales fueron remitidos el pasado 12 de junio al penal de Hermosillo, Sonora, y ayer circulaba en las redes sociales que una de las principales exigencias de la CNTE para negociar, era la liberación de sus líderes o de lo contrario secuestrarían a funcionarios oaxaqueños de primer nivel, para intercambiarlos por sus jefes.
Incuestionablemente la voluntad política de las autoridades ha quedado de manifiesto, pero no así la de la CNTE que no cede nada a cambio de acuerdos y como lo señalara el propio secretario de Gobernación, en una negociación se recibe, pero igual se otorga y hasta ahora no es el caso de la CNTE que sólo representa menos del 10 por ciento de los maestros que conforman el magisterio en el país…
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