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“Tanto el cine como la arquitectura se operan de formas muy similares, es el punto de partida de uno y otro donde difieren en forma crucial: uno crea y opera en el mundo de lo real, la arquitectura, mientras que el otro lo hace en el de la representación. Es precisamente en este sentido que la presencia del arquitecto en el cine se vuelve elemental”, afirmó.
El colegiado, quien estuvo acompañado de los cineastas Natalia Beristáin, Alejandro Pelayo y Juan Carlos Rulfo, agregó que un aspecto inherente del cine “es que se refiere al arte y la técnica de diseño y decoración de espacios escénicos para construir el espacio realista, fantástico o simbólico. Suele consideraba al expresionismo alemán como el primer claro ejemplo, y gran ejemplo, de la estrecha relación entre la arquitectura y el cine”.
Leal se refirió a películas como Metrópolis de Fritz Lang; Nosferatu de Wilhelm Murnau y El gabinete del doctor Caligari de Robert Wiene, hasta llegar a La naranja mecánica de Stanley Kubrick, Playtime de Jacques Tati y Parásitos de Bong Joon-ho, donde la arquitectura juega un papel fundamental.
“El séptimo arte, como se ha definido al cine, inmortaliza desde una perspectiva diferente todos los estilos arquitectónicos conocidos, no existe estilo arquitectónico que no haya sido abordado por el cine a lo largo del tiempo. Desde que en 1895 los hermanos Lumière presentaron las primeras escenas, la arquitectura ha sido protagonista de piezas cinematográficas, plasmando de una forma muy real espectaculares ciudades, entornos inolvidables y espacios fantásticos”, aseveró.
En definitiva, “el cine siempre ha ido de la mano de la arquitectura. Su relación va más allá de la simple puesta en escena, la arquitectura es partícipe del hecho cinematográfico de diversas formas, es una herramienta que puede nutrir una obra cinematográfica con infinitos límites; la manipulación del espacio puede ser tanto o más narrativa que un diálogo o una acción”.
“El espacio en sí aporta una gran cantidad de información al espectador. La arquitectura al ofrecer un contexto y generar atmósferas, se utiliza como una herramienta psicológica, dando significados más complejos a la acción ya los personajes; una obra arquitectónica puede ser el personaje más importante: en lugar de aportar información que complemente puede ser la metáfora más importante de la película, puede ser el mensaje que se quiere transmitir”, señaló Felipe Leal.
Al hablar de las ideas que surgen al pensar en cine y arquitectura, la cineasta Natalia Beristáin (Peces plátano, No quiero dormir sola, Los adioses, Ruido, entre otras) aseguró que un primer concepto que una a las disciplinas es el de construcción: “En una desde el mundo físico, material, tangible y, en la otra, desde el universo del tiempo, de la imaginación, de lo abstracto”.
En su caso, “para hacer una película parto antes que nada de una intuición, de una imagen, de una pregunta, de la curiosidad sobre el ser humano, en el mejor de los casos; después de esta intuición, la trabajo un rato y ese primer impulso va tomando forma en mi cabeza muy de a poco y después quizás viene la investigación, la duda, el dejar pasar el tiempo para que esa intuición vaya cobrando peso por sí sola o se vaya y finalmente llegará el momento de pasar todo eso al papel, empezar con los planos para terminar con lo que entiendo es la columna vertebral de una ‘peli’: el guion”.
Un siguiente concepto en el que se unen “tiene que ver con la arquitectura como escenario o trasfondo de ambientación de una película, en una dimensión más inmediata, esto se trata de un aspecto inherente al cine, se refiere al arte y la técnica de diseño. y decorar espacios escénicos para construir el espacio, realista, fantástico o simbólico en el que se ejecuta la acción”.
Cine y arquitectura, reconocimiento de emociones
Para el cineasta Juan Carlos Rulfo (Del olvido al no me acuerdo; En el hoyo, Los que se quedan, entre otros) el terreno que comparten arquitectura y disciplina va más allá de lo físico. “Yo me he dedicado ya unos 20 años al cine documental, pero en un principio yo no sabía que había una diferenciación entre documental y ficción, es decir, empezaba a hacer cine, agarraba una cámara, trataba de buscar historias en la calle, que era lo que más cerca tenía”.
“Salía a la calle a buscar historias hasta que un día la vida cotidiana me ganó, como es la muerte de mi padre. Vi fotografías que mi padre había tomado y, de repente, vi cómo había una misma imagen: era un espacio, una iglesia, por ejemplo, y estaba tomada desde distintos ángulos, había diferentes luces”, explicó.
El cineasta se percató que se trataba de arquitectura: “Es una iglesia, pero lo curioso era que esas dos o tres imágenes me hablaban de lo mismo, pero de diferente manera. Tiempo después entendí que había lugares a los que mi padre solía llegar, a los cuales nunca me invitó, nunca llegué, pero yo, después, por su ausencia, me acerqué y era la casa paterna de los abuelos, era una casa vieja, nada. . más quedaban las puertas, estas casas viejas de los pueblos o sus mismas casas”.
“El simple hecho de saber que ahí había habitado mi abuelo, me empezaba a crear estímulos en la cabeza de que ahí hubo historias que yo no conocía, pero que me hubiera gustado saber, y en eso, llegan los viejos pobladores del lugar y yo. . Empiezan a contar historias”, destacó.
Rulfo comenzó a tener conexiones que iban más allá de la parte cinematográfica: “Estoy hablando de la emoción que causa estar en un lugar que empieza a cobrar fuerza porque te pertenece, porque tú tienes que ver con ese lugar. ¿Y qué es esto? Finalmente es el reconocimiento de una emoción. Tiempo después de empezar a hacer cine, comencé con estas casas viejas y con estos recuerdos de esta fotografía buscando precisamente los recuerdos de las gentes a través de estos espacios y ahí es donde está lo importante”.
La arquitectura para mí, afirmó, “es el espacio en el que se desarrollan estas cosas, estas historias, estos recuerdos, estas emociones, estas vocaciones. El recuerdo de la casa donde ustedes vivieron, la calle donde vivieron, ese viejo árbol o ese paisaje en el que ustedes crecieron. Yo parte de eso, de lo que puede significar la emoción directamente con estos espacios y de ahí pasó directamente a una cosa que se llama la arquitectura del paisaje”.
Más cerca del lado técnico de la filmación, el cineasta Alejandro Pelayo (La víspera Días difíciles, Morir en el golfo y Miroslava) habló de que “afortunadamente” la influencia de la arquitectura ha estado en toda la historia del cine.
“No podemos crear una narrativa si no contamos con elementos escenográficos, arquitectónicos de construcción y siempre, desde el inicio del cine, han estado ligadas estas dos grandes disciplinas”, enfatizó el cineasta.