La Constitución de 1854 y la crisis de México
CIUDAD DE MÉXICO, 4 de febrero de 2018.- Dice el dicho: ¿para qué tanto brinco si está el suelo tan parejo? Y la verdad para qué tanto denuesto a Javier Corral, gobernador de Chihuahua. ¿Para qué tanto alboroto? ¿Para qué, desde el presidente del tricolor hasta periodistas pagados criticaron hasta el colmo al mandatario norteño, si sabían que de todas maneras resarcirían el dinero que le deben y consentirían en su promesa formulada desde que hizo campaña, sobre la detención de César Duarte?
Seguramente no se hubieran cansado de tildarlo de abusivo, de amenazarlo con llevar su caso a los tribunales para que le quitaran el fuero y por consecuencia, la gubernatura. Algunos dijeron que era un desvergonzado, que ni siquiera estaba enterado de las condiciones tan precarias en que vivían las etnias de su entidad, en claro y obvio intento de quedar bien con el PRI y con el gobierno.
Se habló de su proclividad al odio y que no había podido demostrar que el gobierno federal estuviera obligado a entregarle el dinero reclamado. Que había olvidado a su estado y lo había dejado en manos de los criminales, pues prefirió encabezar una caravana a la Ciudad de México, que combatir la delincuencia.
Se dijo que a Corral no le importaban tanto los 700 millones de pesos que el gobierno federal no le depositó para concluir el año fiscal 2017, que servirían para pago de aguinaldos, salarios, proveedores, etc., ni la captura del gobernador anterior, César Duarte, como promover la figura presidencial de Ricardo Anaya.
El PRI, inclusive, solicitó a la Fepade una investigación a fondo en contra de Corral, por utilizar recursos públicos a favor de la campaña proselitista del candidato de la coalición Por México al Frente.
El chapulín Javier Lozano, vocero del precandidato del PRI a la Presidencia de México, José Antonio meade Kuribreña, dijo que Corral estaba rebasado y para evadir su responsabilidad, vende como cortina de humo, el escándalo de los recursos fiscales y la marcha, además de descuidar su trabajo como gobernador.
En fin, hicieron todos los intentos por denostarlo y decirle a los mexicanos que el gobernador de Chihuahua era un individuo que pretendía abusar con la exigencia de algo que ni siquiera existía, sin reflexionar en que los mexicanos creen más en cualquiera, que en lo que digan todos los funcionarios del gobierno o del PRI. Basta con que alguno de éstos abra la boca, para que la gente se le eche encima.
De ese tamaño es el hartazgo, el rechazo y el odio a todo lo que huela a Peña Nieto, a gobierno y al partido en el poder.
Además, cualquiera que se ponga en contra del gobierno, tendrá razón, por lo menos mientras dura el presente sexenio. Para muestra, el acuerdo a que llegaron, el gobernador de Chihuahua y el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida.
Ambos lo firmaron el fin de semana. Incluye acelerar la extradición de César Duarte y entregar, no 700 millones, sino 900, o 200 millones más, así como trasladar a Alejandro Gutiérrez, ex secretario general adjunto del Revolucionario Institucional, acusado de desviar dinero para la campaña de dicho partido en 2016, de un penal estatal a uno federal.
Resulta increíble que en el gobierno federal no se den cuenta de que este no es momento de tomar pleitos que perderá, sencillamente porque el favorito sentimental, será siempre el contrario, bueno o malo. La saña con que los mexicanos se refieren a él es inusitada.