Diferencias entre un estúpido y un idiota
CIUDAD DE MÉXICO, 27 de julio de 2017.- Todos los presidentes padecen angustias con los múltiples problemas que apremian y queman en el país, pero da la impresión que Enrique Peña Nieto se está divirtiendo de lo lindo con la sucesión presidencial. Su sucesión.
Sabe que su partido va a ser competitivo el próximo año, aunque no quiere decir que vaya a ganar. Sin embargo el PRI va a estar en la pelea y Peña lo tiene claro.
En algunas reuniones comenta que la decisión no se va a tomar por encuestas. Que en este momento puede haber alguien muy abajo en las preferencias porque no está en el radar de los electores, pero con una campaña las cosas cambian.
Otros interlocutores han oído decir al Presidente que desde luego el candidato del PRI debe ser el mejor posicionado en las encuestas. Así ha sido la decisión en las gubernaturas y no tiene por qué cambiar.
¿Se contradice el Presidente? No, se divierte.
A diferencia de otros presidentes, éste disfruta el poder y sobre todo este momento, el de la decisión política más importante para un mandatario priista: elegir a quién será su (candidato a) sucesor.
Peña tenía el 12 por ciento de aprobación hace algunos meses y no se angustiaba por ello. La opinión pública cambia. Ahora está en los 20, según Reforma, y si le da una salida justa y enérgica al caso del socavón en Cuernavaca va a mejorar otro poco.
Y con un buen candidato el PRI va a ser competitivo. No se le puede dar por muerto.
A los miembros del gabinete les dice que se muevan. Algunos lo interpretan como que hay que destaparse y lo hacen. Luego en otra reunión de gabinete los aprieta y les recuerda las formas priistas, de las que él es un oficiante ortodoxo. Y se engarrotan todos.
¿Está indeciso el Presidente? No, está jugando.
Viene la Asamblea del PRI y es posible que en sus estatutos se abra la posibilidad a un ciudadano no militante la candidatura presidencial. Sería para encartar a José Antonio Meade.
¿Eso hará a Meade candidato? Desde luego que no. No en automático, aunque sí lo pone en la baraja.
En caso de darse la modificación, muchos se irán a la cargada con el titular de Hacienda, a quien le lloverán golpes para bajarlo… lo que servirá para proteger al tapado. Al tapado del Presidente. Puede ser Meade o no.
Y al final, cuando salga el candidato del PRI, todos encontrarán una lógica que justifique la decisión.
¿Osorio? Claro, siempre fue el puntero en las encuestas, el favorito de los priistas, sin escándalos personales, nunca lo dañaron los problemas, tenía el teflón que da la protección presidencial: estaba cantado.
¿Aurelio? Evidente, echó a andar la reforma más apreciada por EPN, lo dijo más de una vez. Es para consolidar las reformas con un rostro honesto. Miren el equipazo que tiene. El poder no se hereda a los hermanos sino a los hijos. Se los dije.
¿Meade? Por supuesto, para eso cambiaron los estatutos del PRI: atraer a los que no son voto duro con un priista que no es militante de manera formal. Además, austero y limpio, con experiencia. Va a captar votos donde no llega el PRI. Era clarísimo.
¿Narro? Lógico. Con una vida intachable, va a dejar a AMLO sin argumentos contra la corrupción. Narro fue ocho años rector de la UNAM, mientras López Obrador tardó 14 en terminar la carrera. Los jóvenes no votan por sus padres, sino por sus abuelos.
¿Videgaray? Obvio, siempre fue el tapado. Por eso dijo que no, no y no.
Mientras trascurre el juego que todos jugamos, Peña se divierte.