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OAXACA, Oax. 22 de agosto de 2021.- Con 74 años y 19 años como invidente, don José García Antonio mantiene el entusiasmo que refleja en sus creaciones: son figuras de ornato, porque amo la vida.
Nos recibe en su taller, en San Antonino Castillo Velasco. Su esposa, Teresita Mendoza Sánchez está a su lado, como lo ha estado en los 35 años que llevan de casados.
“No se me apagó la vida, no me vi amargado, triste, la vida es hermosa, yo tengo que trabajar, me agrada vivir, qué hermoso es respirar”.
Vestido a la usanza tradicional de esta comunidad zapoteca, el matrimonio que formaron ha dado hijos, nietos y sobre todo, artistas a los que don José ha servido de inspiración.
“Tengo la dicha de vivir la tercera edad, nací en 1947 y fue hermosa esa vida que viví”, aunque explica que nunca fue a un taller para que algún maestro artesano le enseñara su técnica.
Aprendió y la fue perfeccionando con los años, primero como un juego de niño, cuando hacia figuritas, y ahora es lo que le ha dado el reconocimiento internacional, pues sus piezas han sido valoradas por quienes gustan de una pieza única.
“Yo lo que hago es arte decorativo, y se ve bien una figura de barro, una artesanía de un ciego, de un invidente, de un oaxaqueño”.
En su disciplina hay algunas reglas: “no hago figuras que causen horror, figuras macabras, tampoco imágenes religiosas, porque voy a confundir a mis semejantes; hago solo figuras de ornato, para el hogar y si no la tengo, pero pueden decir, hazme esta figura”.
El tacto ha sido uno de sus principales aliados en la conservación de su actividad artística, pues conoce cómo darle forma al barro “no se me dificulta, ninguna pieza es difícil, yo gano dominar el barro, hay piezas muy laboriosas, pero no dificultosas, es lo que tengo en mi técnica, en mi práctica de trabajar”.
En la entrevista nos habla de sus memorias, de cómo llegó a Fonart y cómo fue que perdió la vista, y del entusiasmo con que percibe la vida.
José García Antonio es un patrimonio vivo de las y los oaxaqueños. Su esposa, Teresita, dijo que lo admira, además que fue su maestro. Procrearon tres hijos, dos mujeres y un varón.
Cuando perdió la vista, por la glaucoma, reafirmaron el compromiso de acompañarlo, como hasta ahora, que sigue trabajando.