La Constitución de 1854 y la crisis de México
CIUDAD DE MÉXICO, 27 de noviembre de 2018.- Habrá un cambio positivo en el país. El próximo sábado primero de diciembre, se iniciará una nueva era para México. Por primera vez desde 1917 cuando se promulgó la actual Constitución, sectores considerados de izquierda tomarán el poder. Es cierto que en la presidencia de Lázaro Cárdenas se dio un gobierno progresista que seguía en muchos sentidos lineamientos de la izquierda y que tuvo nexos estrechos con la izquierda que encabezaba el Partido Comunista Mexicano y fue el único presidente que cesó la persecución contra sus miembros, pero un triunfo claro, masivo como el que se dio el primero de julio impulsado por sectores avanzados del país, nunca se había dado. En el caso de Cárdenas fue él como persona y un equipo que compartía sus posiciones, pero en este de 2018, fue la propia ciudadanía, el pueblo, el que hizo posible directamente el triunfo ¿Cual será el desarrollo de este nuevo período, cuando en muchos países soplan viento de fronda con la derecha y cuando el nuevo gobierno llega abrumado ante problemas que le fueron impuestos? Tiene de entrada la presión del capital, las migraciones, el endeudamiento, la exigencia de propios que exigen solución inmediata a sus asuntos, la inquina de extraños que envuelven de marañas de información la intención temprana de un descrédito. Aunque son pocos frente a su triunfo masivo, sus enemigos van en contra del proyecto. Y no hay enemigo pequeño.
Es la hora de cerrar filas, no dejarse provocar y apoyar el proyecto
La nueva presidencia es inédita en muchos sentidos. Primero por ser la que más votos ha tenido en la época moderna, y es la que se inserta en un cambio constitucional -2014- que si bien no se aplica en el inicio -que en 2024 será el primero de octubre-, si lo es en la conclusión de sus funciones que será el 30 de septiembre, dos meses antes. En el inter con la aplicación de la revocación de mandato puede haber un cambio, aunque si se sigue la línea trazada es difícil. También es inédita en las propuestas, en la búsqueda de concitar a la población a expresarse, en el punto central de eliminar la corrupción como acción primera, en plantear un esquema del uso del ejército para cuestiones de seguridad, a través de la Guardia Nacional, que tiene que difuminarse bien para evitar catástrofes. Sus relaciones con el empresariado, los aparentes desvíos que le han criticado, los errores que le señalan en el extempo, son cuestiones que se restañan con los hechos. La gente que se ha distraído, los que critican como si fueran opositores ardidos, los enemigos ocultos en las propias filas, tendrán que calmarse. Es la hora de los cambios, de los sacrificios que se darán, de sorpresas, pero es la hora del pueblo y el pueblo también tiene que aprender.
Homero: el arribo a Ítaca y la gran venganza. En este caso no la habrá
Ítaca es símbolo del regreso, aunque no haya sido una ciudad real, ni se haya estado en ella. Es el anhelo de los que después de luchar y defenderse ante los peligros de la vida, se asientan arropados por el amor y la fidelidad, empiezan la construcción del entorno y algunos planean sus venganzas. Homero al que los historiadores sitúan entre los siglos X y X1 aC, va madurando después de la agotadora toma de Troya y construye a un héroe portentoso Ulises -Odiseo-, que representa todos los símbolos que evidenciaban los mitos. Ulises, se sostiene en la introducción de La Odisea ( Edivisión, compañía editorial S.A. 1999, impreso en España), “representa el juicio certero, la decisión inteligente, la prudencia en la conducción de sus actos y la astucia para salir de los problemas” Tras muchos años y larga travesía, en la que el héroe entre los más extraños personajes y los hechos más singulares, con traiciones, zancadillas, amenazas que salva con su astucia llega al puerto de Ítaca, su patria, “donde los perros al verlo no ladraron”, planea su cruel venganza contra los que presionaban a su esposa. El símil que nos conduce ahora, en México, a la disyuntiva de venganza de las ofensas o reconstruir al gran país, es la presión que enfrenta AMLO en sus propios seguidores. El ha dicho que no, pero lo someterá a consulta en marzo y lo más probable es que la gente diga que si. Frente a una Ítaca que ofrece tantas perspectivas, será un desatino si se aplica.