
Reforma de maíz transgénico: ¿camino a soberanía alimentaria de México?
OAXACA, Oax. 9 de julio de 2017.- La pluralidad, complejidad y diversidad se recrean y tensionan en Oaxaca, espejo, estanque y manantial del país.
De un lado, según consta en actas, desde hace 20 años, en mayor o menor medida, más o menos libre y más o menos tutelada, entre las antiguas y las nuevas formas y contenidos de la política, la democracia pluralista se ha venido arraigando en nuestro suelo y a lo largo y ancho del territorio nacional. Adiós a la otrora “Familia Revolucionaria” que monopolizaba los cargos públicos.
Nuevos veneros y opciones vinieron a reconfigurar el escenario. Medios y redes sociales incontrolables. La interacción de personas, cosas e información es global y diferenciada.
El sistema político, hoy muy poco parecido al de la época del PRI clásico de los años 50 a los 80 del siglo pasado, en definitiva ha transitado en varios aspectos.
Del hiper al hiporpresidencialismo, es decir de un Presidente muy fuerte a otro muy acotado por diversos poderes, fuerzas y factores.
Del sistema de partido hegemónico, que ganaba todas las elecciones y se daba el lujo de abrir espacios y pactar algunas derrotas tácticas, al sistema de partido plural moderado en el que 3 opciones fuertes, 3 medias y 3 menores protagonizan intensas competencias por acceder a la representación política.
Más de 20 partidos locales. Del sistema electoral dependiente del partido y del gobierno — orgullo de los Bartlett de los 80–, a la autoridad administrativa electoral nacional autónoma y un tribunal electoral federal que organiza y califica, respectivamente, comicios muy competidos y complejos, y desde luego que resisten presiones.
La complejidad es y será compañera de la pluralidad. Lo es más en el caso mexicano. Quizás en ninguna experiencia nacional y local el tránsito a la democracia pluralista se haya realizado en contextos tan complejos como los nuestros.
Primero, el contexto histórico de la geopolítica y la geoeconomía global que nos hizo compartir 3 mil kilómetros con la potencia-mundo contemporánea, los Estados Unidos.
Si el sistema político del “porfiriato” y el “priato” estabilizaron al país hacia adentro, en definitiva lo hicieron respetable y funcional hacia afuera, sobre todo con nuestro poderoso vecino anglosajón y el “espantapájaros” de la Unión Soviética.
De la casi nada, México pasó en los recientes 100 años al grupo de los 15 países más industrializados y potentes del planeta.
No más pero no menos. Y esto, sin incurrir en la dictadura militar, como lo hicieron otros.
Transitar sin desestabilizar se dice fácil pero no lo es. Menos aún cuando se gobierna un país-continente en el que cabe toda Europa occidental.
Segundo, el contexto económico tan adverso. El de mantener y ampliar hábitos más democráticos, con mayor población y electorado pero con menos crecimiento económico. El pasar de una economía cerrada a otra abierta, lamentablemente cooptada de manera selectiva por grupos plutocráticos y poderes fácticos — del SNTE y la CNTE a don Panchito– Intereses que han servido pero también atrofiado funciones esenciales del Estado y desvirtuado su función social que durante 4 décadas produjo el milagro, en verdad, de la revolución institucionalizada en salud, educación, tierra, trabajo, industria y comercio.
El milagro del crecimiento al 6% anual que nuestros abuelos y padres pudieron testimoniar.
Una clase política mucho más disciplinada y patriota que la de hoy.
Tercero, el contexto social. La desigualdad, riqueza y pobreza propias del sistema capitalista pero ahora con menor mediación por parte del Estado y el Derecho. Del Estado socialmente eficaz al Derecho invisible. De la mayor a la menor formalidad. De la menor a la mayor ilicitud. De la corrupción focalizada a la popularizada e institucionalizada. De la seguridad a la inseguridad, violencia e impunidad de la economía — social?– del crimen y las drogas. Clases medias vulnerables por fuerza. Más distancia entre unos pocos y otros muchos.
Si pluralidad y complejidad aumentaron, la diversidad lo ha hecho igual, y de qué manera.
De las familias clásicas a las posmodernas, abiertas y legales; de la religión cuasi-oficial a centenas de cultos y convicciones éticas; de los géneros típicos a las casi 10 preferencias sexuales de hoy; de las universidades públicas únicas a la variedad de opciones de todo tipo; del proyecto y utopía vasconceliana del país mestizo a la multiplicidad étnica e interculturalidad en maduración; de dos o tres opciones televisivas y un puñado de radioemisoras a miles de opciones globales y consumo masivo y constante de símbolos de todo tipo; la explosión de la diversidad, en síntesis.
La geocultura global, nacional e intrarregional es parte del activo mexicano y oaxaqueño de la diversidad. Es ahí donde el manantial puede purificar el estanque y desenterrar el espejo de nuestro futuro.
Sobre estos temas tratará el I Encuentro sobre Derechos y Políticas Culturales desde el Sur, el jueves 13 por la tarde y viernes 14 de julio por la mañana en el excasino del Teatro Macedonio Alcalá. La invitación está abierta.
Oaxaca en Oaxaca, en México y el mundo. Desde el Sur. Desde la cultura, la política y el Derecho. Desde la fiesta de la diversidad y solidaridad de la Guelaguetza intelectual. Vamos por el siglo 21!