Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 1 de mayo de 2018.- Por fin, en plena crisis por el estancamiento de la campaña, el presidente Enrique Peña ha decidido ceder el control de su estrategia al candidato José Antonio Meade.
El primer paso será mover a Enrique Ochoa, quien ha sido un fracaso como presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y para quien se busca un relevo de categoría con varias características.
1.- La primera es que aglutine y atienda al priismo, lo cual nunca hizo Ochoa porque siempre fue considerado un externo, sin militancia e inclusive renegado como cuadro cuando intentó ser consejero electoral.
2.- Trato con todos los sectores y con la sociedad civil para establecer puentes, acordar alianzas y allegar votos a fin de iniciar una remontada tal vez tardía y muy difícil, dada la delantera de Andrés Manuel López.
Y 3.- Contacto con las sociedades científica y universitarias, de las cuales ha estado alejado tanto el candidato Meade como la dirigencia tricolor.
El mejor posicionado para ello, asientan en la sede priísta, es José Narro Robles, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y actual secretario de Salud (SSA).
También se menciona a Emilio Gamboa Patrón, todavía coordinador de la fracción del PRI en el Senado de la República, pero ya sin mayor actividad porque ya concluyó el último período ordinario de sesiones de la actual Legislatura.
El entorno del yucateco niega cualquier posibilidad de ocupar la cúpula del partido.
En Insurgentes Norte ronda el nombre de Aurelio Nuño, pero el atasco en el cual se encuentra el proselitismo tricolor no augura un rompimiento de inercias a fin de dar la pelea a los dos principales adversarios, López Obrador y Ricardo Anaya.
Dos gobernadores negados
La decisión final, obvio, partirá de la residencia presidencial de Los Pinos aunque sea José Antonio Meade el que haga sugerencias a fin de adaptarse mejor a un cambio de fondo y vaya a ser, a partir de ahora, su único responsable.
En el juego de perfiles aparecieron dos gobernadores.
El primero, una vez más, fue el campechano Alejandro Moreno, Alito, quien destaca por su abierto priismo, su popularidad, su frescura, un discurso novedoso y el control político de su estado.
Campeche es, sin duda, la entidad más priísta del país y acaso la única asegurada para las elecciones del 1 de julio.
Moreno fue el principal candidato en 2016 para suceder a Manlio Fabio Beltrones, pero él desestimó las sugerencias para ocuparse de la reestructuración del otrora llamado partido de la Revolución y prefirió quedarse en su entidad.
Hoy ha repetido su interés por desarrollar un buen gobierno y seguir en el cargo para el cual fue elegido.
También se mencionó a Rolando Zapata Bello, de Yucatán, pero él tiene la responsabilidad de hacer triunfar al candidato tricolor Mauricio Sahuí Rivero porque es el único lugar donde el PRI está en primer lugar.
Y esa posición se la debe, en mucho, a la buena administración de Zapata Bello, un político sin aspavientos, capaz de llevar mucha inversión y dinamizar un estado tradicionalmente estancado.
Movimientos en gobernación
Acaso sin tener relación con la suerte de Enrique Ochoa, José Antonio Meade y el PRI, en la Secretaría de Gobernación (Segob) comenzaron a moverse con celeridad muchas cosas para poner en orden la administración.
Destaca el llamado del secretario Alfonso Navarrete Prida de preparar la entrega de los informes respectivos de subsecretarías y direcciones generales, como si ya fuera el cierre de sexenio.
En algún momento los subordinados de Navarrete Prida consideraron que estaría la posibilidad de llevarlo al PRI, pero hasta muy avanzada la noche Teléfono Rojo no había podido confirmar esa versión.
La fecha de informes, cual final de administración, es el 15 de mayo.