Los fantasmas de Toño Malpica llegan a la FILO
Un libro que es algo más que un libro
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de noviembre de 2019.- En 1979, su periódico lo envió a Londres. Tenía que cubrir los descubrimientos que habían efectuado sobre la Sábana Santa una serie de científicos vinculados a la NASA.
Según habían averiguado, aquel lino de más de cuatro metros de longitud había cubierto el cuerpo de un crucificado hace dos mil años.
Además, una extraña luminosidad había partido de su cuerpo quemando las fibras exteriores de la pieza.
Gracias a ello, la imagen del crucificado, que ya se sabía que era un negativo fotografíco, se había convertido en una imagen tridimensional perfecta.
Ahí comenzó la aventura tras Jesús de Nazaret de JJ Benitez.
Fue el inicio de una relación que sigue en buena forma.
Había nacido en Pamplona en 1946. Trabajó en La Verdad de Murcia y Heraldo de Aragón de Zaragoza, en donde tuvo, allá por 1968, su primer contacto con el mundo del misterio.
Después se consagraría como uno de los periodistas de investigación más aguerridos del país en La Gaceta del Norte, en cuyas filas pasaría a estar en 1972 y en donde asistiría a los cambios que estaba atravesando el país.
En 1975, publicó su primer libro: “Existió otra humanidad”. Desde entonces, no ha parado…
A su regreso a España, tras conocer los secretos de la Sábana Santa, la idea de dar un giro a su vida profesional cobró más fuerza. En los meses anteriores la posibilidad de abandonar el periodismo de redacción se hizo más fuerte.
Poco después, se lanzó a la piscina. Quería dedicarse a escribir reportajes de 500 páginas. Si sus libros eran un éxito hasta entonces, se empezaron a convertir en algo más.
Sus investigaciones sobre la Sábana Santa dieron forma a un libro titulado El enviado. Corría el año de 1979. Desde entonces, Jesucristo ha estado en su vida. Pasó a ser un ateo con fe en un personaje que cambió la vida de un escritor inolvidable.
Llegaron las obras más importantes de Juanjo. Publicó Tempestad en Bonanza, La Gran Oleada, El Misterio de la Virgen de Guadalupe o Los Astronautas de Yavé. También dio luz verde a su primera incursión en el mundo del relato literario con Sueños. Más tarde desembarcaría en la poesía A solas con la mar.
La consagración definitiva llegó con Caballo de Troya, que vio la luz en 1984. Más tarde llegarían obras como La rebelión de Lucifer, El testamento de San Juan, Estoy bien o Pactos y señales. Sus últimas obras son Tengo a papá y Gog. Así hasta 62 libros…
Y a eso hay que sumar los inéditos, pero esa es otra historia.
Se dedica a fabricar la revolución, es decir, se dedica a pensar.
Mientras tanto, se dedica a su pasatiempo favorito: pintar.
Y a estar junto a sus amores: su mujer y la mar.
1984-2019, el viaje sigue 35 años después
En marzo de 1984 apareció en las librerías una novela de un escritor de culto llamado JJ Benitez. El libro, titulado Caballo de Troya, pronto se convirtió en una revolución, llevaba un año encerrado en un cajón y le habían recomendado quitar 400 páginas.
No atendió la petición. El tiempo le ha dado la razón.
Tras la primera edición, llegó la segunda y la tercera. Fue en cuestión de semanas. El libro se mantuvo más de 200 semanas en el número 1 de ventas. No había casa en donde no se encontrara un ejemplar de una obra que sigue siendo al día de hoy la más exitosa de la historia de la literatura en nuestro idioma en España.
El libro narraba el viaje en el tiempo de dos astronautas que habían ido rumbo al pasado y desvelaba una verdad que durante décadas se había mantenido como confidencial, pero el secreto acababa de ver la luz.
El autor había recibido el diario de uno de los astronautas: Jasón. Sus jefes habían elegido la figura de Jesucristo para viajar a ese tiempo y a esa época. El lenguaje, entre la admiración y la ciencia, y la magia espiritual del protagonista absoluto, catapultaron a la obra a lo más alto.
Tras la tercera edición llegó la cuarta, y la quinta y la sexta. Y eso que solo habían pasado semanas. La séptima, la octava, la novena. Hoy son casi 100.
Apenas dos años después, se publicó la segunda parte del diario de Jasón. Fue otro éxito. Al igual, en medio mundo el libro fue apareciendo y cosechó éxitos ahí donde aparecía.
Luego apareció una tercera parte. Y las que faltaban. Llegó la cuarta, la quinta, hasta diez.
El asombroso relato de Jasón enamoró a millones de lectores de todo el planeta, pero él no viajó solo en el tiempo. En la nave iba otro astronauta. Se trataba de un hombre llamado Eliseo, que se había convertido en el otro gran testigo de los prodigiosos protagonizados por Jesucristo. Más de tres décadas después, su descripción de los hechos se convierte en el necesario testimonio que había falta para completar la operación Caballo de Troya.
Dos obras y una misma misión
Operación Caballo de Troya. En los años 60 del siglo 20, la NASA llevó a cabo un proyecto secreto gracias al cual se logró alterar el espacio y el tiempo. Aquello, nada más y nada menos, permitía el viaje en el tiempo. Tras diversas pruebas se decidió que la cápsula Santa Claus, que era la nave de la NASA, que se usaba para ese prodigio, viajara a la época de Jesús. En ese primer viaje al pasado, la nave se situó sobre el Monte de los Olivos en Jerusalén. Era la mayor aventura de la historia del ser humano.
El punto de partida era una fecha: 30 de enero de 1973. La “cuna” dio un salto en el tiempo de 709.137 días. El destino final fue el 30 de marzo del año 30. La misión fue controlada por un militar que fue director de algunas de las bases aéreas más importantes del país, pero nunca se supo del proyecto más importante del general Curtiss.
El viaje en el tiempo de Eliseo
Eliseo es el otro astronauta.
El el silencioso acompañante de Jasón, pero también dejó escrito lo que vio, oyó y sintió. Lo hizo en este viaje en el tiempo que tenía un destino a modo de fecha: el año 28. Por entonces, Jesús de Nazaret había iniciado su vida pública. Y en toda Palestina se hablaban ya de sus milagros.
En los diferentes diarios de Jasón se explica que el papel de Eliseo era –al igual que el de los segundos y terceros de abordo en las misiones Apolo, casi contemporáneas a la misión de la cuna Santa Claus–, mantener una presencia constante en el módulo, pero en un momento determinado comienza a efectuar misiones de campo.
Eliseo sí, era un hombre callado, silencioso, meticuloso. Fue curado por Jesús de Nazaret.
“Curtiss me vio de inmediato. El recibimiento fue frío, muy militar. Mi aspecto juvenil lo desconcertó. Pero no pregunté ni yo le di explicaciones sobre las últimas horas del día 17 de enero del año 28 en Saidan, cuando el Maestro me curó… supuestamente”.
“A las 23 horas de aquel 1 de julio de 1973 desplacé la nave al centro del largo salado… Sumergí la cuna cien metros y Santa Claus procedió a la inversión en masa…”.
“La máquina emergió y la vi llegar el amanecer del lunes, 26 de enero del año 28 de nuestra era…”.
“El siguiente paso fue la revisión de mis redes neuronales… Mi estado no era bueno ¡era excelente! Como consecuencia de este inexplicable saneamiento en mi cerebro, la memoria resultó especialmente beneficiada”.
Eliseo fue una de las personas a las que Jesús curó en uno de sus prodigios.
De nuevo, millones de lectores van a poder disfrutar del relato de alguien que compartió parte de su vida con el Nazareno.
Y al igual que en Caballo de Troya aparece ese lenguaje científico para describir lo que está pasando. A los hechos prodigiosos se unen los análisis químicos y biológicos que se hacen desde Santa Claus. Esa combinación de historia y ciencia es una de las claves del éxito de un relato que resucita ahora.
La obra nos presenta a un maestro humano. Y a un Eliseo contradictorio. La unión de ambos personajes promete hacer de este nuevo diario algo realmente inolvidable. Y es que Juanjo desmonta todo lo que creemos en esta nueva obra, pero lo desmonta para hacernos más firmes defensores y amigos del nazareno.
CREER DE OTRA FORMA, CREER DE VERDAD
Jesús era un gigante. Medía 1.81. Era más alto que cualquier persona de la época. Más alto, y tan alto como bueno, más agradable, más humano, más empático.
“Jesús no dejó de sonreír, mostrando una dentadura blanca e impecable. Levantó su rostro y me perforó con su mirada, depositando unas manos largas y velludas sobre mis hombros. Su faz era apacible”, se lee en su libro.
No era fiscal. Era un amigo cercano y entrañable. Tampoco juez.
Era lo contrario al hombre severo que durante dos mil años nos ha “pintado” la Iglesia. Seguramente, porque tal y como se cuenta en el libro, él no fundó ninguna Iglesia. Como ahora se sabrá, este fue uno de los muchos inventos sobre su legado.
Además de que, seguramente, él hubiera condenado las ideas de la Iglesia sobre su personalidad.
Impresionaba verlo.
Y tenía hermanos.
¡Ah! Nunca se casó y no tuvo una relación con María Magdalena. Y con, María, su madre, tenía una relación complicada.
Todo lo que ha experimentado, vivido, todo ha conformado una persona especial y distinta.
Para Juanjo “la religión es una de las grandes mentiras”. Y es que según el autor de El Diario de Eliseo, nada de lo narrado en los evangelios se ajusta a la realidad. “La fe es otro, es uno de los mal entendidos”, asegura.
Luchó por ser ex comulgado. Su perseverancia dio fruto y finalmente fue “despedido” y se anuló su bautizo. Fue todo un éxito para una persona que fue considerado el anticristo cuando publicó Caballo de Troya. ¿Qué dirán ahora de él?
Sigue haciendo las cosas diferentes a todos. Cuando llega el 21 de agosto ¡celebra la Navidad! Y no es por ir contracorriente, sino la respuesta a esa “manía” está en sus libros.
“Fui educado en la religión católica, pero el Jesús que descrubrí era totalmente distinto a cómo nos han dicho”.
Es un viajero infatigable. Recorre medio mundo –y el mundo entero–, si tiene que conseguir un dato. Ya ha dado en sus viajes más de 100 veces la vuelta al mundo.
Mucha gente lo desconoce.
Juanjo escribe poesía. En una de sus últimas obras reunió varios de sus versos, en los que sientes desde las entrañas el espíritu del creador de El diario de Eliseo: “Yo también puedo escribir esta noche los versos más tristes esta noche, como un presagio, el vendaval ha salpicado mi alma, ha saltado desde las tinieblas para recordarme quién soy. Puedo escribir la tristeza, porque yo mismo soy la tristeza”, escribió uno de los hombres que, pese a estos versos, es de los más positivos que hemos encontrado.
Es amante del orden y la disciplina. Luego de escribir que es germánico en sus costumbres.
Seguramente, sin toda esa forma de ser no hubiera escrito Caballo de Troya. Ni ahora El diario de Eliseo.
JJ Benitez cumplió 73 años en septiembre de 2019. Sus metas, prácticamente, han sido cubiertas. Ha tenido cuatro hijos, once nietos y ha publicado sesenta y dos libros, por ahora. Y sigue enamorado de la mar, que es lo más importante.
“Ahora –asegura– todo es cuesta abajo. Ahora la vida es puro regalo”. Y el editor se pregunta ¿quién sacará adelante los 145 libros que JJ tiene en proyecto?