Diferencias entre un estúpido y un idiota
CIUDAD DE MÉXICO, 26 de julio de 2017.- Luego de haberse publicado la más reciente encuesta del periódico ‘Reforma’ -según la cual Andrés Manuel López Obrador, dirigente del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) sigue ubicado en primer lugar en las preferencias de los votantes- el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tiene muchas razones para preocuparse.
De acuerdo con el sondeo, si hoy fueran las elecciones, la organización fundada por el tabasqueño, exjefe de Gobierno del Distrito Federal, obtendría el 28 por ciento de los votos; el candidato del Partido Acción Nacional (PAN), el 23 y en tercer lugar el abanderado del PRI con 17.
Esta encuesta se da a conocer a 3 semanas de la 22 Asamblea Nacional Ordinaria del PRI y a un año de las elecciones presidenciales.
Claro, aún no se resuelve quién encabezaría a los panistas, ni se avizora qué futuro tendrá la negociación –que más parece experimento-, para crear un Frente Nacional anti-AMLO y anti-PRI, con la participación del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Tampoco se conoce aún al candidato del PRI, pero si quieren ir apostando, todo lleva a suponer que será Miguel Ángel Osorio Chong, el más afín a los priistas y quien reúne todos los requisitos para salvar los actuales candados que hasta hoy imposibilitan el arribo de uno que otro “independiente” o “simpatizante” y que será el tema toral de su asamblea.
Para los tricolores tradicionales y de cepa, no hay vuelta de hoja: se opondrán a una reforma que ellos consideran una imposición, y de darse ésta, no habrá duda que será el génesis del surgimiento de un grupo inconforme, similar al de agosto de 1987 -en un CEN priista presidido entonces por Jorge De la Vega Domínguez-, que iniciaron entre otros Ifigenia Martínez, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Rodolfo González Guevara, Roberto Robles Garnica, Carlos Tello Macías y Porfirio Muñoz Ledo. Poco después, en el rancho Los Barandales de Manuel Moreno Sánchez, sería propuesto Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, a sugerencia de un numeroso grupo de políticos priistas y otros más, de varios partidos de oposición.
De los resultados de la más reciente encuesta de ‘Reforma’ se desprenden algunos puntos:
De inicio, muestra que AMLO encabeza las preferencias, por el conocimiento que la gente tiene de él. Eso no es de extrañar a nadie, luego de casi 18 años de campaña y proselitismo legal e ilegal ante el electorado.
También nos lleva al análisis de que los resultados de este mes de julio son casi idénticos al sondeo del mismo diario realizado en abril del año pasado, que mostraban un 26 por ciento de la preferencia electorales para López Obrador; un 21 para Margarita Zavala (PAN) y 17 por ciento para Miguel Ángel Osorio Chong. Jaime Rodríguez, El Bronco lograba el 9 por ciento y Miguel Ángel Mancera, un 8.
En cuanto al voto por partidos, 25 por ciento de los encuestados señalaba en 2016 que votarían por el PRI; 20 por el PAN; 17 por Morena; 11 por el PRD; 11 por un independiente; 4 por el PVEM; 4 por Movimiento Ciudadano y el 8 por ciento restante, por otros partidos.
Más allá de lo que la dirigencia y su militancia decidan durante su 22 asamblea de agosto -que permitirá fijar las reglas y medir el ambiente que impera a unos meses de que comiencen las elecciones-, lo más evidente es que el partido que ha gobernado a México durante 76 años, descontando los 12 en que cedió el lugar al PAN, enfrenta un serio riesgo de perder nuevamente la Presidencia, si no se somete a una reforma de fondo, que reconcilie a sus huestes, porque -aunque muchos lo tomen a broma-, es el único partido en el país que cuenta con un voto tradicional, duro y absoluta representatividad en todas las casillas.
En la agenda por supuesto deberá incluirse en primer lugar el tema de la corrupción, pues para nadie es un secreto que la mayoría de los 18 exgobernadores detenidos, buscados por la justicia, en libertad bajo fianza o sometidos a juicio son del PRI, aunque en este tenor también se inscriben gobernadores del PAN.
Para algunos analistas como Macario Schettino, de ‘El Financiero’, – aunque no todos son tan pesimistas-, el país asiste a la agonía del PRI, ante un fenómeno evidente de que una parte del sistema clientelar, están desertando a Morena, indica el también profesor del Instituto Tecnológico de Monterrey.
CON OCHOA REZA EL PRI HA SUFRIDO COSTOSOS DESCALABROS ELECTORALES
El año pasado, bajo la presidencia de Enrique Ochoa Reza, el PRI perdió 7 gubernaturas en 12 estados. En las más recientes de este año, también fue derrotado en Nayarit y en gran parte de los municipios en disputa en Veracruz.
Según los cálculos de Schettino, el PRI ha sufrido una sangría de casi 20 puntos en los 15 estados donde fue derrotado, sin contar Coahuila, que todavía está en litigio electoral.
La victoria del PRI en el Estado de México, es considerada “pírrica”, pues Alfredo del Mazo Maza venció por apenas 33.7 por ciento de los votos, es decir, la mitad con la que ganó en 2011 Eruviel Ávila.
Morena, en cambio, pasó del 8 por ciento en 2015 a casi el doble en 2017, lo que ha llevado a decir a algunos que el gran ganador en realidad fue López Obrador, porque al perder salió ganando.
“Todo anuncia que habrá una enorme rebelión contra el gobierno”, estima en su oportunidad el analista Luis Rubio, quien considera que habrá una pelea sin cuartel entre una minoría que pretende mantener sus prerrogativas y aquellos que pretenden que se lleve a cabo una reforma a fondo del sistema.
El PRI ha sido muy omiso en empujar como se debe las reformas sobre el Sistema Nacional Anticorrupción, que no ha podido comenzar a operar a plenitud.
Tampoco le ayuda mucho la imagen del presidente Peña Nieto -que aunque ya tocó fondo al iniciar el año y repuntó 8 puntos en los últimos 6 meses-, dista mucho de ser un activo que le garantice ganar las elecciones del año próximo.
Asimismo, parece que la aprehensión de al menos 5 exgobernadores desde enero pasado, tres de ellos en el extranjero (uno en Panamá, otro en Italia y otro en Guatemala) no ha sido suficiente para convencer a los mexicanos de que verdaderamente el gobierno federal está actuando con seriedad y con solidez contra la corrupción.
Peña Nieto no ha hecho todo mal, pues hay áreas donde ha resultado bien calificado, como la salud, la educación y la corrupción, pero algo está pasando que esto no cambia la mala percepción que los mexicanos tienen del jefe del Ejecutivo. Y es obvio que la imagen presidencial tiene consecuencias directas entre los mexicanos y el electorado en su conjunto, sobre todo para los priistas.
Las buenas o malas decisiones de Enrique Peña Nieto son lo que impulsa o hunde al PRI y muchos estiman que fue una mala medida de su parte imponer a Enrique Ochoa Reza, quien todo hace suponer ya no continuará al frente de su partido una vez realizada su 22 Asamblea.
Y si la lógica política tiene efectos, a pesar de lo que pinta el escenario actual al interior del PRI, su candidato a la Presidencia de la República deberá ser el todavía secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong o en su defecto, Manlio Fabio Beltrones.
De acuerdo con la encuesta de ‘Reforma’ el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, “permanece como la figura preferida para abanderar al PRI, tanto entre la población general como entre los simpatizantes del tricolor. Osorio Chong aventaja por una proporción de dos a uno a su más cercano competidor, Eruviel Ávila. El resto de los posibles candidatos son desconocidos y no gozan de apoyo”.
Algunos, ciertamente podrían esgrimir que Osorio Chong figura en el tercer lugar de las preferencias electorales rumbo al 2018, pero no hay que olvidar que Andrés Manuel López Obrador siempre ha despegado como puntero a un año de los comicios en todas las ocasiones en que ha participado. Pero también -como siempre-, jamás ha podido evitar en el último tramo, que del plato a la boca, se le caiga la sopa.
GRANOS DE CAFÉ
El abatimiento de Felipe de Jesús Pérez Luna, ‘El Ojos’, y la reacción inédita en la Ciudad de México de sicarios que decidieron bloquear las calles, cerrar accesos públicos, quemar camiones de carga y moto-taxis, para Miguel Ángel Mancera, jefe del gobierno capitalino, es sólo un hecho tan común que no cae en la nomenclatura de crimen organizado.
Por supuesto, la muerte del narcotraficante que dominaba Tláhuac, resulta un hecho casual para el propio Mancera, como familiares también le pueden parecer los operativos de los integrantes de la Secretaría de Marina en las calles de la capital del país.
Seguramente no considera como lucha contra el crimen organizado, el despliegue de unidades artilladas de la Marina que custodiaron el Servicio Médico Forense -a donde fueron llevados los restos de ‘El Ojos’-, y también para él es un hecho cotidiano y sin mayor trascendencia el cobro de piso en el corredor Roma-Condesa; la cadena de distribución de droga en antros nocturnos y ejecuciones como la ocurrida en el Heaven de la Zona Rosa -donde secuestraron al menos a 12 personas que fueron ejecutadas y enterradas clandestinamente en Tlalmanalco, Estado de México-, que de acuerdo con Mancera no puede calificarse como acciones del crimen organizado.
¡No, una y mil veces no, no hay crimen organizado en la Ciudad de México!, afirmó él escandalizado en una conferencia en la que nunca aceptó que los capitalinos sean objeto de los ataques, amagos y advertencias de criminales que se han posesionado de la CDMX, como eufemísticamente la bautizó él mismo, muy ad hoc a su singular estilo.
El crimen organizado y los cárteles llevan varios años de estar asentados en la capital del país, y el señor Mancera ha sido incapaz de diseñar una estrategia de seguridad pública que traiga de vuelva la paz social extraviada en el laberinto de las “genialidades” de quien que desde que inició su gestión, hace casi 5 años, está en campaña por la Presidencia de la República. ¿Con qué recursos? Sí, lo adivinó muy bien: con el dinero público que utiliza para sufragar su promoción política ya condenada rotundamente al fracaso…
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