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CIUDAD DE MÉXICO, 4 de octubre de 2019.- Esta semana se jugó la final de la Liga Mexicana de Béisbol, para sorpresa de muchos llegaron los Acereros de Monclova, un equipo de mucha tradición pero hasta ese momento sólo dos apariciones en la llamada Serie del Rey, y en ambas con descalabros dolorosos. Enfrente tuvo a una de las escuadras más regulares de los últimos tiempos, los Leones de Yucatán.
Los medios de comunicación se quedaban cortos para transmitir lo emocionante que fueron los partidos, la serie se tuvo que ir al séptimo y definitivo en el estadio Monclova de la ciudad homónima en Coahuila, una entidad eminentemente beisbolera pero acostumbrado más a ver en este tipo de situaciones a los Saraperos de Saltillo o a los Vaqueros de La Laguna.
Los Acereros nacieron hace 45 años, y nunca habían sentido lo que era levantar la Copa Zaachila hasta la noche de ese ya inolvidable 2 de octubre, cuando, fieles a su tradición, vinieron de atrás para ganar.
Incluso, el Gobernador de la entidad, Miguel Riquelme, compartió en sus redes: “¡Muchas felicidades a nuestro equipo de los Acereros de Monclova por haber obtenido su primer campeonato de la Liga Mexicana de Béisbol! Hoy Coahuila está de fiesta, celebrando con orgullo que después de 45 años, han alcanzado la victoria del rey de los deportes en México. ¡Enhorabuena!”
La hazaña de Acereros tenía que escribirse como las de los mitos, superando a los gigantes, no en balde en sus tres series (incluyendo la final) había superado a los tres más recientes campeones de la liga: Leones de Yucatán, Toros de Tijuana (también se requirieron los siete juegos) y Sultanes de Monterrey.
Los jugadores de la Furia Azul dedicaron el campeonato a su afición, y no es para menos, una afición que es conocedora de los números, de lo que sucede en el diamante, que desde que se coloca el pelotero en la caja ya sabe si será ponchado o conectará la esférica, pero hasta antes de este 2 de octubre eran ricos en teoría, pero sin conocer la práctica.
Una vez tuve el gusto de pisar ese estadio, y era muy distinto el ambiente al del resto que conozco, una afición silenciosa, nada que ver con la ruidosa que se percibió esta ocasión, en aquella, hace siete años, los vendedores incluso evitaban gritar para no romper el silencio que permeaba (tengo testigos de calidad por fortuna para corroborar esto).
Esa misma ya finalizado el encuentro, antes de la entrega de los trofeos, gritó: “Yucatán, Yucatán”, reconociendo al rival.Por cierto que, como era de esperarse, todos los juegos estuvieron a reventar, de llamar la atención que el boleto más caro en el palco área azul costaba 205 pesos.
Una afición pues, que, si bien no había vivido nunca un campeonato, sin duda estaba preparada para ello y al disfrutarlo, supo perfectamente lo que se tenía que hacer y qué decir. Felicidades a los jugadores, a la directiva, a la afición y al béisbol mexicano.
Pd. No deja de llamar la poca o nula atención que le dedica la prensa (incluyendo la deportiva) a este deporte y sobre todo a estos logros.
@rvargaspasaye
Fuente: SentidOComún