Economía en sentido contrario: Banamex
OAXACA, Oax., 10 de diciembre de 2017.- La ola privatizadora del Presidente de la República Enrique Peña Nieto alcanzó al Partido Revolucionario Institucional (PRI).
La institución más clásica de la Revolución Mexicana, su brazo político, el que ha hecho posible una larga paz social en beneficio de los mexicanos, institución histórica del pueblo mexicano, el orgullo del Estado nacional, ha sido entregada a alguien que no comulga con su ideología, al contrario, le es extraña.
Las diversas razones de este hecho histórico no son justificables, ni siquiera son razones, porque si partiera esta acción de alguna razón simplemente este tipo de decisiones no puede caber en cabeza de cualquier priísta. Este accionar conduce a concluir que quien tomó la decisión, Enrique Peña Nieto, Presidente de la República, sencillamente no es priísta.
Si el Presidente de la República no es ni ha sido priísta, entonces la decisión tiene lógica, simplemente ha sido congruente con su ideología antipriísta. Sin embargo, si se identifica como priísta ha cometido una enorme traición a millones de miembros de este partido y a la ideología de la Revolución.
Algunos analistas podrán argumentar que los Presidentes priístas de la República, desde Miguel de la Madrid, pasando por Carlos Salinas hasta Ernesto Zedillo, habían ya traicionado la ideología revolucionaria y haberse entregado a la ideología neoliberal, sin embargo, disimulaban, al fin y al cabo, llevaban ropaje revolucionario.
Las consecuencias de esta decisión, será en el mediano plazo el proceso de extinción del PRI. Vaya problema del señor Meade candidato de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República, si se definiera de corazón priísta o de reciente adopción al priísmo será arrastrado por el desprestigio a que le han sumado los malos priístas al partido, por tanto, perderá sin remedio la Presidencia de la República, por otro lado, si se mantiene alejado del priísmo más tradicional, seguramente estos priístas históricos lo harán perder.
Vale formular la hipótesis, si en el transcurso de la campaña el señor Meade no se manifiesta con la posibilidad real de ganar, más le vale al señor Andrés Manuel López Obrador que sea competitivo, porque empezará la desbandada de los priístas gobernantes y clasemedieros hacia el candidato de la coalición PAN, PRD, MC.
Fue lo que pasó en el 2006, al darse cuenta los gobernantes estatales priístas de la imposibilidad del triunfo de Roberto Madrazo, empujaron la operación electoral hacia el candidato del PAN, Felipe Calderón.
En este escenario el mejor y competitivo candidato del Frente sería el joven Anaya. Esto puede ser así pues el modelo neoliberal es la ideología tanto de la clase gobernante priísta como de los panistas y perredistas. No habría que olvidar que firmaron al unísono los cambios estructurales.
De cara al pasado reciente, al PRI lo han venido humillando, utilizando, sobajando los miembros de la ideología neoliberal. Formados en centros académicos de esta ideología, como las universidades americanas e inglesas, en el ITAM o en el Tecnológico de Monterrey, se han venido incrustando, ante la mirada atónita del PRI de base, en las estructuras gubernamentales y de decisión.
De tal manera que han reorientado al Estado mexicano al servicio de los grandes capitalistas, ahora sí, el Estado nacional es un simple administrador de los intereses del gran capital en detrimento de los intereses de los trabajadores del campo, la ciudad y de los trabajadores al servicio del Estado.
En razón de lo anterior, es explicable la competitividad de MORENA con Andrés Manuel López Obrador a la cabeza, pues recoge la ideología de la Revolución Mexicana, Madero, Zapata, Villa y Cárdenas están en su discurso, está llenando los olvidos, los pozos, los espacios, las fracturas del PRI.
No es el regreso al pasado sino la lucha por la vigencia de la ideología de la Revolución, de rescatarla, de accionarla, puesto que no ha terminado su tarea: moderar la opulencia de los pocos con la indigencia de los muchos. Esta es la tarea de MORENA, de Andrés Manuel López Obrador, de aquí su legitimidad y popularidad guste o no.
A nosotros nos parece imposible que el señor Mead abrace esta ideología, no está formado en ella, está imbuido de la ideología neoliberal, desde luego es un demócrata liberal en lo político, pero México aún necesita completar la tarea de la Revolución, para ello se necesitaba, por las malas condiciones del pueblo mexicano, un digno representante de su ideología.
Sin embargo, Peña Nieto decidió lo inconcebible, lo impensable, privatizar el último reducto de la gran gesta de 1910, de esta manera le ha puesto la cruz a la tumba de la Revolución que los últimos presidentes priístas del siglo 20 habían enterrado.
En las próximas elecciones se decidirá si la cruz y la tumba de la Revolución estarán intactas y sus sepultureros vigilantes o la fuerza de sus hijos, como el Mío Cid, hará cabalgar de nuevo su fuerza y su virtud.