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CIUDAD DE MÉXICO, 28 de febrero de 2018.- La tragicomedia del español Alejandro Casona ‘Prohibido suicidarse en primavera’ puede mirarse desde esos dos ángulos, uno de ellos festivo. Pero lo que está pasando en México con el aumento de suicidios, sobre todo de jóvenes y adolescentes -83 mil en 16 años-, solo puede considerarse una gran tragedia, atribuida a un sistema injusto. La gran responsabilidad que atañe a los últimos tres gobiernos evidencia el poco respeto a la vida humana.
Pese a programas aislados, no hay una estrategia global del gobierno que enfrente el problema de fondo y genere las medidas sociales y médicas urgentes. Medios publicaron la última semana de febrero, que del año 2000 al 2016, el suicidio ha aumentado 84.8 por ciento en el país y va en aumento. En ese lapso se quitaron la vida 83 mil personas de las cuales 68 mil 309 eran varones.
Pese a eso y a que existen 18 iniciativas presentadas a lo largo de 5 legislaturas para abordar el grave problema, la estrategia legislativa está detenida en el Congreso. Los datos fueron proporcionados por el Instituto Belisario Domínguez (IBD) del Senado de República, el que reportó que la misma fecha conmemorativa a esa tragedia –Día Nacional para la Prevención del Suicidio-, a fin de llamar la atención sobre el caso y ofrecer soluciones, se congeló el pasado noviembre. El colmo del menosprecio.
Si se añaden las fallidas estrategias gubernamentales de los últimos dos gobiernos acerca de la seguridad nacional, lo que ha ocasionado alrededor de 200 mil muertos, con la cifra de suicidios, que está íntimamente ligada en la mayoría de los casos a la poca perspectiva de un futuro, se podría atribuir a los gobiernos panistas-priistas una cifra cercana a la de 300 mil personas cuya muerte se pudo haber evitado.
La felicidad es el suicidio prohibido
El suicidio ha sido un tema literario muy abordado. Y es en ese ámbito en donde se dan buena parte de los suicidios reales de famosos autores. Las fórmulas para ejecutarlo son diversas, el veneno, el puñal, el ahorcamiento, la muerte por agua que escogieron Virginia Wolf y Alfonsina Storni.
Por ese camino sin retorno se fueron el poeta argentino Leopoldo Lugones, el uruguayo Horacio Quiroga, los mexicanos Manuel Acuña y Jorge Cuesta, los estadounidenses Sylvia Plath, Ernest Hemingway y Jack London, el italiano Césare Pavese -que escogió el ejemplo de uno de sus personajes- el austriaco Stefan Zweig, el japonés Mishima, el ruso Maiakovski y decenas y decenas.
Escogimos la obra de Alejandro Casona, asturiano que se exilió en México y en Argentina y que representó ‘Prohibido suicidarse en primavera’ (Editorial EDAF, 2010, España) en el teatro Arbeu de la Ciudad de México en 1937, por el mensaje que envía su tragicomedia: el amor a la vida se recupera a partir de la risa y la risa es la felicidad.
Un médico ha creado el Hogar del suicida para ayudar a quienes están en ese trance. Personajes esquemáticos van desfilando con distintos problemas, pero un día aparecen por error dos reporteros, Fernando y Chole, seres alegres y bromistas que al entrar en contacto con los pacientes, van impregnando de un anhelo de vida a varios de ellos. Ante la perspectiva de un cambio, se vislumbra otro panorama.
Los miles de jóvenes que por depresión, angustia, soledad, pobreza, se quitaron la vida en un arranque, en México, quizá tendrían hoy otra visión de la vida.
Casona fue un autor que formó parte de la generación española del 27 y quien, al regresar a España, dio un viraje en varias fórmulas del teatro. Murió en 1965.
Aquí dejó como buen recuerdo su obra ‘La dama del alba’, que fue llevada al cine en 1949 dirigida por Emilio Gómez Muriel, con el papel magistral de María Douglas representando a la muerte. Muerte que dejó de lado, a aquellos que sí deseaban vivir.