Los fantasmas de Toño Malpica llegan a la FILO
CIUDAD DE MÉXICO. 15 de mayo de 2018.- Actos de maldad y violencia extrema son cada vez más frecuentes en el mundo y la sociedad.
¿Qué es lo que pasa para llegar a esos grados extremos de deshumanización para los que en muchas ocasiones no se encuentran palabras?
Desde el contexto más común, cualquier persona puede sufrir una transformación tal, que lo lleve a cometer actos atroces.
En El efecto Lucifer, publicado en el sello Paidós, el reconocido psicólogo estadounidense Philip Zimbardo reafirma que la maldad no es un simple antagonista de la bondad, sino que forma parte de un contexto y una estructura social que detona ciertos mecanismos que llevan a una persona aparentemente normal a actuar de forma deshumanizada.
En 2004, luego de ver por televisión aterradoras imágenes de lo ocurrido en la prisión de Abu Ghraib, en Iraq, donde un grupo de militares estadounidenses sodomiza, tortura y violenta a presos iraquíes de las formas más humillantes posible, Zimbardo se propuso retomar una investigación que había iniciado unos años antes y los resultados obtenidos dieron origen a El efecto Lucifer.
Era 1971. En La Universidad de Stanford, California, se realizó un experimento donde Zimbardo dividió a dos grupos de estudiantes en “guardias” y “prisioneros”, y al cabo de algunas semanas los resultados lo sorprendieron tanto que se vio obligado a suspenderlo, ya que universitarios reconocidos por su bondad, se transformaron en sádicos al asumir su rol de custodios.
Ello llevó a Zimbardo a definir El efecto Lucifer, un proceso psicológico en el que son perceptibles ciertas características, como la presión que ejercen el entorno y el grupo sobre los miembros que lo integran; la obediencia a la autoridad, sobre todo cuando se trata de conjuntos militares o policiales; la desconexión moral y las condiciones del entorno, que van desde el sitio donde actúan hasta factores como la falta de descanso.
Philip Zimbardo (Nueva York, 1933) Profesor emérito de psicología de la universidad de Stanford. Ha sido presidente de la American Psychological Association y actualmente dirige el Stanford Center on Interdisciplinary Policy, Education, and Research on Terrorism.
En 2008, le fue otorgado el Premio de la Fundación de Vaclav Havel por su vida dedicada a la investigación sobre la condición humana.
Sus más de 300 publicaciones y 50 libros transmiten su investigación en el campo de la psicología social, con especial atención a la timidez, la locura, los cultos, la psicología política, la tortura el terrorismo y el mal.
Fue presidente de la Sociedad Norteamericana de Psicología.
En 2004 declaró, como perito judicial, en el consejo de guerra contra uno de los reservistas del ejército estadounidense acusado de conducta criminal en la prisión iraquí de Abu Ghraib.