La Constitución de 1854 y la crisis de México
Lo relevante del proceso legislativo no son los tiempos en que se discuta ni los resultados de las votaciones preliminares que se den en el pleno de cámara de diputados.
Para el electorado lo trascendente será ver que el bloque opositor a Morena se mantenga en la defensa del INE y no permita que el gobierno controle los procesos electorales que vienen.
Está muy claro que AMLO quiere dejar las Reformas Electorales a modo de que su movimiento esta vez sí obtenga mayorías calificadas en las cámaras de diputados y de senadores.
El presidente López Obrador sabe muy bien que la elección presidencial está prácticamente asegurada para el candidato o candidata que postule Morena.
Lo que debe preocuparle es la gobernanza que tendrá quien lo suceda.
Igual la sociedad, convertida en electorado, está muy pendiente de saber qué le espera para su vida cotidiana con una Reforma Electoral que le otorgue al presidente y a su grupo un poder en el ámbito referido, que pudiera llevarnos a un totalitarismo disfrazado de democracia.
Se ha pospuesto el debate en San Lázaro. Pero ello de ninguna manera significa que AMLO y sus cercanos hayan declinado en sus afanes de control electoral.
Aún antes de que se llegue a realizar la votación en el pleno convocada para el martes venidero, ya en los corrillos políticos se habla de que Morena está afinando su Plan B para lograr una transformación del INE.
Ello significa que la sociedad, en defensa de sus derechos electorales, incluido fundamentalmente el respeto a la voluntad popular, tendrá que movilizarse sin depender de liderazgos cosméticos como el Claudio X. González o cualquier otro personaje de ese talante.
Está en juego nuestra condición de país democrático.
Ni más. Ni menos.