Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
CIUDAD DE MÉXICO, 8 de junio de 2018.- Entre tantos gritos, acusaciones, descalificaciones y algunas propuestas en esta campaña electoral, el ambiente enrarecido y a punto de entrar a la etapa mundialista donde la esperanza de que México llegue al quinto partido de nuevo cobra vida, parece que olvidamos lo importante.
Claro que lo importante es subjetivo. Pero hay vasos comunicantes donde se pueden llegar a convenciones de que es importante para todos temas como la familia, dedicar tiempo a quienes queremos y nos quieren, o al entretenimiento, ver una película por el puro placer de verla, o leer un libro, caminar por un parque, disfrutar una ligera lluvia.
La inmediatez hace que corramos el riesgo de olvidar las cosas importantes, o, el otro extremo, querer guardar el momento en un dispositivo electrónico en lugar de la mente y el corazón: ya un concierto, un atardecer, un instante pleno parece que es requisito grabarlo, fotografiarlo, dejar constancia del hecho.
Olvidamos también a veces los buenos modales, abrir la puerta del automóvil a la dama, saludar y despedirse al llegar y salir de un lugar, agradecer por un servicio, solicitar sin exagerar, lo enseñado en la primaria: “No corro, no empujo, no grito” parece de una vida muy pasada. Ponerse de pie cuando se entona el himno nacional.
No recordamos visitar o de menos llamar por teléfono a los abuelos, saber si no les falta nada, hacerlos sentir queridos y útiles, levantar nuestro plato luego de comer, bolear los zapatos como nos enseñaron de niños, o disfrutar debajo de los arcos de alguna plaza principal donde los boleros todavía se dan cita.
La contaminación auditiva también nos hace borrar algunos instantes que antes disfrutábamos más: el correr del río, el pájaro que trina desde temprano, las hojas de los árboles ante un viento indiscreto. Ahora es el motor de un auto junto al rechinido de unas llantas o los audífonos entre tantos jóvenes que pareciera les sirven de barrera para evitar la conexión con el mundo.
Mientras más somos más nos alejamos. Pero, aunque no se crea, todavía hay lugares donde pese a no conocerte al caminar una calle la gente que te ve te saluda, te desea buenos días o buenas tardes, te regala una sonrisa, un momento de su vida y de su felicidad y te contagia, en espera de que hagas lo mismo, aunque en realidad alguien feliz que te regala algo nunca espera nada a cambio.
Mientras más avances tecnológicos hay parece que nos distanciamos. Antes le dábamos más importancia a la palabra, ahora el nuevo lenguaje universal de los emoticones gana terreno abrumadoramente. Antes las canciones románticas tenían unas rimas elaboradas, hoy con trabajos riman y son pocos los términos que se utilizan, la riqueza verbal parece estar en peligro de extinción.
Ver la televisión en familia ha sido superado por el consumo de cada quien en su pantalla favorita, pero siempre tendremos los dramas que al menos unen para maltratar al villano del momento, para contar un chiste nuevo, para recomendar un lugar al que no se ha ido pero la intensión es lo que cuenta.
Ahora la comunicación es en redes sociales donde vemos cómo pasa el tiempo y prometemos reunirnos con los amigos que hace meses o años no vemos pero sentimos cerca de tanta fotografía que comparten. Seguimos disfrutando la preparación de unas vacaciones que no tardan en llegar (eso decimos siempre esperanzadoramente). Y las alegrías del equipo favorito se combinan con las tristezas en la misma temporada.
Los días son los que no se detienen, por eso es importante que, pese a que la política y el mundial de futbol ganen terrenos los próximos días, no olvidemos lo importante, disfrutar cada instante de este pedazo de tiempo que nos tocó compartir. No es mucho, pero a veces, es todo. Y esa diferencia es la que cuenta.
@rvargaspasaye