Diferencias entre un estúpido y un idiota
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de abril de 2018.- No hubo sorpresas. No hubo ganador. Todo transcurrió de acuerdo con lo que ya se esperaba. Anticipadamente, se sabía cuáles serían las descalificaciones entre los candidatos, que se dieron de manera puntual. Se sabía también que los ataques estarían dirigidos principalmente al aspirante de Morena, Andrés Manuel López Obrador y así ocurrió.
Se sabía que José Antonio Meade haría lo posible por posicionarse en las preferencias de los indecisos o de quienes aún no anuncian su decisión. Que trataría de ser lo más congruente posible con sus propuestas, para repuntar en la aceptación y en el sentimiento de los votantes o en algunos sectores de la población, que rechazan con coraje todo lo que huela a PRI.
Se sabía que Margarita Zavala, prácticamente no figuraría, sino que sería una candidata más. Se olvidó del compromiso de exponer sus ideas evolucionistas –porque jamás hubiera atinado a exhibir una de tipo revolucionario–, ante un público más exigente que nunca. En los primeros minutos se vio preocupada por descalificar a Ricardo Anaya y más adelante, no por responder concretamente las preguntas de los periodistas, sino por dirigirse al público que siguió el debate.
Ricardo Anaya utilizó los recursos de siempre: mostrar papeletas con información, preparadas principalmente para evadir las acusaciones en su contra, sobre su vida de muy alto costo, que no corresponde con su salario y sobre otras conductas que le han proporcionado ganancias inimaginables, de las que dijo estar a salvo, ya que no existen acusaciones penales en su contra, sino solamente mediáticas.
Andrés Manuel fue a cumplir con el papel previa y mañosamente anunciado por él mismo. Estuvo tranquilo. No lograron sacarlo de sus casillas, pero tampoco evitaron que mintiera insistentemente sobre sus reiteradas percepciones, que tienen que ver con la amnistía a los peores delincuentes de este país, con 500 mil millones de pesos que cada año se queda en manos de quienes conforman la mafia del poder, con el alto a la corrupción, etc.
Jaime Rodríguez, el bronco, se vio ágil para emitir respuestas, muchas de ellas con buen humor y otras con verdades ingeniosas, como la que le disparó al Peje: “Andrés siempre exagera con propuestas populistas” o la otra al mismo candidato de Macuspana: “¡dices cada barbaridad! Y a quien dice barbaridades hay que cuestionárselas” y muchas otras.
Bueno, el debate lo ganaron los incisivos periodistas