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CIUDAD DE MÉXICO, 20 de enero de 2020.- A las conferencias Mañaneras del Presidente acuden quienes tienen obligación.
Y, también, algunos que entienden el ejercicio del periodismo como una disciplina que debe, siempre, buscar la noticia.
La apertura de información, la forma en que puede cuestionarse al primer mandatario, la ausencia de censura previa, hacen de estas conferencias de prensa una oportunidad excepcional para cuestionar, incluso confrontar la realidad nacional. Con el agregado de la nula oportunidad de hablar con funcionarios de primer nivel, que tarde o temprano aparecen junto al Presidente y se ven obligados a responder.
Todos tienen una oportunidad de preguntar, según decida López Obrador que conoce a todos, que reconoce a cualquiera que no sea habitual. Y también de insistir en su pregunta o hacer una segunda. Por su parte el Presidente, comunicador de excelencia, responde como quiere responder, lo que obliga al reportero a buscar los recovecos, los poquísimos espacios disponibles, para obtener la información que pide.
No es un ejercicio fácil porque, hay que insistir, López Obrador tiene innumerables habilidades para decir lo que quiere decir, pero en la medida en que se hacen preguntas inteligentes se camina más hacía las respuestas que se buscan.
Para asistir a estas conferencias hay que levantarse de madrugada. Y tener mucho estómago para aguantar las majaderías de los “reporteros” jóvenes que están vestidos de soberbia y mala educación. Sobre todo hay que estar dispuestos al escrutinio de la sociedad espectadora. De todos aquellos que desde su computadora, radio, televisión o celular siguen las “Mañaneras”.
Jorge Ramos vino una vez más a provocar, cuestionar, exhibir a López Obrador. Y una vez más el Presidente se defendió, y logró comunicar sus datos, su posición. Todos sabemos qué tipo de periodismo hace Jorge Ramos, cómo utiliza la agresión para intentar acorralar a sus entrevistados. Lo que no sucedió.
La respuesta de la gente fue, mayoritariamente, contra Jorge Ramos.
¿Ganó algo? Lo dudo. Porque los espectadores, esa sociedad que esta despierta y que se comunica, son muy sensibles a las formas que los periodistas utilizan para dirigirse al Presidente. Y no aceptan la agresión, la violencia en su contra. Varios “reporteros” han sufrido todo tipo de escarnio popular por estas expresiones. Ramos no es más popular en México por sus preguntas a López Obrador.
Lo singular, que llama la atención, es la forma en que Jesús Ramírez Cuevas se dirigió a él al final de la “Mañanera” para abrazarlo, agradecerle como si fuese un cantante de Rock… lo que también quedó en cámara.
Para quien quiera vivir la adrenalina de este duelo, entre quien pregunta y quién contesta, los dos a modo, las “Mañaneras” son una oportunidad invaluable. Para aquellos que van por obligación y aparecen bostezando, o en la búsqueda de una oportunidad para meter un grito, una exclamación negativa sin que sea su turno, la “Mañanera” será la tumba de cualquier carrera periodística en esta nueva realidad.
Y solamente si son masoquistas deberían seguir asistiendo…
En Tuiter: @isabelarvide