Llora, el país amado…
Ver la película Radical despierta la intención de transformar el sistema educativo nacional. Prácticamente todas las condiciones de vida que se presentan en la cinta parecieran formar parte de una muy perversa distopía, fruto de una pesadilla diseñada para hacer sufrir a los seres humanos que aparecen en ella: escuelas derruidas, un mal ambiente laboral, estudiantes al borde del abandono escolar, familias sumidas en la miseria, comunidades conformadas entre la basura, ingobernabilidad y control social a cargo de grupos de narcotraficantes, mientras pulula una policía que no sirve para nada.
Si bien, resulta casi prodigioso el que una estudiante con aptitudes sobresalientes, como es el caso de Paloma, haya encontrado un profesor extraordinario como el maestro Sergio, el cual a su vez se valió de las herramientas pedagógicas de Sugata Mitra y lograron resultados impensables a pesar del contexto tan desfavorable.
Así, la maravilla posible que presenta la película también representa la oportunidad de recuperar una conversación inacabada, la referida a transformar el futuro del sistema educativo como garante de los derechos a estar, aprender y participar de todas las niñas, niños y jóvenes, así como de todos sus derechos y libertades.
La presencia de los males sociales y del contexto misérrimo por sí mismos ya constituyen un fuerte reproche a quienes por acción u omisión han permitido que, no solamente Matamoros, Tamaulipas, sino muchos miles de comunidades más en nuestra nación en las cuales sus habitantes a duras penas sobreviven, al ser ingobernables, sin ley, presas de la violencia, de la delincuencia y donde el desarrollo pleno de las generaciones jóvenes es prácticamente imposible.
La problemática del sistema educativo nacional se acentúa por la invisibilidad de la situación, ya que la mayoría de la ciudadanía no pondera en su real dimensión la magnitud de la situación. Preocupan enormemente los resultados del estudio que realizó Mexicanos Primero Michoacán en septiembre pasado, acerca de la percepción ciudadana sobre la educación, el cual demostró que apenas el dos por ciento de la población de la citada entidad considera al sistema educativo como el principal problema público, lo cual equivale a que, cuando se escucha hablar de educación y sus problemáticas, se modula el volumen de la radio a apenas el porcentaje mencionado, siendo los temas de violencia e inseguridad los que están más amplificados y presentes en la idiosincrasia de la población mayor de 18 años en la entidad.
Por encima del diagnóstico, las posibilidades que brinda estar en un momento crucial de reconstrucción del modelo educativo nacional para priorizar y garantizar los derechos a estar, a aprender y a participar de las niñas, niños y jóvenes en el país, permitiría aprovechar la etapa que vive actualmente la Nueva Escuela Mexicana para tales efectos.
Su proceso de aplicación y apropiación aún es joven, lo cual permite hacer cambios rápidos y ajustes que mejoren los resultados. Es momento de modificar el sistema y de comprometernos todos para construir, contribuyendo desde nuestros respectivos ámbitos de competencia un mejor sistema educativo que conjure todos los males ya mencionados.
Todos podemos hacer el compromiso individual y social de adentrarnos en cómo funciona el sistema educativo, en conocer sus finalidades, sus planes y programas de estudios, los indicadores educativos, su importancia y el impacto que tienen en la formación de las niñas, niños y jóvenes, para contribuir con nuestra voz y desde nuestro respectivo ámbito de influencia a fijar objetivos sistémicos con mayor precisión y exactitud.
Sin embargo, a varias semanas de distancia de haberse presentado Radical, no ha habido una respuesta institucional al planteamiento intrínseco que realiza la película en torno a la situación educativa y las respuestas gubernamentales que requiere su problemática. Sin embargo, aunque las autoridades educativas hagan mutis y no se den por aludidas, nuestra educación necesita revulsivos, cambios profundos.
Quizás el que más salta a la vista es que toda acción y toda erogación realizada en el sistema educativo deben estar vinculados a indicadores de cobertura, de aprendizaje, de permanencia y de participación escolar de las niñas, niños y jóvenes.
Cuando eso suceda, los recursos que se inyectan al sistema educativo potenciarán la transformación educativa que nuestra nación merece y necesita, para salir de las múltiples crisis que se padecen.
No cabe duda: algo está muy mal en un sistema que está diseñado para que una muy escasa minoría logre culminar desde educación inicial hasta superior en tiempo y forma, el cual abandona a la gran mayoría de las niñas, niños y jóvenes que se inscriben en él, aspirando a ejercer sus derechos educativos, sin conseguirlo.
Es el sistema el que tiene que ser reformado de fondo, porque mientras las mismas personas sigan haciendo las mismas cosas con los mismos recursos, métodos y paradigmas será necio esperar resultados diferentes.
Disrumpir y transformar el sistema educativo nacional es imperativo, no podemos seguir esperando a que las cosas sucedan por sí solas ni a que el cambio social se dé por la acción de manos invisibles o que mezan la cuna; es imprescindible fijarse como un objetivo nacional prioritario que todas las niñas, niños y jóvenes estén, aprendan y participen en las escuelas del país, sin discriminación, limitación ni amenaza alguna.
Estamos en un momento crucial para la toma de decisiones colectivas, por lo que la exigencia ciudadana puede conformar una diferencia radical. Es momento de hacer escuchar nuestra voz.
Sus comentarios son bienvenidos en [email protected] y en Twitter en @Erik_Aviles
*Doctor en ciencias del desarrollo regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C.