
El trasfondo del fondo en crisis de relaciones con EU
CIUDAD DE MÉXICO, 6 de noviembre de 2020.- De la mano de los avances de la tecnología se dan fenómenos sociales que estamos viviendo a la par de analizando, por ejemplo, con las fake news o noticias falsas también nos hemos dado a la tarea de enfrentar una postverdad, esto es, una supuesta verdad que no todos miramos igual.
Un movimiento en redes sociales quizá baste por muestra, un mandatario coloca algún tema, un ataque de preferencia, y los adeptos tanto reales como ficticios (trolles) generan una supuesta conversación que inunda o al menos lo intenta, la atmósfera mediática, de tal suerte que si no te convencen de su punto al menos te enteraste de su existencia.
Esto ha hecho que la misma realidad la pongamos en duda, ya no para preguntarnos como René Magritte si es o no una pipa lo que vemos, sino a dudar incluso de lo que antes teníamos certezas, y no ya en términos filosóficos o científicos sino llanos, una especie de espiral del silencio (Elisabeth Noelle-Neumann, 1977), pero perfeccionada.
Tenemos de frente un fenómeno que entendemos como algo, pero las redes sociales por ejemplo nos dicen que no es como lo vemos, entonces dudamos ya de lo que pensamos y de paso dudamos incluso de nuestra realidad.
El ser humano pareciera que está perdiendo a pasos acelerados su capacidad de sorpresa, este 2020 es una clara muestra de ello, y eso tiene que ver también con la forma en que en las áreas de comunicación empiezan a analizar y trabajar las situaciones de crisis. Algunos prefieren apostar a que se olvidará pronto, o que un escándalo mayor hará que se rebase el propio.
Y pareciera que entonces al dejar de sorprendernos las crisis han dejado de ser crisis, y esto no es así, ese paso de la postverdad a la postrealidad debe ser con mayor cautela, pese a que no se vea en ese momento una crisis cuando se tiene o se hay existe y permanece.
La postrealidad nos enseña que no basta entonces ya con tener la verdad sino que se debe generar una postverdad que puede o no ser la misma que la verdad en sí, sino una que la opinión pública, de nuevo la espiral, sienta propia y sea mayoritaria al menos.
Y esto último viene a colación porque una de las postrealidades que estamos viviendo tiene que ver con los juicios mediáticos que parece suplantaron a los juicios legales, hoy el gran público expresa su pesar, su indignación e incluso su penalización, y deja para después los términos normativos de las empresas, los reglamentos de los clubes o las leyes que nos ayudan (o al menos es el deseo) a ser mejores ciudadanos.
Complicada realidad la que tenemos enfrente cuando por ejemplo en Estados Unidos pese a que uno de los dos contendientes ha ganado la elección, el otro y su gente dice que eso no es la verdad y se la creen, de allí que luego entren en juego pues las mayorías y al final lo legal, claro sin olvidar lo legítimo, tiempos complejos los que estamos viviendo.
@rvargaspasaye