Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 13 de noviembre de 2020.- Las elecciones en Estados Unidos han dejado varias lecciones en diversos sentidos, uno de ellos en los medios de comunicación y en las redes sociales. Es un hecho que la arena digital para bien o para mal se ha vuelto un foro permanente de intercambio de ideas, de debates, pero también de insultos, de humillaciones públicas.
Si bien hubo momentos climáticos desde el supermartes hasta que la fórmula compuesta por Joe Biden y Kamala Harris obtuvieran el mínimo de 270 votos en el colegio electoral, me gustaría señalar uno que tiene que ver con el comportamiento de los medios de comunicación en la época moderna.
Donald Trump como pocos había utilizado el poder de las redes sociales haciendo de su cuenta personal de Twitter su bocina de resonancia a nivel mundial. Y fue precisamente en esa plataforma donde vino el toque de quiebre de la elección.
Twitter fue el primero en eliminar la voz presidencial, y no era para menos, además la misma red social ya había anunciado que no dejaría que se esparcieran fake news vinieran de donde vinieran. Tres posteos del presidente de Estados Unidos fueron eliminados de la conversación pública bajo el fundamento de que no tenían sustento y por lo tanto entraban en la dinámica de las noticias falsas.
Pero el siguiente paso fue el de las cadenas de televisión, incluyendo Fox News quienes en un golpe que puede calificarse de periodismo sin adjetivos (otras voces le han llamado censura), dijeron no podemos transmitir este discurso del todavía presidente porque, de nuevo, carece de sustento.
Incluso casi una semana después se repitió ahora con la jefa de prensa de la casa Blanca, Kayleigh McEnany, cuando empezó a denunciar la existencia de «votos ilegales”, y porque de nuevo, cayó en lo mismo de su jefe, señalamientos sin sustento, tratando de empañar una contienda que al menos en cuanto a los números arrojan que la fórmula Biden/Harris obtuvo los votos necesarios para levantarse con el triunfo.
¿Qué nos dice esto, a dónde nos lleva esto? Primero, a comprender que en la época del exceso de comunicaciones sí se puede callar la voz del presidente. Segundo, que vale la pena elevar el nivel del periodismo como también lo vale en el caso de la política, políticos mejor preparados que sepan argumentar y no solo insultar, que sepan citar y no solo alburear.
En suma, se puede callar la voz del presidente, se necesita la verdad, se necesita decisión, y en ese camino debemos andar.
@rvargaspasaye