La Constitución de 1854 y la crisis de México
CIUDAD DE MÉXICO, 18 de septiembre de 2020.- Desde niños nos acostumbraron a que el semáforo tiene tres colores: rojo para detenernos, amarillo como preventivo, y verde para seguir. Lo vemos en las calles de prácticamente todas las ciudades, de allí que en ocasiones la llamada semaforización sea utilizado como referente para políticas públicas y su respectiva medición.
Ahora bien, un buen porcentaje de los automovilistas por ejemplo, en muchos espacios, piensan que el amarillo significa: acelera, se han desarrollado innumerables campañas para generar conciencia sobre el hecho de que el amarillo significa más un “detente”, que un “apura el paso”.
Quizá por eso es que el uso del semáforo para la contingencia sanitaria sea tomado de manera tan diversa por los actores involucrados, que va desde el gobierno federal pasando por los estatales y municipales, la clase empresarial, y llegando a la sociedad en general.
Para algunos, todo lo que no esté bajo el color rojo es permitido, y eso es incorrecto.
Empero la puesta de un color naranja cuando en la vida cotidiana no lo utilizamos generadudas, no se sabe pues si el naranja es más para medio abrir o para medio cerrar, esa disyuntiva hace que muchos negocios salgan a protestar porque permanecen cerrados cuando miran que otros, donde también se pueden presentar contagios ya han abierto con sus debidos cuidados, o al menos en esencia.
Cierto es también que el confinamiento ha acrecentado nuestras ganas de reunirnos, somos una especie tendiente al afecto y sobre todo a demostrarlo, por eso en cuanto se salió del color rojo al naranja (ya no digamos los que están en amarillo) pareciera que se volvió a la normalidad de la vida social y esto no debe ser así.
Ya pasamos día del niño, de la madre, del padre, graduaciones, hasta el grito de independencia, y sin embargo no faltan las noticias de que hay alguna reunión en tal domicilio, o fotos de comensales en una festividad pese a todas las prohibiciones que conocemos, esto es, las políticas públicas y directrices de gobierno tienen un cause pero el acatarlas o no tienen sus consecuencias.
La pandemia no ha disminuido ni en México ni en el mundo, apenas esta semana el día 14 de septiembre se rompió el récord de personas contagiadas a nivel mundial con 307 mil 930 casos, y eso que en algunas naciones han disminuido las tomas de muestras.
La flexibilización ha hecho que parezca que ya se ha superado la prueba pero no estamos ni siquiera cerca de lograrlo, la semaforización misma lo dice, y más allá de evaluaciones o estrategias donde se toma la capacidad de camas hospitalarias para decir que se va bien.
La vacuna todavía tardará, la prevención por le momento sigue siendo la mejor herramienta para hacer frente a la pandemia, esto es: sigue dependiendo mucho de nosotros como sociedad por muy cansados o ansioso de festejos que estemos.
@rvargaspasaye