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Caso Tultitlán: Radiografía al drama humano
A nuestro hermano Arturo Lona Reyes.
Buen camino.
CIUDAD DE MÉXICO, 1 de noviembre de 2020.- La grandeza de las personas se mide por su capacidad de sintonizar con las claves culturales más finas y profundas de su tiempo.
El Papa Francisco es un ser humano de esa talla, según lo ha mostrado en sus tres Encíclicas.
En la primera, sobre la Fe, concibe a esta noción como la luz que permite el entendimiento, el conocimiento, la comprensión y la vida a partir de creer y saber escuchar con el corazón y los sentidos para compartir verdades en el contexto del bien común, no solo del bien individual.
En la segunda Encíclica, sobre la ecología y el desarrollo sostenible, propone la tesis de la corresponsabilidad de nuestros patrones culturales y enormes desequilibrios con la naturaleza de la que formamos parte porque el más sofisticado avance tecnológico es dañino y perjudicial si no está moral y socialmente comprometido.
La tercera Carta, muy reciente, está dedicada a la Fraternidad. Este es un concepto fundamental en una época en que el utilitarismo, polarización, división, encono y otras actitudes y emociones motivadas en la desigualdad y la diferencia nos distancia y aleja en lugar de acercarnos para dialogar y construir un mundo entre hermanos en el que podamos convivir en paz.
Francisco nos muestra con la claridad de sus textos la profundidad y alcance transcultural de sus pensamientos y sensibilidad de alta gradación.
En un mundo en el que miles de millones carecen de lo mínimo, hasta el punto en que muchos mueren sin remedio, a la vez que otros desperdician su abundancia, se enajenan, dañan la naturaleza y la propia vida, y rompen el tejido del trabajo social cooperativo, siempre será pertinente comulgar con las ideas de Francisco.
Requerimos de un mundo nuevo en el que transitemos al mejor conocimiento de uno mismo y a la renovación de valores básicos compartidos.
Urge que en cada espacio cada quien y todos transformemos las condiciones en las que transcurre la vida y no traicionar su integridad indispensable.
Con fe en los ideales, esperanza en el futuro, amor fraterno y acción coherente podremos caminar, correr, volar hacia el cielo de la simple felicidad en la tierra.
El planeta exige fraternidad entre nosotros, con nosotros mismos y por supuesto con él. Mujeres, hombres y todas las personas de la diversidad cultural debemos recrear la ecología social y ambiental.
Las más grandes luchas políticas y proyectos de cambio, los más valiosos propósitos políticos y medios tecnológicos, las más preclaras estrategias económicas y culturales, los más amplios objetivos y movilizaciones sociales no servirán de nada sin hábitat para protagonizarlos y vivirlos.
Puede ser que las llamadas de la magnitud de las que presenta Francisco nunca hallen los ecos suficientes para la acción, pero al menos deberán servir para aumentar la conciencia del presente.
Ese es el sentido de estas breves líneas, que me ha inspirado Francisco Bergoglio. El Papa Francisco. Persona universal.
Me inclino ante el eterno oriente al que ha accedido quien impacto nuestra niñez con el confesionario abierto y su ejemplo de playera blanca, mezclilla añeja y sandalias incansables en las calles de Tehuantepec.
A quien nos enseñó la grandeza de la sencillez y lo mínimo cotidiano solidario y trascendente.
Buen camino al hombre de la fe, dignidad y fraternidad.
Buen camino, Arturo Lona Reyes.