Día 21. No maten al mensajero; prensa sin seguridad democrática
La forma del.poder
Raul Avila Ortiz
Una de las principales características del poder en la sociedad democrática y el estado constitucional radica en que no es absoluto.
El poder en el estado se encuentra dividido formal y operativamente en las ramas legislativa, ejecutiva y judicial, además de los órganos autónomos, por supuesto que siempre en tensión.
En el lado de la sociedad, el poder reside en sus titulares originarios que somos sus habitantes y ciudadanos, así como en múltiples organizaciones, partidos y grupos de interés, desde empresas hasta sindicatos, naturalmente enfrentados.
Desde luego, ayer y hoy concurren a las dinámicas de influencia, mando y control los llamados poderes ilícitos o salvajes, los cuales disputan cada vez más a la luz del día el poder del Estado y la Sociedad hasta el punto –en casos extremos– de confundirse con estos.
Pero el poder también tiene límites temporales. A nadie le dura para siempre.
Es así que en los estados modernos la representación política se renueva de manera periódica vía elecciones libres y auténticas y mediante el sufragio que se ejerce ante opciones plurales.
En ese tenor, en México, que es un estado federal, hemos venido modificando y ajustando los calendarios electorales de tal manera que los partidos y gobiernos, por una parte, y ciudadanos y sociedad, por la otra, podemos seleccionar por lo general con intervalos de 3 y 6 años, y en numerosos comicios concurrentes, a quienes gobiernen y administren los recursos escasos que son de todos.
Es así que en 2018 los mexicanos renovamos los poderes federales y la mitad del poder local, y en 2021 la Cámara de Diputados federal, poco menos de la mitad de las gubernaturas y la mayoría de los congresos locales y alcaldías.
Es por eso que en 2022 se elegirán solo 6 gubernaturas y un año después una más.
Cabe recordar que el sentido de la reordenación del calendario ha sido y es definir mejor las preferencias de los electores y facilitar la conducción nacional del Estado Mexicano, en particular después de que intereses no públicos lo debilitaron, capturaron y drenaron para fines propios como nunca en su historia contemporánea.
Es paradójico que ahora que después de más de una década al fin hemos logrado reponer ciertas condiciones de gobernabilidad efectiva, haya quienes ven horrorizados que el titular del Poder Ejecutivo Federal –en un país con sistema político presidencial– pueda ejercer sus cruciales atribuciones, lo cual tampoco lo autoriza a usarlas arbitrariamente
La forma del poder democratico lo limita por medio de la Constitución, las instituciones y las prácticas de los diferentes actores.
El poder es temporal y acotado a través de múltiples factores, solo que no debe ser reducido a convertirse en un rehén de estos, según sucedió en periodos de gobierno precedentes.
Por el contrario, la forma del poder también debe permitir que el poder le de forma y sustancia a las demandas de la mayoría que lo sostiene, sin perjuicio de las minorías que le critican y se le oponen legítimamente
Ello en la inteligencia de que si el mandatario en turno no responde de manera suficiente a lo mandado por sus representados, entonces estos pueden conforme a la normatividad aplicable revocarle el mandato.