Cortinas de humo
Es pertinente valorar que el modelo de gobierno nacido de la Revolución Mexicana de 1910 y la Constitución de 1917 consiguió logros históricos que nunca tuvimos en los 100 primeros años desde la Independencia en 1821.
A lo largo de 40 años, entre 1940 y 1980, el régimen prevaleciente género crecimiento y desarrollo o industrializar y modernizar al país, lo que sustentó en una cultura de la legalidad en la que predominaba la lógica política sobre la norma jurídica.
Desde luego que ese proceso de cambio tuvo un costo: la democracia pluralista y la debilidad diferenciada de las instituciones puestas al servicip del proyecto nacional que concitar consenso renovado sin falta cada seis años.
Una de las imágenes que ayudaron a esa experiencia fue la de la Unión Soviética y su Partido Comunista (PC).
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), partido semicomunista a la mexicana, aprendió a lidiar con las grandes potencias y cosechó éxitos, sin duda alguna. Sus legados nos acompañan para bien y para mal.
Ahora bien, nuestros referentes han cambiado o están cambiando.
A la caída de la Unión Soviética y su PC le siguió la pérdida y luego la recuperación de sus rituales del poder de la mano decidida, dura y suave de Vladimir Putin, quien diseñó una Constitución con gobierno dual: Presidente y Jefe de Gobierno, que le ha facilitado recuperar aquellos una posición influyente.
Ese es un primer espejo en el cual podría asomarse el futuro mexicano.
Al descenso de la Unión Soviética el hegemón triunfante, los Estados Unidos, promovió su experiencia como el modelo a seguir: la democracia pluralista, la alternancia pactada entre dos partidos semejantes y el capitalismo intensivo.
En ese espejo nos vimos entre 1994 y 2018, y ahora parecemos dudar sobre si deberá seguir siendo el método idóneo a aplicar. Joe Biden sin duda dirá que sí.
Al mismo tiempo, al descenso de la Unión Soviética-Rusia y los Estados Unidos le ha sido concomitante el ascenso de China y su centenario Partido Comunista, cofundado por el padre de su líder actual, Xi Jinping.
Para algunos, la pregunta es si esa es la guía que debemos leer. Si en México es posible el capitalismo y la igualdad sin democracia pluralista. Si el modelo gringo es menos eficaz. O bien si hay que reforzar democracia y desarrollo a través de derechos y deberes.
A los mexicanos de hoy y mañana temprano nos espera la toma de esa decisión inexorable: optar por alguno de aquellos tres esquemas, una combinación sabia y suertuda de los tres, o bien una vía propia para vivir mejor, más libres, iguales y justos, que es decir más dignos.
Ojalá que sea la mejor decisión de todas. Por nosotros y las generaciones por venir.