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Medicamento Ozempic y su uso indebido para perder peso
Oaxaqueños entre-siglos
OAXACA, Oax. 13 de agosto de 2017.- En los dos principales momentos de cambio político profundo en la historia de México, los oaxaqueños hemos jugado papeles relevantes. Ha ocurrido, especialmente, en los cambios de siglo.
En el tercero, el que está en curso, no debería ser la excepción.
Al cambiar el siglo 18, desde la rica y orgullosa Intendencia de Oaxaca se contribuyó a forjar la independencia del país con la sangre de mártires como Tinoco y Palacios y con las ideas de Bustamante y Crespo, convocados a apoyar a José María Morelos en la hechura de la Constitución de 1814.
Los constituyentes oaxaqueños que colaboraron a la forja de la Constitución federal de 1824 y a la Constitución oaxaqueña de 1825 hicieron lo propio.
Dada su participación en diversos lances cruciales, el General Antonio de León legaría su nombre y su valentía a la ciudad de Huajuapan.
En un periodo de 25 años, entre 1806 y 1830, en Oaxaca nacerían Benito Juárez y Porfirio Díaz. Estos, acompañados por una brillante generación de intelectuales y políticos conscientes de los agudos problemas del país, habrían de fundar el sistema político y jurídico que, desbalanceado durante la Revolución de 1910, la de los Flores Magón, y recompuesto entre 1929 y 1938, cuando José Vasconcelos luchó por la Presidencia de la República e inspiró a Gómez Morín a fundar el PAN, retomaría sus principales claves con la tercera refundación del PRI, en 1945.
Este sistema político y jurídico, al cual se debe la viabilidad del “milagro económico mexicano” de los años 40 a los años 80, lleva ahora casi 40 años en reconfiguración.
En la tercera refundación del sistema jurídico y político mexicano, los retos son más complejos que los dos previos y los oaxaqueños deberíamos actuar con más sentido de cuerpo y cooperación.
Si a ello no ayuda las tensiones y divisiones de Heladio Ramírez, José Murat y Ulises Ruiz, en y desde el PRI, la de Diodoro Carrasco en el PAN, o bien la de Gabino Cué desde una posición centro-izquierdista, si puede cooperar una articulación intergeneracional y multi-sectorial que funde un acuerdo estrategico y tactico por el futuro previsible al que se sume todo aquel que pueda contribuir a mejorar el estado y el país. No se trata de una utopía.
El actual gobernador oaxaqueño, Alejandro Murat, podría propiciarla y liderarla.
Se trata de entender que las clases políticas locales que se dividen y carecen de acuerdos mínimos pierden fuerza en la conducción de los intereses de su estado y en la competencia por el acceso al poder federal.
Véase, si no, la cohesión, resiliencia y poder de los mexiquenses y los hidalguenses, mostrada en la reciente Asamblea del PRI, así como el trabajo de los campechanos.
Nótese el callado quehacer de los guanajuatenses, queretanos y poblanos en torno al PAN-PRI, o el de los michoacanos y ex-defeños en torno al PRD y la izquierda morenista.
No se pierda de vista, por el contrario, los recientes desastres de los quintanarroenses y veracruzanos, la deriva chiapaneca o las inconsistencias de neoloneses y jaliscienses.
Léanse tan solo como ejemplos notorios. Piénsese en otros, que los hay.
Los oaxaqueños debemos estar decisivamente presentes en la refundación jurídico-política en curso.
Se trata de dejar atrás, en definitiva, la simulación de la legalidad para asumir la verdad de la constitucionalidad: los derechos y sus deberes, la democracia pluralista, la gobernabilidad y el desarrollo con equidad y dignidad.
Ello demanda generar más espacios de reflexión y debate para discutir y proponer las reformas y acciones que den cauce a las energías locales. Innovar los mecanismos de gobernabilidad y productividad. Convocar a la fuerza de las culturas comunitarias, municipales y regionales, desde su diversidad y pluralidad, a la grandeza del estado.
Concertar mejor la concurrencia del sector privado y el sector social. Afinar la coordinación interinstitucional. Fortalecer cultura de legalidad y estado de Derecho. Avanzar en equidad dando a cada quien lo que le corresponde. Redespertar el sentido de dignidad perdido desde hace años.
Oaxaqueños entre-siglos 20 y 21 debían encontrar fórmulas pragmáticas para no fragmentar más sus posibilidades de trascender el tiempo y el espacio.
Esto vale igual para gobernantes que opositores, sindicales y empresarios.
Se dividieron Juárez y Díaz, ciertamente, pero una vez que ganaron Ayutla, la Guerra de los Tres Años y la Intervención francesa.
Además, Díaz comenzó los homenajes a su ex maestro y luego adversario, Juárez, a quien continuamos celebrando cada año.
Si tenemos sentido de la historia y del porvenir, observaremos que cada primer decenio de siglo, el año 1810 o 1910, los mexicanos y oaxaqueños hemos sacudido la fronda del poder.
En seguida, en la segunda o tercera década, ya sea en 1824 o en 1917, hemos terminado por refundar y consolidar el siguiente ciclo político y jurídico.
Veo un nuevo ciclo en el horizonte. Como ayer, démonos ahora a la tarea: ¡Oaxaqueños entre-siglos!